Capitulo 9. ¿Un encuentro fortuito?

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—Vivía con mi esposa y mi hijo en Varosfény. Una pequeña ciudad al otro lado de la frontera de este país. La llamaban la ciudad de luz, pues en lo alto de las casas construían pequeños péndulos de cristal, que atrapaba la luz del sol y de la luna. No importaba que hora del día o de la noche fuera, sus calles siempre estaban hermosamente iluminadas. Vivíamos felices ajenos a los conflictos por los que pasaba este país. A pesar de que antiguamente, habíamos sido un pueblo de valerosos guerreros, ahora preferíamos convivir con tranquilidad y armonía.  Mi familia y yo vivíamos en una pequeña casita en las inmediaciones de la ciudad. Teníamos un huerto donde plantábamos verduras y fruta para nuestro consumo y el de nuestros vecinos. En el antiguo establo, construí una herrería. Desempeñaba un trabajo totalmente distinto al que antaño había ejercido. Era feliz viendo crecer a mi pequeño, era tan alegre y optimista como su madre. Le gustaba ayudarme en la herrería, y soñaba con convertirse en un fuerte guerrero de paz como su padre. Mi mujer lo alentaba a cumplir su sueño. Era tan hermosa como una puesta de sol. Irradiaba paz y amo, contagiando a todo aquel que estuviera cerca de ella.

“Sabíamos que los cazadores oscuros entraban en nuestro país para reclutar hombres para sus ejércitos, sobre todo jóvenes que pudieran moldear a su voluntad. Cuando no conseguían convencerlos de que se unieran a ellos voluntariamente, mataban a sus familias y se los llevaban a la fuerza.

“Nunca hicimos nada para evitar aquellas masacres. Mientras no nos afectara a nosotros directamente, no íbamos a mover un solo dedo. Pero llego el día en que un pequeño ejército de cazadores entro en nuestra ciudad. Habían oído hablar de un lugar donde vivían los mejores guerreros. No estábamos dispuestos a unirnos a ellos, y mucho menos dejaríamos que mataran a nuestros seres queridos, ni destruyeran nuestra hermosa ciudad. Nos enfrentamos a ellos en una dura batalla. Hacia muchos años desde que algunos de nosotros hubieran tomado las armas por ultima vez. Nosotros teníamos la mayor de las motivaciones de nuestro lado, aparte de nuestra valentía. Proteger a nuestras familias y las ganas de seguir con nuestras pacificas vidas. Pero no fue suficiente.

“Fue una masacre, no solo acabaron con las vidas de todo aquel que oso enfrentarse a ellos, sino que aniquilaron a todo el pueblo, mujeres y niños, incluido. Me habían malherido y dado por muerto, cuando puede recobrar el conocimiento fui en busca de mi familia. Los encontré en nuestra casa, mi hijo tenía una pequeña espada que yo le había hecho entre sus manos. Quiso proteger a su madre, pero fue en vano. No podía creer lo que mis ojos veían. Todo aquello que yo amaba me lo habían arrebatado esas bestias. Mi furia fue tal que quise perseguirlos y darles muerte, pero en mi estado lo más probable era que muriera antes de dar con ellos. Cure mis heridas como pude y desenterré mis viejas armas, después de darles un entierro digno a mi esposa y a mi hijo. Había tomado una difícil decisión, costara lo que me costara, acabaría con el ejercito de cazadores oscuros y con su amo. Ya no miraría para otro lado.

“Les seguí la pista hasta un pueblo cercano, seguían reclutando hombres, por lo que me ofrecí voluntario para unirme a los cazadores. Si quería acabar con todos ellos, debía conocerlos, saber sus planes y puntos débiles. Durante seis años estuve bajo las órdenes de Gavin, me enseño como pensar y actuar como un cazador. Cuando íbamos de caza intentaba anticiparme a ellos, para dejar escapar a sus posibles victimas, pero cuando no tenia esa oportunidad no me quedaba otra opción que torturar y matar como él me había enseñado. Con el paso del tiempo me di cuenta de que yo solo no podría acabar con todos ellos. Comprendí que su poder residía en el miedo que infundían, nadie era capaz de hacerles frente. Solo son hombres que saben luchar y disfrutan con el sufrimiento ajeno, cualquiera que tuviera su misma formación y un poco de valor, podría equilibrar la balanza. Decidí que ya había aprendido suficiente sobre ellos y deserte de sus filas. Me propuse enseñar a todo hombre, gitano o campesino, como defenderse de ellos. Esa es la mejor forma de pararlos.

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