Capítulo 1 - Se abren las puertas del destino

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Ese sonido molesto de nuevo. Llevaba tres meses sin oírlo. ¿Por qué sonaba ahora? Parecía como... ¡un despertador! En ese momento abrí mis ojos.

- ¡Oh, dios! ¡Llego tarde!

Me levanté de la cama a toda prisa y abrí mi vestidor. Cogí el uniforme escolar, olía a nuevo. De hecho era nuevo. Iba a empezar la secundaria en el instituto Star Revolution, situado a unos pocos metros de la torre de Tokio. A él acudían chicas y chicos con grandes dotes para la música, el arte, los deportes, capacidad para gobernar e inventar... La gente decía que de allí salían niños prodigio: grandes presidentes de países, pintores, escritores, cantantes, atletas e ingenieros aeronáuticos. Yo, sin embargo, no tenía ninguna cualidad en especial. Se me daba bien pintar, pero como a cualquier niño que se precie...

- ¡Hotaru! – alguien gritó mi nombre desde el piso inferior—, llegas tarde.

- ¡Ya voy mamá! – Respondí.

Ese es mi nombre: Hotaru Haruno. Tengo 13 años, aunque podría tener 14 ya, pero los cumplo en septiembre. Y como he dicho antes, voy a empezar 2º de la ESO en un nuevo instituto.

Bajé los escalones de tres en tres. A pesar de solo llevar unas pocas semanas en esa casa, ya me había habituado a ellos.

Entré en la cocina y cogí la primera tostada que había encima de la mesa. Fui al baño, con la comida aún en la boca, y me peiné. Después me lavé la cara y me coloqué las lentillas; no es que no me gustase llevar gafas, pero es que me resultaban muy incómodas para las clases y por eso solo las usaba en casa.

Me dirigí hacia la entrada. Me encajé los zapatos de colegiala y a continuación salí disparada por la puerta.

Según mis cálculos, llegaba cindo minutos tarde a la presentación para los alumnos de 2º curso.

- ¿A dónde vas? –Preguntó una voz detrás de mí.

Me volví. No lo había pensado, pero, para mi sorpresa, el pelirrojo de Ootani y yo coincidimos en el mismo instituto. Éramos vecinos y amigos desde los cuatro años. Sin embargo, nos encantaba picarnos el uno al otro.

- A clase. ¿Adónde sino?

- ¿Tan pronto?

- ¿Cómo que tan pronto? ¿Es que acaso no sabes la hora que es? Son las 8:15 h, ¡ya han empezado con la reunión!

Se quedó mirándome pensativo desde la ventana de su habitación. Y luego salió de su casa corriendo, me tomó de la mano y exclamó:

- Pero corre, tonta. ¡Qué llegamos tarde!

Eso ya lo podía hacer yo, pero supuse que a los chicos les hace ilusión poder coger a una chica de la mano y poder creerse el héroe. Así que lo dejé estar.

Llegamos 10 minutos después de la charla. La gente ya estaba mirando las listas donde te dicen la clase a la que perteneces. Ahora todo dependía de que, por favor, no me volviera a tocar con Ootani en la misma clase. 10 años a su lado eran insoportables, no podría aguantar cinco más... Pero por desgracia, aquel no era mi día. ¿Sería cosa del destino? No creo.

- ¡Mira, Hotaru, estamos juntos de nuevo! –Gritaba él mientras venía hacia mí corriendo.

- ¡Qué felicidad! –Exclamé en tono sarcástico. Supuse que aquella pequeña desgracia se debía a que nuestras madres hicieron la matrícula a un mismo tiempo. De todas formas no nos sentaríamos juntos, o al menos eso esperaba.

Como era nueva en esto, y el instituto era muchísimo más grande que mi anterior escuela, después de ir al aseo (lo único indicado con un cartel gigante) decidí preguntar por mi clase a una chica que había estado mirando las mismas listas que yo.

- Disculpa, ¿sabes dónde se encuentra el aula de 2ºB?

Me miró con una sonrisa de oreja a oreja y luego añadió:

- Claro que sí. Yo voy a esa clase.

Me alegré de oír aquellas palabras. Por fin hacía una amiga entre tanto gentío, bueno, más o menos.

Me acompañó hasta el aula. Solo quedaban dos sitios libres: uno al lado de una chica guapísima y otro al lado de... Ootani. Me dispuse a sentarme al lado de la muchacha, pero Kilari (la joven que me acompañó) se adelantó; se ve que ellas se conocían de antes. Resumiendo, que pasé mis dos primeras clases en compañía del pelirrojo de mi vecino. Vaya mierda. ¿Es que el niño no tenía más amigos o qué?

Hubo un pequeño descanso para poder tomarnos el almuerzo.

Gracias a que mi odioso vecino hizo un amigo, bastante mono, me pude sentar debajo de un cerezo. Me encantaban aquellos árboles; solo ver esas flores rosadas caer me hacía sentir mucho más relajada y me olvidaba de todo.

Al cabo de unos minutos, a mi lado se sentó una alumna que era igual que Kilari, solo que tenía las puntas del pelo tintadas de violeta, y un aire un tanto diferente. Como más feroz. Comenzó a susurrar algo, y pensé que hablaba conmigo. Entonces, no me anduve con rodeos y decidí hablarle:

- Hola. Eres la chica de antes, ¿no? Vaya no te había visto, jeje ¿Qué tal las primeras clases?

Me miró con desprecio y luego, contestó:

- Mira, no sé quién eres ni qué quieres, pero te agradecería que me dejases comer tranquila. Además, no nos habíamos visto antes.

Apartó su mirada de mí. Creo que la había hecho enfadar. Pero se parecía tanto a Kilari... hubiera jurado... bueno, ya daba igual. Después de aquello, solo me limité a pedirle disculpas por la confusión.

De nuevo sonó el timbre, y todos y cada uno de los alumnos del instituto Star Revolution tuvieron que volver a las clases. A nosotros nos tocaba Ciencias de la Naturaleza, o como a mí me gustaba llamarla: la siesta. Nunca había apreciado mucho esa asignatura, y la asignatura a mí tampoco.

CONTINUARÁ...

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