El día parecía más lento, más aburrido. El profesor hablaba, pero la castaña permanecía en silencio con la mirada perdida en alguna parte.

Pequeñas ojeras se notaban en su rostro, nada preocupante a decir verdad, pero para alguien que la ve continuamente como Takeshi, en realidad si se volvía un detalle preocupante.

— ¿Podrías ir por Hitsumi después de clases? Tengo entrenamiento hasta las seis y media —preguntó, pero la muchacha pareció captar su atención. Se giró con una lentitud torpe hacia el chico, distraída, a la vez que llevaba su origini a su boca y le daba un mordisco.

— ¿Qué... dijiste? —preguntó confusa. Takeshi tensó su mandíbula, soltó un suspiro y luego repitió.

— Si crees que te sientes bien ¿Podrías ir por Hitsumi después de clases? —la miró fijamente, consciente de que en su estado era capaz de distraerse con una mosca.

— Uh... Seguro —se limitó a responder, dando otro bocado a su comida mientras la mirada del azabache le taladraba el costado de la cara. Podía sentirlo con claridad, y por ello mismo no quería girar a verlo.

— ¿Qué es lo que hablaste con ese rubio? —preguntó repentinamente, esta vez ganando la total atención de Yashiro. Notó como su mirada, su expresión, pareció cambiar por completo, a pesar de que era un detalle tenue y difícil de notar para cualquiera—. Quién es, para empezar —acotó, tornándose un poco más serio.

Se reclinó hacia atrás, apoyó su espalda en el respaldo de la banca, y luego extendió sus brazos igualmente en la orilla del respaldo, mirando fijamente a la muchacha que le daba la espalda.
Mordió el interior de sus mejillas mientras esperaba pacientemente, pero tardó un largo tiempo en que ella finalmente siquiera girara a verlo correctamente.

— Es una maldición de categoría especial, se llama Ruther —respondió, colocando la pajilla en el orificio de la caja de leche chocolatada—. Cuando era pequeña, vivía en una tribu que en realidad no me enseñó demasiado... Solo sabía escribir mi nombre, pero no sabía leer, y al menos sabía hasta el número diez —relató, nuevamente dándole la espalda al muchacho, simplemente con su mirada fija en el campo de béisbol, donde alguno de sus compañeros se encontraban jugando—. Mi padre no tenía la mejor paciencia, y consciente de que era una ignorante de la historia, que con suerte sabía escribir su nombre, le ordeno a uno de sus subordinados; Ruther, a ser mi profesor —oh, Takeshi estaba más que seguro que ese idiota no la veía como una alumna.

— ¿Por qué él? —volvió a preguntar, quería saber más y más, pues a pesar de que parecía que conocía a Yashiro, en realidad era una incógnita infinita.

— Bueno... Ruther es una de las maldiciones de grado especial que más ha convivido entre humanos. Nació a costa de la lujuria, masoquismo, indiferencia y egocentrismo de los humanos, pero a diferencia de las demás maldiciones; él en realidad no se interesa por perjudicarlos, así que en vez de dañarlos como suelen hacer los demás... Se interesó en estudiarlos, en porque nació de aquellos sentimientos y costumbres de ellos, como conllevarlos... Aquello lo llevó a ser una maldición con la capacidad de comprender a los humanos en todos los ámbitos posibles, como si tratase de un humano más.

— Pero tú no eres... completamente humana —interrumpió el azabache, algo confuso, mientras su mano derecha se dirigía a un pequeño mechón de su cabellera castaña.

— Bueno en realidad... Yo ni siquiera sabía lo que eran las maldiciones, y como me vi criada por humanos hasta los diez años, me acostumbre a ellos; comer, dormir, amar, jugar, convivir entre ellos... Pero para cuando conviví con mi padre, todo era diferente... Tomar su mano como solía hacerlo con las personas de mi tribu era algo que a él lo tomaba totalmente desprevenido, a veces sin darse cuenta me alejaba bruscamente, o simplemente se exaltaba y me miraba con enojo... Y no es que no le gustara, sino que no estaba acostumbrado, pero luego de un tiempo, incluso si parecía que le molestaba, en realidad... Creo que el en algún momento llegó a adorar que me tirara a sus brazos —se desvió del tema, y le causo una molesta presión en el pecho—. Cuando recién comencé a vivir con mi padre, el no me comprendía ni en lo más mínimo. No comprendía mi necesidad de querer desayunar, almorzar y cenar. No comprendía mi necesidad de querer dormir. No comprendía mi necesidad de demostrar cariño, porque él sabía que yo era en cierta parte una maldición; no necesitaba nada de lo que para los humanos es indispensable. Ruther, en cambio, comprendía esas necesidades básicas, pues me vi criada por humanos antes que con mi padre, así que Ruther podría educarme correctamente, y a la vez podría guiar a mi padre a ganar un poco más de confianza conmigo... Pase bastante tiempo con él, me enseñó un montón de cosas que se me hacían increíbles, como el hecho de que habían más países aparte del campo y bosque en el que viví. Me enseñó a leer, a escribir... Me enseñó todo lo necesario, me abrió los ojos al mundo y me mostró caminos que no conocía... Pero eso no quita el hecho de que sea un pervertido insoportable de primera, lo admiro únicamente por su increíble conocimiento, todo lo demás es detestable —Takeshi soltó una risilla, como esas que salen como un simple suspiro o bufido.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ