que compremos un helado
que estemos juntos y haga tanto calor
que necesitemos sí o sí comprar un helado
que la promesa de un futuro más fresco
nos saque de encima un poco de agobio
que vayamos haciendo juegos
con patentes de autos y carteles hasta la heladería
que justo en el último semáforo nos crucemos
con un pibe que hace altos malabares
que lamentablemente no podamos darle nada
salvo unos aplausos y un «bien ahí loco»
que por fin lleguemos a la heladería
que mientras hacemos la fila debatamos
el gusto de helado que vamos a querer
que en medio del debate nos riamos
porque el que está adelante nuestro
acaba de pedir menta granizada
que después nos toque pedir a nosotros
pero que estemos tan cortos de guita
–que nos esté yendo tan para el orto
con mis poemas y tus pinturas–
que nada más nos alcance para una bocha
que igual seamos felices y la compremos
que en el parque de enfrente busquemos
el banquito con más sombra de todos
y al espionaje de una estatua nos sentemos
a compartir la bocha esa
que primero chupes vos y después yo
primero vos después yo
vos yo vos yo vos yo
vos yo vos yo vos yo
y que en una de esas yo cuelgue y chupe
al mismo tiempo que vos
y después vos al mismo tiempo que yo
que mandemos los turnos a la mierda
y nos pongamos a chupar los dos la bocha
que mientras chupamos nos miremos
y nos riamos de lo que estamos flasheando
que en joda nos hagamos caras sensuales
que la joda deje de serlo y empecemos
a mirarnos con ganas
como si de golpe el helado simbolizara
eso que se nos viene a la mente
que nuestras lenguas bailen y giren
y se encuentren por toda la bocha
y que se rocen y se choquen
que se nos salpique la cara
que se nos pegoteen las manos
que se nos manche la ropa
que con la lengua y nuestro aliento
cada vez más tibio
chupemos y gimamos encima de la bocha
hasta derretirla
hasta que nos quede sólo el cucurucho
que lo mordamos
que mordamos el cucurucho
como quisiéramos mordernos nosotros
los hombros la espalda las orejas
que lo mordamos y caigan unos pedazos
que una paloma se avive y venga a picotear
que otra paloma se avive y picoteé también
que la tercera avive a una cuarta y a una quinta
que de la nada nos rodeen cien palomas
mientras nosotros nos besamos
con dramatismo con sabor a vainilla
con restos blandos de cucurucho
que del beso pasemos a nuestros dedos
a chuparnos nuestros dedos pegajosos
que nos metamos la lengua adentro de las uñas
que vos te tragues dos dedos míos tres cuatro
y hagas garganta profunda con tu peor cara de puta
con una cara tan de puta que si la ve tu vieja
no pueda volver a sentir ternura con tus fotos de bebé
que al final nos desborde la manija y nos vayamos
a seguir siendo sucios en nuestro colchón pulguiento
sin tener la más remota idea que de lejos
–petrificado como la estatua que antes nos espiaba–
un perro nos mira fijo
como si lo hubiéramos traumado
YOU ARE READING
ENSALADA DE MAMBOS
Poetryensalada de mambos es mi primer libro y es de poesía y es una mierda