Lucas, un niño de 8 años, había sido diagnosticado con una enfermedad grave. Mientras enfrentaba tratamientos médicos, un equipo especializado entró en su vida. Médicos, psicólogos y nutricionistas lo rodearon, ofreciéndole no solo alivio físico sino también emocional. A su lado, su familia encontró apoyo y consuelo, aprendiendo que los cuidados paliativos eran un faro de esperanza en su lucha.