9. Not a date

124 7 10
                                    

Me dolían las piernas a más no poder, los gemelos me ardían y mis rodillas temblaban por el esfuerzo que había hecho intentando pedalear lo más rápido posible. Pensé que me caería al suelo cuando entré a la clínica por culpa de esos tres malditos escalones que había que subir antes de traspasar la puerta, pero mis piernas resistieron. Al menos había conseguido entrar en calor a lo largo del interminable camino.

Fue chocante ver que había un ambiente relajado. Solo había un viejo canoso con un caniche sin pelo en la sala de espera, así que, extrañada, caminé todo recto por el pasillo y entré sin llamar. Mi padre se encontraba en el fondo de la sala, atendiendo a dos chicas rubias que por lo visto habían traído un conejo gordo para vendarle una de sus patas peludas.  Ambas, de unos diecisiete o menos, no prestaban atención alguna a mi padre sino que estaban demasiado ocupadas dejando rastros de baba mientras observaban a Harry cortar la gasa. Este llevaba las mangas del jersey remangadas a pesar del frío y no me había fijado de que el chico también estaba repleto de tatuajes.

Todos, sin excepción, elevaron sus ojos hacia mí al mismo tiempo, haciéndome sentir incómoda por tanta atención. No había ni tres personas, considerando que las chicas venían juntas. ¿Solo por eso ya entraban en pánico y necesitaban ayuda?

—Hola, cielo —saludó mi padre un poco distraído al mismo tiempo que me acercaba—. Pareces cansada.

—He venido corriendo —expliqué. 

Al menos mi respiración ya no estaba agitada.

—Hey, Nina —Harry me dedicó una bonita sonrisa mostrando sus hoyuelos y juro que oí un leve suspiro a mi lado procedente de una de las rubias. 

También podía notar sus miradas de odio por el rabillo del ojo.

—¿Qué hay Harold? —Choqué mi puño con el suyo y luego me centré para lo que había venido—. Papá...

Sin hacerme caso me interrumpió para dirigirse a las dos chicas e informarles que había acabado con su mascota y mientras daban las gracias un tanto desanimadas por tener que marcharse, Harry les cobraba en la mesa del mostrador. Sin duda alguna, ese chico podría sacarle unos cuantos billetes de más con solo una mirada y esa cara de niño bonito. Reí negando con la cabeza y luego me percaté de la situación cuando comenzaron ha atender al viejo y su perro. Aquí no había nadie estresado ni con síntomas de necesitar que le echaran un cable. Zayn era un mentiroso e iba a matarle.

Aunque era cierto que Valerie no estaba. Me pregunté qué le habría pasado, ya que nunca faltaba al trabajo. Ella y mi padre no solo eran compañeros en la clínica, eran muy amigos y tenían confianza, así que supuse que mi padre debía saberlo. No era asunto mío, pero ella, al igual que mi padre, siempre había estado dispuesta a enseñarme cosas y responder a mis curiosidades desde pequeña; había sido como parte de la familia, pero no preguntaría nada al respecto. Podía jurar además que le gustaba mi padre por la forma en la que le miraba cuando no se daba cuenta. No era algo que me molestara en absoluto pero estaba segura de que él lo había notado y no hacía nada al respecto. Mi madre siempre decía que Valerie no le agradaba demasiado pero solo por el hecho de que pasaba más tiempo con nosotros que ella; cosa que claramente es su culpa.

—Cariño, ¿qué ibas a decirme?

—¡Sr. Baker! Qué bien verle de nuevo —y pensando en el rey de Roma, Zayn entró como loco dirigiéndose a nosotros—. Hola, Nina. ¿Le has contado a tu padre que tienes una cita hoy?

Mis mejillas se tiñeron de rosa. Iba a arrancarle la cabeza. Mi padre le pidió a Harry que por favor se ocupase del viejo y su caniche y el chico aceptó sin quejas, riéndose por el camino hacia la sala.

Please, remember {PAUSADA}Where stories live. Discover now