Prólogo.

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 Febrero, comienza a sentirse el último aire helado, este fue el invierno más frío que haya pasado sobre Seattle; la nieve comienza a derretirse conforme el sol ocupa la cúspide del cielo.

 -El volverá- Me digo para reconfortarme de todo el mal entendido que acababamos de tener dos meses atrás. 

 Miro el reloj, esta a poco para dar la meridiana, tomo mi bolso junto con las llaves de mi auto, para salir de mi departamento y correr hacia el elevador a punto de cerrarse. Entró, y al igual que todos los días Nathan esta en la esquina con una donut en mano, el sonríe simpático y le devuelvo el saludo.

 Siento como este, da una paso adelante, quedando a mi lado. -¿Gail, volvió? - Sé que esta nervioso por la manera en que no deja de mirar al suelo, lo tomo del brazo para calmarlo, él levanta enseguida aquella azulada mirada y sonríe.

 -No. Un día más, un día menos, todo seguirá siendo igual, el no volverá.

 Llena el silencio el timbre del elevador al llegar al vestíbulo. Las puertas se abren, para luego encontrar a Galileo con una mirada vacía. Se asombra, y sus mejillas se dan por ellas un ligero toque rosado bajo su piel morena.

 -Arya...

 No resistó y me tiro a sus brazos, para que el responda enrollando mi cintura a su cuerpo frío.

 Lo beso.

Hiems ©Where stories live. Discover now