Julieta y Danilo en el parque

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Hacia demasiado frío para una tarde lluviosa de junio. Eran apenas las cuatro de la tarde y mi madre preparaba el té para su reunión de cada viernes con la señora Olga y la señora Patricia.

Mi padre está en el viñedo, no veo muy bien desde la ventana de mi cuarto, pero su cabeza se alcanza a asomar entre el bosque de parras en el que maravillosamente está sumergido. Vaya que las uvas son hermosas desde aquí, tan voluminosas, tan carnosas y especialmente dulces que el buen añejamiento tornara a esas bellas frutas en el más rico licor que por supuesto mi padre no me permite tomar.

Me sorprende que él tampoco se permita tomar ni una gota de ese vino. A veces pienso que ese vino tiene algo mágico, algo misterioso.

Pero también pienso que son tonterías. Pamplinas.

La señora Olga alude mucho a mis padres con que su vino es el mejor. 

El vino del esposo de la señora Olga es más bien jugo de uva, o eso dice el periódico en la sección de reseñas pero ella nunca lo ha de admitir. Es una señora terca, de esas que dan risa por tantas veces que se aferra a algo y nadie quiere saber si es verdad o no lo que cuchichea. 

La señora Patricia es más bien callada, tímida, y amable. El vino de su esposo es más dulzón, para las comidas.

Pienso que cada vino es el reflejo de la familia que lo crea.

A mí no me importan mucho los vinos pero cuando me case mi padre me heredará parte del viñedo.

...

Quiero estar en mi cama todo el día, pero mi madre me dice que salga con demás jovencitas. A mí no me gustan las reuniones de señoritas. Siento que todas esas niñas son aburridas, no hablan entre ellas por más de 5 minutos. Y solo hablan de los esposos que les gustaría tener. ¿Por qué no hablan de los libros que leyeron esta semana o si los sueños son otras realidades?

Son tan aburridas.

Excepto Samanta, ella es mayor que yo. Es tan exquisita, su manera de hablar, de caminar, de contonearse.

A veces fantaseo en bailar con ella en los bailes anuales de las franquicias de vino. Solo que existen problemas yo tengo que bailar con Héctor y ella...

Bueno, ella, más bien su familia no es productora de vino.

Pero casualmente por las noches sueño que ella si asiste a la fiesta y me invita a bailar toda la noche mientras escucho su maravillosa risa y apoya su linda cara en mi cuello.

¡Pero qué va! Creo que tengo una fijación con esa mujer. La admiro tanto. Si fuera hombre sería un fiel pretendiente, ese que es perfecto para ella.

Escucho a mi madre, dice mi nombre.

― ¿Julieta? Amor...

Salgo de mi cuatro y camino por los pasillos azul aqua que adornan muy bien a la casa. Vaya que los detalles en dorado que agrego papá quedaron hermosos.

Bajo las escaleras mientras intento buscarla por la sala y después por la cocina.

Oigo voces desde la terraza, son pequeñas risitas. Reconozco la risa de mi madre y de sus amigas. Camino lentamente hacia el lugar hasta encontrarme con las señoras del té, mi madre y un muchacho atractivo, tal vez tendrá unos veinte años.

― Julieta, mi amor. Él es Héctor, hijo de la señora Olga.

Me acerco a saludar a Héctor. Es muy guapo, hasta siento inseguridad de mi misma. Lo saludo de mano, pero me jala suavemente hacia su mejilla para saludarnos de beso. Que confianza la suya. Creo que me puse roja de la vergüenza.

― Amor― Continua mi madre. ― Quiero que conozcas a Héctor antes del baile del domingo. Salgan hoy, háganse amigos, hablen de lo que hacen cuando son artísticos. Pueden ensayar su vals para romper tensiones. No sé. El parque es precioso en estas épocas cuando termina de llover.

Intento sonreír lo más natural posible, no quiero incomodar a Héctor. Él solo se limita a ver a su madre como diciendo "Sera lo que tu pidas"

― Muy bien. El señor Héctor y yo pasearemos en el parque.

Intento ser ligeramente coqueta con mi sonrisa para verme más agradable a todos. Tanto como para las amigas de mi madre y para este muchachito.

― Madre, señora Patricia, señora Mercedes volveremos a las seis en punto para la cena― Dijo el perfecto castaño, mientras se ponía un abrigo.

...

Héctor abrió un pequeño paraguas, nos cubrió a los dos y salimos de mi casa. Aun la lluvia se sentía como brisa. El sol se empeñaba en colarse entre las nubes que invadían todo el cielo.

― ¿Te puedo pedir un favor Julieta? No me llames Héctor, Danilo...―Tartamudeo ― Danilo, es mejor.

Me miro tan expectante justo cuando los rayos del sol apuntaban a su cara y sus ojos cafés se iluminaban tan hermosamente. Tanto que hasta me hizo preguntarme si yo también puedo ser igual de bella que él.

― Danilo, es un nombre perfecto. Creo que te describe. Sí, es mejor que Héctor. ¿Pero porque prefieres ser más Danilo que Héctor? ¿Tus padres te llaman así? ¿Tus amigos del colegio? Eres un agente encubierto. ―Junte mis manos en forma de pistola, corrí fuera del paraguas y dispare hasta con soniditos especiales ―Piu- piu.

Hizo con su cabeza un "no, no" y sonrió como si fuera yo una pequeña niña.

Nos detuvimos en un faro del parque. Cerró el paraguas que ya no se necesitaba, peino su cabello y miro hacia el cielo.

― Me gusta que me llamen Danilo. Lo amo como a la persona que me llama así.

Veía como su aliento podía verse en un día tan frio como hoy.

Sonreí juguetona, graciosamente sonaba a que está hablando de otro muchacho. Y claro que tenía que hacer una broma al respecto.

―¿Lo amo? ¡Vamos! Eso suena como un gran secreto... Pero, como sea, a mí me gusta que me llamen Julieta pero también me gusta que me llame, Samanta "la señorita que más admiro", bonita.

Veo como Danilo solo se reduce a mirarme discretamente por el rabillo del ojo. Creo que sabe a qué me refiero.

― Escuche a tu madre decir una vez que eres una tumba ¿no es así? ―Dijo con tono retador y divertido― ¿Si ves a aquel chico? Allá en frente, en el café. Él es Francisco yo lo admiro mucho. Si fuera una chica saldría con él. Y lo alejaría de su tonta novia.

Solté una risita, me estaba siguiendo el juego, ahora resulta que éramos desviados.

Despues de un rato en el que me reia de lo que había presenciado, note que él estaba en silencio. Lo miré, él aun veía a aquel niño del café. Wow. No me esperaba nada así. Nunca. Fingí que no me causaba ninguna impresión. Aunque no pude evitar ponerme roja.

― ¡Vaya que no te asustaste! Siempre que lo digo las mujeres quieren volver a con su madre...

― ¿Tratas de deshacerte de mí? Creo que tendrás que intentar más. Yo tampoco quiero bailar contigo el domingo pero no nos queda más opción. Yo quisiera bailar con Samanta, yo siendo un príncipe. Y con referencia a lo de que soy una tumba, te lo aseguro que lo soy, así que no te preocupes de que vaya a decir algo sobre esto.

Camino hacia a él, le pego unos golpecitos en el pecho mientras que el me mira, hace media sonrisa, alza las cejas y esconde sus manos en sus bolsillos. Qué alivio que fue una broma. Dios, que muchacho.

Continuo diciendo

― No le diré a tu madre sobre tus mentiras sobre que te gusta Francisco y de que amas que te llame Danilo.

Me mira divertido. ¿Hay algo que no estoy captando?

―No le dirás nada a nadie esas que no son mentiras porque eres una tumba y yo no diré nada de Samanta porque será un favor devuelto. No creas que no entendí que también te gusta ella... Y yo sé que no solo lo dijiste para que yo tuviera más confianza en decir lo de que me encanta otro muchacho. Yo sé que eres como yo.

Nos quedamos en silencio.

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⏰ Last updated: Dec 12, 2018 ⏰

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