Bajo mi cama

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Capitulo uno:

Subió un tramo tras otro las escaleras hasta pararse delante de la puerta de lo que iba a ser su refugio durante al menos cuatro meses. Allí encontraría por fin la soledad que tanto echaba de menos cuando comenzaban las vacaciones de verano en familia.

Intento abrirla, pero estaba atascada, el pomo no giraba, lo forzó, lo movió e incluso lo golpeo, si embargo nada, no lo consiguió. Ya se había dado por vencida, decidida a buscar ayuda, cuando un ruido de metal oxidado a su espalda la hizo detenerse en el primer peldaño de la escalera. Ahora la puerta estaba abierta, la empujo con el pie mientras con una de sus manos buscaba a tientas el interruptor de la luz.

Una bombilla sucia por el paso del tiempo iluminó la habitación con su luz ocre, dejando al descubierto una escena antaño olvidada de muebles ocultos bajo sabanas blancas.

Abrió la ventana que se encontraba al fondo, así la brisa entro y  purifico el aire cargado después de tantos años allí encerrado.

Una sabana tras otra fueron cayendo al suelo a medida que Sara tiraba de ellas, dejando al descubierto un armario, una silla, una cómoda y por ultimo la cama.

Comenzó a limpiar la fina capa de polvo anaranjado que lo velaba todo, a medida que iba desapareciendo las superficies pulidas volvían a recuperar su brillo.

Fue entonces cuando un rayo de sol se coló entre las ramas del nogal que cubría en parte la ventana, he hizo que entre las vetas de la madera negra de la cama surgiese un resplandor dorado. La razón le decía que no era mas que el reflejo del sol, sin embargo algo la impulso a posar su mano, la luz cobraba fuerza allí donde su piel hacia contacto, sintió como una energía la iba calentando con el paso de los segundos y hacia que el anillo que tenia en su dedo vibrase, se hallaba como en trance,  acercándose más y más hasta posar también su mejilla.

-          ¡Sara, baja!- La vos de su madre desde el piso de abajo trajo de nuevo su consciencia a su cuerpo y como pudo logro alejarse, no sin  esfuerzo, de esa luz dorada que la llamaba.

Bajo las escaleras, sus mejillas las tenía encendidas y todavía sentía una extraña energía recorriendo su cuerpo. No se atrevía a decir nada de lo que le había sucedido, por temor a que pensasen que había recaído otra vez en sus alucinaciones.

La cena fue como siempre, niños hablando de ir al lago al día siguiente a nadar , adultos planeando las actividades de mañana y Sara, callada ensimismada en sus propios pensamientos, que en esos momentos solo giraban en torno a buscar la manera de escabullirse y subir otra vez a su habitación.

-          Tengo sueño, me voy a dormir.- dijo sin más.

Todos se le quedaron mirando mientras ella se alejaba del comedor con prisa, dejo atrás el ruido de las voces de su familia murmurando que la encontraban mas rara de lo habitual. Su madre la siguió con la mirada.

Estaba otra vez en el ático, todo seguía en su sitio, como si nada hubiese pasado hace unas horas. Corrió a sentarse sobre el colchón, volvió a posar su mano, sin embargo nada sucedió, acerco entonces su mejilla notando únicamente la dura y ahora fría madera.

Decepcionada, pensando que su imaginación le jugaba otra vez malas pasadas, se despojo de sus ropas y se metió entre las sabanas. Ahora que estaba sola podía tumbarse desnuda y notar como la brisa acariciaba su piel refrescándola, permitiendo que el sueño se apoderase de ella enseguida.

Era media noche todavía, la familia seguía reunida en el salón charlando mientras los niños dormitaban por las esquinas después de un día largo de diversión. Arriba, Sara seguía durmiendo en su cuarto sin darse cuenta que a su alrededor todo cambiaba, la luna llena se asomo entre las ramas del nogal iluminando con su luz mortecina la  habitación, las débiles sombras creadas se  agitaban sin razón y escapaban de su unión a los objetos de los que surgían, así libres se arremolinan sobre ella inspeccionando cada uno de los centímetros de su piel pálida y desnuda; si embargo algo cambio, porque comenzaron a moverse excitadas intentando esconderse lo más rápidamente posible, algo estaba por llegar, se aproximaba, lo presentían, se les acababa el tiempo de diversión. Y así  surgió bajo la cama una forma de mayor tamaño, más oscura, más fuerte y con dos ojos dorados relucientes, que miro a su alrededor e intimido, más si cabe, a las pocas pequeñas sombras que se atrevían a observarle desde sus escondrijos. No se percato de la presencia de Sara hasta que esta se agitó en sueños,  alzando sus brazos como si intentase defenderse de alguien.  Se inclinó sobre la cama aproximando sus relucientes ojos a la cara de Sara, observándola. Fue entonces cuando ella alzo una de sus manos que acabo golpeando la negra madera de su lecho, el  anillo de su abuela tintineó y un estallido de luz provoco que todo se iluminase como en pleno día. Ella se despertó  sobresaltada, se cubrió rápidamente con la sabana, creía que había cerrado la puerta para que nadie la molestara, sin embargo una claridad cegadora se había colado bajo sus parpados cerrados. ¿Quien había encendido luz? , se preguntaba. Destapo su cabeza y tímidamente miro entre sus pestañas, no había nada, solo oscuridad nada más.

-          ¿Hay alguien ahí? -Espero en vano respuesta.- ¿Berto eres tú? Sal de donde estés, como te pille se lo voy a decir a tus padres.- Parecía que su primo pequeño no estaba por allí incordiándola

Se levanto  y de puntillas fue hasta la puerta; al asomarse únicamente escucho el murmullo de su familia en el piso inferior, tampoco había nadie allí, solo oscuridad, otra vez.

Corrió hacia le ventana, fuera únicamente se escuchaban los grillos y las olas del lago romper contra el embarcadero. La cerró y volvió entre las sabanas.

Todo parecía tranquilo, por lo que no tardo en volver a dormirse, pensando, ingenuamente otra vez, que todo había sido causa de su imaginación o de un mal sueño.

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⏰ Última actualización: Apr 09, 2012 ⏰

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