Las historias no siempre tienen un final feliz, y esperaba que la mía sí. Desee con todas mis fuerzas que fuese así. Pero sentía que me estaba aferrando demasiado a mis esperanzas. Sobrepasaba mis límites, y no voy a mentir, era aterrador, pero emocionante. Solo no quería lidiar con un corazón roto. Ahora estoy aquí, contándole cómo fue que termine convirtiéndome en dulce delirio de mi chico de ojos grises.