La Llegada

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-Martes 16 de Febrero 1840

Diario de Lorenzo

Este es mi diario, es algo sencillo la ver pues solo no acostumbro hacer este tipo de cosas, decidí empezarlo porque quería guardar algunas de las cosas que no puedo contarles a otras personas, iniciando porque vivo en el Castillo Vonkaiser de Nightlia, soy un Joven Vampiro, mi nombre es Lorenzo Reminorff, no tengo claros recuerdos de lo que fue mi vida antes de vivir aquí, pero desde que estoy aquí me he dedicado en dar todo lo posible por ayudar a la señora Morrigan quien me acogió en este lugar, ella y su esposo Radamanthys, ella es una mujer muy bella y voluptuosa con un gusto por exhibirse nada normal, mientras él es un hombre fuerte de un carácter un poco difícil y resentido (no me metería jamás con él, el ultimo que lo hizo termino colgado de cabeza a 10 metros del piso solo sostenido por sus testículos) Son los dueños del castillo y hasta donde sé, la cabeza de la raza vampira en Nightlia (acoto que si es más lejos no tengo ni la menor idea de hasta donde llegara su reinado) junto a mí en el castillo viven también una Señora llamada Elizabeth, que la verdad desde que la conocí me tiene cautivado, no sé qué tiene, si es su piel tersa, sus labios finos o su mirada, pero ella tiene un algo que me deja embelesado a sus pies, junto a ella está su hija Clara, ella es mi mejor amiga en el castillo (claro es la única que podría decirse corresponde a mi edad) tiene un gran parecido a su madre pero a diferencia de la actitud fuerte y algo seca de su madre, clara es más abierta y le gusta jugar, es muy inquieta y entrometida a veces pero es muy cariñosa y buena. Creo que esto bastara por el momento para iniciar el diario tan pronto ocurra algo trascendente plasmare nuevamente mis ideas en él.

-Jueves 18 de Febrero del 1840

Diario de Lorenzo

Como era de costumbre todos los jueves la señora Morrigan nos llevaba a Elizabeth, Clara y a mí al pueblo, ese era el día que elegíamos para bajar a alimentarnos, Radamanthys y ella se sentaba de un lado del carruaje y Clara y Elizabeth del otro lado, yo iba sentado en la parte trasera del carro mientras y como lógicamente pasaría el cochero adelante. Entre el castillo y el pueblo hay un espeso bosque que ningún aldeano se atreve a intentar cruzar (lógico yo tampoco lo haría, el bosque está plagado de criaturas extrañas, entre ellas hombres lobo para ser simples) Mientras cruzábamos el bosque nos llevamos una sorpresa de repente se escuchaba un grito de auxilio, era un aldeano, ¿qué hacía en el bosque y para completar de noche? era un misterio, lo que si se es que dentro del carruaje la primera en darse cuenta de la voz del aldeano fue Clara y grito señalando a través de la ventana, la señora Morrigan intento ver que era lo que señalaba ella pero no lograba ver nada entonces Elizabeth tomo el rostro de mi señora y lo apunto en la dirección correcta para ver a un hombre que estaba en medio del bosque, cuando nos detuvimos frente de él pudimos ver a una mujer mal herida recostada en el piso, mi señora Morrigan fue la que bajo y al hacerlo el aldeano se dirigió a ella, mientras los demás se asomaban para ver.

-Aldeano: señora por favor ayude a mi hermana, nos atacó una bestia del bosque por favor

Viendo la situación la señora me pidió que recogiera a la mujer, cuando ella volteo para verme y volvió a mirar al aldeano este había desaparecido, desconcertados se volvieron a acomodar en el carruaje mientras yo acomodaba en la parte trasera a la mujer de pelo rojo con ojos amarillos, esta mujer era voluptuosa pero su cuerpo estaba muy malherido lo más probable es que aunque la ayudáramos no sobreviviría. La tape con un manta mientras nos fuimos a alimentar en el pueblo, la única que no fue a cazar su alimento fue la señora Morrigan ella permaneció en el carruaje hasta que volvimos a casa, allá la señora me ordeno llevar a la mujer a un cuarto del castillo desocupado, una vez allí en frente de mi Morrigan mordió el cuello de la mujer, empezando a succionar poco a poco la sangre de ella, se notaba por la cara de satisfacción de mi señora que la sangre era muy deliciosa, pero de un momento a otro la cara de satisfacción paso a ser una cara de susto y mi señora se separó de golpe del cuello de la mujer sin terminar su comida, su cara mostraba un pánico que nunca había visto en ninguna de las personas del castillo, sin más se limpió el rostro con un pañuelo y me dijo.

-Morrigan: báñala y vístela, dejaremos que viva aquí

Y sin más le asentí acatando sus órdenes.  

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