Capítulo#15 Necesito tiempo.

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—Yo no sé lo que me está pasando, todo comenzó el día de mi cumpleaños con la fiebre, mi cuerpo se sentía raro y en la noche tuve el impulso de salir a la intemperie, luego de que chocamos en el pasillo salí a toda prisa y la selva me llamaba, no puedo explicarlo, me adentré como autómata y luego de un tiempo sentí un dolor desgarrador y mi cuerpo empezó a cambiar por voluntad propia...

Recordaba ese día como si fuera ayer, ella estaba absolutamente preciosa, cuando chocó conmigo su olor embriagador me inundó, sabía que era ella aún cuando no la había visto. Cuando tomó distancia y la pude ver me quedé sin respiración. La miré de arriba a abajo por impulso y al detenerme en su rostro el deseo de besarla fue insoportable. Quise estrecharla entre mis brazos pero ella de pronto se disculpó y luego salió corriendo.

Yo me quedé sin reacción por algunos segundos, mirando como se perdió en la vuelta de la esquina del pasillo y aún cuando ya no la veía seguía mirando la nada. Cuando reaccioné sentí ganas de estampar mi cabeza contra la pared por sentir ese frenético deseo por mi pequeña sobrina. Allí decidí que tenía que irme lejos de nuevo, no merecía la confianza, el cariño y el respeto de mi hermano y mi cuñada.

No sé porqué motivo me perdí en los recuerdos mientras escuchaba su historia. Sacudí esos recuerdos y me concentré en la narración de Rayilunsel. Con cada cosa que decía crecía más mi asombro y mi alma se llenaba de incertidumbre, angustia, pesar y temor...

—Entonces dices que la loba que ví era Leyla y que desde aquel día siempre está en tu cabeza.

Afirmó solo con la cabeza. Sus inmensos ojos verdes me miraban con una mezcla de miedo y tristeza.

Irónico, el que debía de temer era yo.

—También dices que una voz te habló y que crees que fue la luna y además ella es tu verdadera madre.

Esa parte me sonaba increíble pero después de todo lo que había visto de algún modo también lo creí.

—Exacto.—afirmó sobrecogida.

—Se que parece una locura pero tú lo viste anoche, soy mitad lobo. Al parecer en las noches de luna llena no puedo controlar la transmisión.  Incluso cuando me enojo me puedo transformar...

Me tensé por inercia, el recuerdo de su transformación no era agradable a la vista e imaginar que lo podía hacer aquí y ahora me tomó por sorpresa.

Ella detuvo sus palabras. Me miró con angustia y decepción. Luego habló con suavidad apartado la mirada de mí.

—No temas, no pierdo la consciencia. Leyla siempre está consciente y es buena, ella siempre me da buenos consejos. Si fuera por mí hoy no hubiera regresado, me habría ido para siempre pero Leyla me convenció para que no lo hiciera y aquí estoy gracias a ella.

Frotaba y estrujaba sus manos con nerviosismo. Mantenía la vista fija en el piso. Sus palabras me hirieron en lo más profundo.

Irse para siempre.

¿Ella era capaz de desaparecer aún sabiendo la angustia que vivimos el día de su cumpleaños? Estaba dolido pero también enojado. Cómo era capaz de pensar una cosa así. «Si fuera por mí hoy no hubiera regresado, me habría ido para siempre...» Sus palabras resonaban como un eco interminable en mi cabeza.

—¡No te hubiera perdonado que te hubieras ido!

Expresé con rabia contenida. Tampoco quería intimidarla. Siguió con el rostro bajo. Mis palabras no lograron hacerla reaccionar.

¿Es que ella no era consciente de lo que acababa de admitir. Pensaba abandonarnos como si nunca hubiéramos sido su familia? ¿Era así de fácil para ella irse? ¿Tan poco había significado en su vida?

Estaba impactado. Y de pronto me di cuenta de algo muy importante: era más traumático perderla para siempre que verla convertida en lobo. 

—Hemos compartido mucho y aunque ahora tenga mis emociones hecha un lío... te quiero.

Admití con reserva, me costó decirle te quiero, no porque tuviera dudas sino por el significado más profundo que tenía implícito. La amaba como mujer y no podía. Era imposible amarla así, apenas tenía 16 años de edad y yo 22, era mayor y aunque al final no fuera mi sobrina de sangre mi hermano la crío como su hija, legalmente lo era y por lo tanto también mi sobrina. Muchos impedimentos y ahora no tenía cabeza para pensar en todo eso. Lo más importante en este momento era el problema actual, ella no era del todo humana... Tenía que pensar en como protegerla y ayudarla a guardar el secreto. Mi hermano y mi cuñada pronto llegarían, ellos tenían que saber la verdad. No podía ocultarles un secreto así. Todo era tan confuso.

La miré y me encontré con su mirada clara, parecía que me estuviera analizando. Su ceño estaba ligeramente fruncido.

Se levantó de su asiento de pronto y se acerqué despacio a mí. Yo me levanté también y retrocedí, no era por temor precisamente. Su cercanía no era buena para mí. La última vez que la tuve cerca ella me besó. Si lo volvía a hacer no sé cuál sería mi reacción. Era mejor mantener la distancia.

Se detuvo. Los ojos se le aguaron. Sentí un nudo en la garganta y una punzada fuerte en medio del pecho.

—Lo siento mucho.—se disculpó y no sabía porqué razón lo hacía, era yo el que tenía que disculparse por hacerla llorar.

—Se que no es tu culpa pero necesito tiempo para asimilarlo.

Fue lo que dije en lugar de una disculpa. Pensaba una cosa y decía otra. Era como si mis pensamientos y las palabras viajarán por canales diferentes. Con el paso de los años había aprendido a ocultar mis sentimientos. Y de verdad necesitaba tiempo para asimilar todo lo que estaba pasando. La seguía amando de la misma forma, su secreto no había disminuido ni una pizca mi amor por ella, pero ese era precisamente el problema, yo no podía amarla, no de la forma en que lo hacía..

—Entiendo.—expresó con una inmensa tristeza, pero dudaba que en realidad entendiera algo. Parecía como si algo la estuviera lastimando profundamente. Su gesto de dolor me desconcertó.

—No te atrevas a escapar. Mañana tienes que ir a la escuela. Otro día seguimos hablando sobre este tema. Necesito pensar y aclarar mi mente.

Le advertí para que no se le ocurriera alejarse de mí. Si lo hiciera la buscaría hasta el fin del mundo, aunque me tomara la vida entera la encontraría.

—Ve para tú habitación y descansa— le ordené. Si tenía que vigilarla día y noche para que se quedara lo haría. Esta agonía de mantenerla a distancia pero quererla cerca era insoportable.

¿Qué hago dios mío?, qué clase de prueba es esta. Yo nunca he querido pecar, me alejé para no hacerlo. ¿Qué más quieres de mí? Me estás castigado por regresar. Aunque me des el peor de los castigos no la dejaré a su suerte, ahora me necesita más que nunca, no me apartaré de su lado.

Tomé una decisión.

Un cuerpo para dos.Where stories live. Discover now