Ningún pájaro hermano había logrado salir del Oasis. El desierto se mostraba infranqueable, y todos los que habían intentado la proeza de desafiarlo murieron en el intento. Pero yo me sentía merecedor de una vida mejor, y un día el viento trajo la noticia de la existencia del paraíso. Mi vida entró en una encrucijada, donde debía decidir si moriría esperando o moriría intentando. A partir de allí, mi sueño se convirtió en insomnio, mi presente un tormento, y el horizonte en mi única esperanza. Huí una noche de luna creciente. Mi plan era básico y la muerte no tardó en presentarse. Solo un milagro podía rescatarme, entonces recé por él.