Había una vez un chico que quería ser invisible, pero que amaba inmortalizar todo en tinta condenando a su objetivo a ser eternamente visible y admirado, era su dulce castigo a la belleza, pues le enojaba que esta no quisiera ser parte de él. Este mismo chico condenó al amor a vivir solo en los cuentos de hadas y cerró las puertas de su corazón, pero lo que este peculiar muchacho jamás imaginó, era que la ironía iba a enamorarse profundamente de él y empezaría a escribir su historia.