Un milagro justiciero

51 2 1
                                    

Disclaimer: Ninguno de los personajes aquí presentes me pertenece, sino a sus respectivos autores (Akiyoshi Hongo, Chiaki Konaka, Toei, Bandai, etc.)

No quiero fingir

Capítulo único: Un milagro justiciero

Si hubiera sabido que su último año de secundario, que su mismo cumpleaños estaba a punto de ser un desastre atómico, hubiera preferido marcharse con Renamon al mundo digital para nunca jamás volver. Pero la puerta de aquél lugar aún continuaba peligroso, entrar y salir aún era una odisea y muchos informáticos conocidos buscaban la manera de hacerla estable.

Pero ahí estaba Ruki Makino, discutiendo acaloradamente con su progenitora y casi mandándola a freír espárragos: ¡no tenía derecho!

—No te crié de esa manera tan fría, Ruki —reprochó Rumiko, masajeándose las sienes con las mejillas rojas. Su hija continuaba gritando a los cuatro vientos—. ¡Siempre me has llevado la contraria! ¡Siempre! ¿Cuál es tu problema?

—¡Mi problema es que no puedes decidir sobre mi vida!

—¡Diecisiete años en esta casa y ni un novio! ¡Ni uno! —Seiko estaba muy tranquila usando su Tablet en la esquina de la mesa. No parecía prestar atención a las dos acaloradas mujeres que tenían de todo en común: testarudas, cerradas y caprichosas en sus ideas. Cuando Ruki era pequeña, la discusión era porque no usaba vestidos ni flores ni nada "femenino"; y ahora, de adolescente, Ruki no traía ni un novio.

Las palabras fueron y vinieron por unos minutos más. Ruki dio un golpe sobre la mesa, casi partiéndola al medio. Seiko ahí supo que necesitaba intervenir, tenía que calmar los dos terremotos si quería conservar la integridad de la casa.

—Rumiko, ¿cuál es tu problema? ¿Está tan mal que la chica no traiga un novio?

—¡Sí, mamá! ¡No la defiendas!

—No la defiendo, pero Ruki es lo suficientemente grande como para decidir qué quiere —La pelirroja apretaba los puños y se mordía el labio inferior—. Sino tiene ganas de mostrarte a su pareja, lo hará cuando ella quiera.

—¡No tengo pareja, abuela! —vociferó la más joven.

—No importa eso, Ruki. Estoy tratando de que las dos se calmen, no pueden pelear toda la vida por tonterías. Cuando tenías seis años Rumiko lloraba porque no querías usar la falda del colegio; ahora llora porque no traes un chico. ¿Y si trae una mujer, también vas a chillar así, hija?

—¡No me gustan las mujeres! —Exclamó roja como un tomate—. ¡No decidan por mí!

—¡Se acabó, Ruki! —la modelo se puso de pie, firme y con el rostro serio—. En tu cumpleaños tendrás un pretendiente. No importa de dónde sale, no puede ser que todas las chicas de tu edad anden con un muchacho y tú sola como una solterona. ¡Tienes diecisiete años!

Aquello fue como un balde de agua fría.

—¿Qué... se supone que vas a hacer? ¿Buscarme un pretendiente el día de mi cumpleaños? —Dijo Ruki, incrédula—. No puedes hacer eso, ¡es anticuado! ¡No tienes derecho!

—Oh, sí, lo tengo Ruki Makino —y se cruzó de brazos—. Vives bajo mi mismo techo, y no te irás de esta casa sin un pretendiente, sin un novio. ¡Está decidido!

Y ahí comenzaron los gritos sin fin por unos largos y extensos minutos en los cuales Ruki deseó que la tierra se la comiera. Insultó a su madre sin pensar, le dijo que era la peor cosa del universo y salió corriendo de la casa enfadada como nunca antes lo había estado y con sus ojos lilas algo húmedos. ¿Quién se creía que era su madre? ¿Qué tenía de malo que no tuviera un novio? ¿Acaso le avergonzaba que su hija no fuera como una adolescente común?

No quiero fingirWhere stories live. Discover now