En las profundidades de un bosque al cuál sólo el intrépido o el que ha perdido cordura se aventura a entrar, se encuentra un pequeño lago de aguas plácidas donde la brisa es siempre de verano y el gorgoteo del río crea una atmósfera taciturna. Pero no hay que dejarse engañar, porque ese lago es probablemente lo último que vieron en sus vidas algunas almas desgraciadas que tuvieron la mala fortuna de encontrarlo en su camino.