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El pasillo interminable se volvía más oscuro en cada paso, los faroles quedaban más atrás en cada paso. Sus suaves jadeos era lo único que podía oírse ; su visión se volvía borrosa y sus manos ya estaban llenas de sangre; ya no podía más, por cada paso, más sangre salía de su herida.

Era una flecha pulcra, de un plateado manchado de su misma sangre. No vio a su tirador, pero su puntería era perfecta, justo en el pecho, no cabía duda, era un profesional. El peto de cuero poco pudo hacer ante el filo de tan perfecta flecha, si no hubiera estado muriendo, buscaría al forjador de tal preciosura, necesitaba de esas en su haber. Pero lamentablemente estaba muriendo y no quería hacerlo así, ¿caer desangrado en un laberinto? No, gracias, el jamás morir de una forma tan mundana, ni los ojos del mejor arquero tendrían el placer de verlo así. Necesitaba encontrar algo contra lo que luchar: un animal, una persona, no le importaba, si iba a morir tendría que hacerlo con gloria, en acción.

Con un golpe en seco, cayó en los fríos adoquines.

Realmente no entendía porque la muerte se sentía suave y cálida, tampoco entendía porque sonaba como el ronroneo de un gato. Finalmente abrió los ojos y se encontró con un gato que lo miraba fijamente.

-Veo que finalmente has despertado- una gruesa voz le hablaba- ya estaba pensando en cobrarte...tal vez lo haga- el gato salió de la cama a la par que se enderezaba en la cama. Era una habitación bastante adornada. Las paredes estaban pintadas blanco, cajoneras de tenían muchos relieves que le acordaban a los muebles de su abuela, un sillón a los pies de la inmensa cama, ambas se veían igual de viejas que la cajonera y a su izquierda una señora de unos 40 años lo observaba, llevaba un elegante vestido rosado junto con un blazer de un tono más oscuro- no te preocupes cariño no voy a cobrarte- se rió- pero hablando en serio, si mi niño no te hubiera encontrado estarías muerto- suspiro, mientras se sentaba en la cama mirándolo con unos grandes ojos azules- mis médicos tuvieron que darte al menos 2 litros de sangre. Me gustaría como llegaste ahí, pero primero la cena- anuncio levantándose de golpe- has estado inconsciente 2 días, debes estar hambriento, querido, ¿Cuál es tu nombre?

-Colin

-maravilloso, como mi hijo- dio un chillido alegre con un saltito-bien Colin en armario al lado de la cajonera hay un cambio de ropa que Albert preparado para ti- apunto a una puerta que no había notado- y a tu derecha está en baño, prepárate que en 30 minutos Albert vendrá a buscarte, sientete como en tu casa. - con un guiño, salió de la habitación.

A paso de tortuga y un ardor infernal en el pecho, pudo llegar al baño. Allí se observó en el espejo: su rubia cabellera estaba revuelta y grasosa; sus ojos estaban ennegrecidos por el maquillaje que llevo en su momento, lo que resaltaba el celeste de su iris; su torso delgado estaba cubierto por una venda, esta tenía una mancha rojiza en centro. El baño era bastante elegante y simple: ducha con tina en una esquina, lavamos con espejo y un inodoro junto el cual había una mesa con diferentes productos para la herida.

Sin pensar siquiera donde estaba su ropa o quitarse el vendeja y la ropa interior, abrió la ducha y se metió. 

  Sentía fuego en el pecho, las vendas se sentían incomodas por el agua, simplemente quería arrancárselas. No podía evitar preguntarse ¿Quiénes era esa mujer?, ¿Dónde estaba?, ¿Quién lo había encontrado?, ¿Cómo sabía que podía confiar en ellos?, para esto último si tenía respuesta, si lo salvaron, se suponía que podía confiar...o no. Aun así, ya tenía una deuda con ellos, mínimo debería ser Cortés, asistir a la cena y seguir su camino.  

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⏰ Last updated: Jan 17, 2019 ⏰

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El hijo del ReyWhere stories live. Discover now