Capítulo 1

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Cabalgo por las calles de París sobre el lomo de mi caballo, con varios hombres a mi mando encabezando una búsqueda sin sentido para encontrar a mi hermana, para estos momentos Madeleine y Jules ya deben encontrarse en el burdel de Lorriane,una amiga mía, la historia de cómo la conocí podríamos decir es indecente, aunque soy de noble cuna, soy hombre y como el cual, tengo necesidades y entre ellas está el salir del hostigante ambiente de la realeza y la aristocracia, por lo cual suelo salir en las noches para tomar unas copas, y en una de esas salidas encontré el burdel de Lorriane, me agrado desde un primer momento, fue la única persona que me trató como un cliente más y no intento seducirme por el escudo bordado en la espalda de mi abrigo, cuando llegue y me senté en una de las mesas más alejadas de los borrachos que pudieran reconocerme, llegó ella, con ese alborotado cabello negro y esos brillantes ojos azules, llevaba uno de esos vestidos que mostraban sus hombros y un poco de su pecho, con una falda larga, de colores vividos que no combinaban, algo que mis hermanas jamás en su vida usarían, pero a pesar de ser una plebeya esas ropas le sentaban bastante bien, se acercó a la mesa donde me encontraba con una copa y botella de vino en la mano, parecía tambalearse por los movimientos que hacía al desplazarse entre las mesas, pero realmente esquivaba a todos los borrachos,una vez que llegó a la mesa donde me encontraba, dejo la botella y la copa, se dispuso a destapar la botella y lleno, después la puso frente a mi con una sonrisa diciendo -La primera copa va por la casa- en ese momento no confiaba en ella, pero algo en su sonrisa me hizo sonreír a mí igual, así que la invite a sentarse con un gesto al tiempo que tomaba la copa y la llevaba a mis labios para beber un trago, tenía un sabor fuerte con un toque dulce, y además estaba especiado como un buen vino tinto, su sabor es bueno, la jóven dijo -Y dime, ¿qué te trae a mi humilde cabaret? ¿Acaso buscas una chica? Por qué creo que aquí hay varias- aunque pareciera difícil de creer, por la educación que llevaba en casa yo nunca había estado con una mujer, por lo cual con su comentario mis mejillas se pusieron rojas, ella al notarlo soltó una risa bastante sonora, que aunque yo pensé llamaría la atención del resto de las personas, estás parecieron no oírla, luego se presentó -Soy Lorriane Chardin, y por tu expresión, puedo deducir que eres un aristócrata- respiré profundo para prepararme a oír sus ruegos y halagos, pero lo único que dijo fue -No te preocupes, no intentaré convertirme en tú esposa, me gusta cómo vivo y quién soy, no me interesa ser una duquesa o lo que sea que seas tú- suspiré aliviado, y luego de unos momentos, comencé a hablar con Lorriane, empezando a forjar una gran amistad.

Llevamos horas con esta farsa, al menos, para mí lo es, tras cabalgar y buscar por todas las cantinas de la zona que se me había asignado para mí fortuna, en el área se encontraba la cantina de Lorriane, cuando pasamos a revisar en ella, mandé a los hombres a buscar mientras yo fingía buscar en la planta principal, sentí un dolor enorme en el corazón al saber que mi hermanita se encontraba ahí dentro y que yo no podría ir a verla para darle fuerza, pero así tenía que ser, me esforcé en controlarme, no podía permitirme flaquear, en ese momento, sentí una suave mano en mi hombro seguida de una seductora voz -No te preocupes por Madeleine, ella está instalada en su habitación con su esposo, tiene rato que llegaron, ya han cenado y fueron a dormir, podrás verla- con sus últimas palabras, sentí que la emoción recorría todo mi pecho, y que las lágrimas se aglomeraban en mis ojos, recobré rápidamente la postura, voltee a ver a Lorriane que me sonreía compasivamente y asentí con la cabeza, luego me explico que los había instalado en el último piso donde las habitaciones eran para cuando su familia venía a verla desde Italia, la escalera para acceder a ese piso está escondida, por lo tanto, no habría problema, cuando los caballeros terminaron su inspección, les di la orden de salir y adelantarse a la siguiente cantina, luego de que confirme que todos se habían marchado, Lorriane me tomo de la mano y me llevo hasta donde estaba mi hermana, parado frente a la puerta, muchas emociones se juntaron en mi pecho y formaron un nudo en mi garganta, Lorriane me pidió silencio con una seña, luego saco de su falda una llave, con cuidado abrio la puerta y entregandome una vela me hizo una seña para entrar, con cuidado avance hasta donde estaba la cama, en ella pude ver a la jóven pareja, Jules la abrazaba protectora mente, pero me di cuenta de que Madeleine estaba inquieta y sollozaba dormida, el verla de ese modo me partió el corazón y las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, ésta sería la última vez en la vida que vería a mi hermanita, no podía soportar la idea de perderla, pero no podía verla casada con esa bestia de cara bonita, esto era lo mejor que podía hacer por ella, me inque frente a ella y pase con suavidad una mano por su rostro, acaricié con cuidado sus mejillas, limpie las lágrimas que aún escapaban de sus ojos cerrados y por última vez recorrí su pequeña nariz, como a ella le molestaba que hiciera, y como siempre, aún dormida, respingo y frunció ligeramente las cejas, cambiando unos momentos si expresión tan melancólica, sonreí triste, me acerque para besar si frente y luego susurré a su oído -Te amo Madeleine, por favor, ten una buena vida y cuídate mucho- murmuró algo incomprensible y suspiro, me levanté intentando grabar su rostro en mi mente, me limpie las lágrimas que corrían por mis mejillas, salí de la habitación cerrando la puerta tras de mí, no podía hacer más, Lorriane me abrazó, luego bajamos en silencio las escaleras, al llegar donde estaba toda la gente borracha, corrió por una botella y una copa, sirvió el líquido turbio y me la extendió -La primera copa va por la casa- sonreí un poco y luego la bebí rápidamente, tenía que continuar con la farsa -Gracias Lorriane, por todo, en verdad, te recompensare generosamente por esto, lo prometo- Lorriane me quito la copa de las manos -Luego veremos eso, anda, ve con tus hombres o sospecharán- asentí con la cabeza y me fui, no podía volver la vista atrás o correría al cuarto donde estaba mi hermana, salí de la cantina y espolee al caballo, el espectáculo debe continuar.

El rosal marchitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora