UNO.

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Disclaimer: Los personajes no me pertenencen, solo los he tomado prestados para esta historia. Todos los créditos a Nakaba Suzuki.

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En cuanto su móvil vibra dentro del bolsillo delantero de sus pantalones, Meliodas desliza su mano libre dentro de este y lo toma; con amargo desánimo, se percata de que el mensaje que ha recibido no es de la persona que él tanto ha esperado.

Sus labios se tuercen y componen un pesado suspiro. Guarda nuevamente el móvil antes de levantar el rostro y dar una onda calada a su cigarrillo; en medio de sus desastrosos pensamientos, sus ojos se distraen por un instante en el pequeño parque que se ubica al otro lado de la calle. Debido a la hora y al viento frío que corre en el ambiente, este se encuentra casi desierto, salvo por dos chicos que juegan animadamente con una caja de cartón; por las escandalosas risas que ambos sueltan, Meliodas intuye que estos se han fumado o tomado algo.

Sin embargo, el verdadero horror viene cuando la caja se mueve, y un pequeño animalito asoma la nariz por un estrecho espacio y durante un breve momento, hasta que uno de los idiotas lo fuerza a regresar al interior de su injusta prisión.

Consumido por una furiosa indignación, Meliodas apaga el cigarrillo en el cenicero y toma su escoba como si se tratara de una auténtica arma mortal para salir a enfrentar a aquellos malnacidos. No obstante, es cuando está moviéndose que una motocicleta estaciona sin cuidado alguno junto a la acera.

Pronto, el esbelto cuerpo que iba montado sobre el vehículo abandona el asiento y, sin deshacerse del casco, se dirige con velocidad hacia los agresores del pequeño animalillo, gritandole a estos un montón de cosas para nada amables que, Meliodas cree, son solo la pequeña parte de un amplio repertorio de palabrotas.
Por el suave tono de voz que percibe aún a tantos metros de distancia y la anatomía llena de curvas que la chamarra de cuero y los vaqueros rotos exponen, él rápidamente sabe que se trata de una chica.

Una que, al parecer, es bastante valiente o que no tiene mucho aprecio por la vida.

Una pequeña risa se le escapa ante la ridícula escena que aquella «heroína» esta protagonizando; pero la diversión que lo embarga se vuelve preocupación cuando los chicos responden a su desafío y muestran claras intenciones de querer abalanzarse sobre ella, y ella, como si de una auténtica suicida en potencia se tratara, no muestra intenciones de querer huir de la evidente lluvia de golpes que se avecina.

Con un demonio, lo que le faltaba.

A sabiendas de que quedarse de brazos cruzados no es un acto de caballeros, Meliodas sale de su departamento con una prisa que resulta absurda, emprendiendo la carrera más rápida de su vida para intentar salvar la de aquella alocada chica. Cuando finalmente llega al parque, comienza a arremangarse las mangas del sueter con seriedad.

—¡Oigan, bastardos! ¡Paren con esto aho—!

Sus ojos, cuyo tono verde dan la impresión de que una eterna primavera se resguarda en ellos, parecen desorbitarse por un segundo.

Inesperadamente, la chica está de pie. Se ha deshecho del casco en algún momento, por lo que su melena larga, lisa y plateada danza con libertad en el aire, mientras entre sus brazos resguarda a un diminuto gato maltratado; el par de chicos permanece en el suelo, soltando sonoros quejidos y retorciendose realmente adoloridos sobre un montón de hojas secas y quebradizas hasta que reúnen fuerza suficiente para levantarse y emprender su torpe escape.

Meliodas, mostrándose genuinamente confundido, los observa marcharse, y una vez desaparecen de su campo de visión, regresa la vista a aquella chica que parece ser muchas cosas, pero no débil.

—Oye, niña —suelta sin suavidad, ganándose un curioso gruñido por parte de la desconocida—. ¿Estás bien?

—Claro que sí —afirma ella con ciertos aires de superioridad—. Pero hay que llevar a este amigo a un vetenirario; necesita una revisión cuanto antes.

Más que una indicación, a Meliodas eso le ha sonado como una orden; una que queda remarcada cuando la chiquilla levanta el rostro y lo mira, dejándole apreciar el bravo y salvaje océano que se resguarda en sus iris.

Y aunque el otoño recién comienza, Meliodas cree que esta presenciando un invierno realmente hermoso*.

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*Por si no se comprendió bien, Meliodas esta comparando a Elizabeth con el invierno.

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20/11/22 SEÑORITA BETH.

You're the reason  (Melizabeth)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ