―¿Por qué razón te despiertas todos los días, Andy? ―La respuesta es sencilla preciosa, ― le sonreí maliciosamente, mientras dejaba que la tensión se construyera entre nosotros. ― Para hacer dinero. Me llamo Andrew Benaim. Cuando tenía 21 años mi madre me dio me el mejor de los regalos de la historia: Una compañía en banca rota con deudas que sobrepasaban su propio valor en el mercado y una tarjeta que decía: "Lo siento mucho, Andy. Era más barato que un coche." Genial. La definición de las personas para mi nombre es: Frío y calculador C.E.O. Sin sentimientos, compasión o misericordia. Y no están muy alejados de la verdad. ―¿Andy? ― su voz hizo que mis ojos se levantaran de la computadora portátil y una sonrisa burlona se dibujara en mis labios, mientras veía a mi nueva presa. ― Ella es Christine Jhonston, tu nueva secretaria. Sonreí abiertamente al ver a mi nuevo objetivo de tortura, mientras pasaba mis manos sobre el saco Armaní negro que llevaba puesto ese día. ―¿Por qué siento que humillar a las personas es tu deporte favorito? ― me preguntó la Señorita Jhonston, alejándose un paso de mí. ―Porque lo es, preciosa, ― le respondí, dedicándole una sonrisa siniestra. Que comience el juego.