Capitulo Único

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Escrita por Leia

Ilustrada por Barby

Sentado en una mesa de un pequeño bar, a media mañana, mirando el ajetreo mañanero de ejecutivos, secretarias y estudiantes, Julián jugaba con su bolígrafo en la mano izquierda, mientras apoyaba cansinamente su cabeza sobre su mano derecha. Tenía un montón de hojas escritas frente a él. Ideas un tanto incoherentes de repente; su caligrafía cambiaba de un párrafo a otro y casi al final del documento, todo ya no era más que un montón de garabatos que sólo él entendía. Tendría que pasar la noche transcribiendo todo a la computadora otra vez. Tendría que cortar y pegar las oraciones y hacer que su trabajo tuviera sentido.

“No importa. No es como si tuviera algo mejor que hacer”.

“Claro, porque estás solo”.

“A nadie le importo”.

“No seas así, sabes que hay un montón de personas que te quieren”.

“Tienes amigos”.

“Están mis padres”.

“Pero ellos no pasarán la noche contigo. No en la forma en que esperamos”.

Julián suspiró. Las voces tenían razón. Estaba solo, de esa forma. Y estaba cansado de estar solo y pasar las noches arreglando el desastre de trabajo que hacía en las mañanas. Tener más de una voz en la cabeza era genial para salir con ideas originales y nuevas a cada rato, pero podía ser todo un dolor de cabeza el ordenarlas. Y las voces siempre estaban ahí, dando su punto de vista, diciendo que esto debe ir aquí y eso allá… y muy pocas veces estaban de acuerdo. A veces, Julián quería rendirse y contárselo al mundo. “Escucho voces. Hay voces viviendo en mi cabeza que discuten entre sí y hablan conmigo”.

“Hazlo, y te encerrarán en un manicomio”.

“Bueno, te tratarían, y nos perderías. Pero definitivamente estarías sano”.

“Serías igual de aburrido que todos los demás”.

“Pero estarías bien”.

—No sé si quiero estar bien —murmuró Julián para sí mismo. Su mirada seguía a una bonita camarera que iba de aquí para allá sirviendo en las mesas, con la misma sonrisa tierna para todos. Ella estaba bien, o al menos parecía estarlo. Parecía feliz y contenta. Pero simplemente… aburrida—. No quiero ser así.

“¡No puedes despreciar a los demás así!”

“Pero es cierto, los demás son aburridos”.

A veces, Julián pensaba que las voces eran suyas. Pensamientos contradictorios son normales en personas normales. Una era su conciencia y la otra era… em… la cruda realidad. Y por eso no hablaba con nadie sobre ellas y no buscaba tratarse. Nadie va al doctor tratando de callar su conciencia. Aunque sí le molestaba como sus ideas saltaban de un tema al otro, sin mucho preámbulo. Sus líneas de pensamientos eran quebradas y se dividían y subdividían con saña.

“Así es, así que volvamos al principio. Estás sólo”.

Julián volvió a suspirar, llamó a la bonita camarera y pagó lo que consumió. Recogió sus cosas y volvió a su casa. Tenía algunas cosas que arreglar y luego, descansaría en la tarde. A la noche, volvería a trabajar, antes de dormir.

Tener voces en la cabeza también tiene otro inconveniente. El cerebro siempre está pensando, siempre funcionando de forma activa. Y eso cansa. Julián dormía mucho, lo que dejaba poco tiempo para las relaciones sociales. O no dormía nada, y las voces se volvían histéricas.

The Weirdest ChristmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora