Capítulo Único

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Steven Grant Rogers, soldado raso, miró las caras de sus compañeros con ojos curiosos, era la primera navidad que pasaba en la guerra y se preguntaba que desearían esos hombres con tan poco que ganar y tanto que perder. Estaba seguro de que la mayoría de ellos deseaba que el conflicto terminara y volver a casa con los suyos. Él deseaba tener eso, desde que su madre había muerto hacía ya cinco años, se sentía muy solo.

Sacudió la cabeza alejando eso pensamientos, esas fechas siempre le ponían nostálgico.

Marchaba a paso ligero formado en la segunda fila de la tropa 107, sus superiores se habían apiadado de ellos y les habían permitido pasar la Noche Buena en uno de los campamentos aliados, en las cercanías de la frontera franco – suiza, en vez de dejarlos en el medio del bosque.

La nieve caía sobre sus cabezas, acumulándose en sus hombros, cerniendo un aire de nostalgia sobre el pelotón. Era en los momentos de fiesta donde más se percibía el anhelo del hogar.

Reafirmó el fusil entre sus frías manos y dirigió su vista al frente, divisando a lo lejos los techos de las tiendas verdes perfectamente ordenas en fila. Suspiró cansado, se sentía orgulloso de servir a su nación, esa convicción no mermaba desde que llegó al cantón de reclutamiento; sin embargo, el cansancio y el estrés que significaban estar lejos de su natal Brooklyn y con la muerte persiguiéndoles a cada paso, a veces le pasaba la cuenta. Por eso veía estos pequeños momentos como una forma de sentirse como un hombre medianamente libre otra vez.

Subieron una pequeña colina y pasaron junto a los hombres que custodiaban la entrada al campamento. A pesar de que muchos de sus compañeros pasaban sin prestarles atención, Steve alzó una de sus manos y les devolvió el saludo. Siempre guardaría un respeto especial por todas aquellas personas que servían en la guerra.

Entraron al lugar y al pasar por entre las hileras de tiendas, los soldados del pelotón 110 salían a curiosear. Steve se sintió cohibido, aunque no lo demostró, jamás había sido bueno con las multitudes. Puede que fuera un hombre alto y fornido, incluso guapo, según decían algunas chicas, pero en el fondo se sentía como un chico pequeñito y delgado.

Se detuvieron en lo que parecía ser el centro del campamento, una tarima improvisada se erguía en él, adornada con guirnaldas y estrellas alusivas a la bandera estadounidense. Un solitario micrófono se encontraba sobre esta. El lugar estaba cubierto por una tela verde para resguardarlo de la nieve. De seguro y los superiores darían algún tipo de discurso, sino para qué tomarse tantas molestias, pensó.

Dejó su pesada mochila en el piso y decidió pasear sus ojos azules por el lugar. Este estaba en lo alto de una pequeña colina, rodeado de bosques y, unos cuantos kilómetros más al suroeste estaba el poblado de Monthey. Había logrado divisar las casas y la punta de la iglesia allá en la distancia con los Alpes de fondo, y se prometió hacer un rápido dibujo del lugar.

Dirigió su vista al campamento y la paseó por los soldados que charlaban amenamente, sin importarles el clima, o que se divertían jugando con la nieve. Algunos de sus compañeros ya se habían unido a los miembros de la 110, probablemente para organizar una competencia de cuál de los pelotones aguantaba más bebiendo.

Siguió más a la derecha y se detuvo cuando una melodiosa risa llamó su atención.

Entre un grupo de soldados jóvenes se encontraba el hombre más bello que había visto en su vida, de repente dibujar la pequeña aldea con los Alpes de fondo ya no  le pareció tan interesante. El cabello castaño, un tanto desordenado, contrastaba perfectamente con su lechosa piel, un rastro de barba enmarcaba unos carnosos labios de un rosa imposible y unos ojos de un color extraño brillaban como dos zafiros entre esos perfectos rasgos. El chico era más o menos de su estatura, no tan musculoso, pero notaba que debajo de esa playera militar suelta y los pantalones del mismo estilo, había una figura bien formada.

Stucky Christmas one-shot .Where stories live. Discover now