"Sol Negro" de Agustín Chenaut. Reseña.

4 0 0
                                    

    Los domingos a las 19hs el atardecer está concluyendo, pero la verdadera noche comienza cuando se ingresa -por pasadizos que no sabemos dónde conducen- a la eterna oscuridad de Sol Negro

   Y si bien los pasadizos concluyen en las gradas de la sala, podría ser ésta una imagen que sintetiza toda la obra: recorremos pasadizos que circulan entre el tiempo y el espacio, preguntándonos dónde comienzan y terminan, mientras transitamos medio a ciegas las tres historias que la compañía Apuro Teatro propone. 

   En ese discurrir, entre luces intermitentes (que revelan tanto por lo que muestran como por lo que esconden) pasamos de un viaje al espacio a un femicidio sin resolver, o una conversación de pasillo entre vecinxs. La obra es como un viaje, pero...

¿de ida o de vuelta?

¿dónde/cuándo comienza y termina un viaje?

¿se puede viajar hacia adentro?

    Esta propuesta tiene la audacia de romper con la tradicional arquitectura aristotélica dislocando el orden lógico y el cronológico de los acontecimientos. Con una escenografía mínima, un trabajo técnico de luz y sonido magníficamente sincronizados, y la ductilidad de las actuaciones, lxs espectadores fluimos de una realidad a otra, dentro de una cierta confusión que igualmente compone un sentido sobre tres ejes: la soledad, la palabra y la muerte.  Se atreve a explorar los lugares más hondos de la soledad, lo dramático de estar de cara a la muerte, lo frágil que puede tornarse la existencia al punto de que una voz oída -al otro lado de la puerta o del telecomunicador- pueda bastar para aferrarse a la vida

   Sol Negro tiene textos memorables que enfatizan su impacto poético al encarnarse con precisión coreográfica en los cuerpos en escena. Sitúa preguntas existenciales que no encuentran respuestas más allá de las distintas circunstancias en que tienen lugar, mientras la desorientación espacio-temporal nos mantiene atónitxs. 

    Pero entre tanta confusión, una cosa es segura: algo ingrávido, intangible de ese Sol Negro se va con nosotrxs, y algo permanece flotando allí, en la densa oscuridad con que culmina. 

   Para la filosofía moderna, todo lo que la razón puede asir está necesariamente inscrito en coordenadas espacio-temporales. Pensamos, entonces, lanzarle al maestro Kant y nuestrxs amigxs filósofxs una inquietud que la Crítica del Juicio no resuelve:

¿puede el teatro lograr una experiencia estética que,
 por un momento, ponga en jaque a las
intuiciones puras de la sensibilidad?

Reseña. "Sol Negro" de Agustín ChenautDonde viven las historias. Descúbrelo ahora