Éxtasis

No estaba solo, nunca lo había estado. Solo era ella y yo, escondidos en aquellas cuatro paredes, la oscuridad velaba gélidos matices de melancolía y felicidad. El silencio se paseaba alrededor del cuarto, como un pequeño nudo envolviendo a dos almas, tanto así que solo un pequeño susurro producía el sonido de un gran relámpago. Me sentí en medio del profundo e infinito espacio, en donde ambos éramos individuos diferentes, distanciados por años luz, con la esperanza de ser encontrado y el viaje fue tan efímero como el dejar de sentir miedo por una montaña rusa, y solo disfrutar del trayecto. Hasta que al fin la mire, y supe que la había encontrado, dos individuos en medio de las estrellas, y nuestros gestos y nuestras risas se convertían en sonidos. Y aquellos sonidos producían pinceladas de colores a nuestro alrededor, éramos los artistas de nuestra propia obra de arte. La sentí, sus manos entrelazadas con las mías, acariciando nuestras mejillas, abrazados como un cordón inquebrantable, y la mire hacia sus ojos, mientras me perdía en su mirada y le dije: "te he sentido" y ella dejo escapar una pequeña sonrisa, mientras de sus ojos caían lágrimas de felicidad, a lo que ella me respondió: "yo igual" desde ese momento supe, que no elegimos a quien amamos, solo sabemos cuando sentimos.