Emma Sant sabía perfectamente que las personas podían ser fugaces; brillar por un instante y luego desaparecer sin dejar rastro. Que las sonrisas podían apagarse y las tardes en la casa de árbol terminaban siendo solo un recuerdo nostálgico. Mientras Emma aprendía a vivir con su familia fragmentada, se enamora por primera vez. Trata de descubrir su propio camino, aunque le consuma la culpa. Sin embargo; Andrey Anderson, el chico de la guitarra que siempre sonreía a pesar de que su mundo se caía en pedazos, ofrece un poco de brillo a su alma casi extinta.Pero las estrellas no brillan para siempre.