En el vació del espacio, nadie puede oír tus gritos. Eso es lo que dicen. Pero no es cierto. Cualquiera que se haya subido alguna vez a una nave estelar y haya surcado las inmensidades del espacio exterior lo sabe. Siempre habrá alguien que puede escuchar tus gritos. Ese alguien eres tú. Y de ti mismo, no puedes escapar.