Autopsia

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Ella era una muchacha con la mirada pérdida, vacía de esperanzas e ilusiones porque las palabras de otros las habían destruido.
Cuando la veían nadie entendía su forma de comportarse. (¿Y por qué lo harían? Ella era una muchacha pérdida) Algunos decían que era pena lo que sentía, tristeza superficial, otros opinaban que era inmadurez, una manera de ''llamar la atención''. Pero ella, la muchacha pérdida, sabía que era algo más profundo, oscuro y complicado que tales simples conceptos que la gente pensaba. (Nadie la conocía. No ellos, ni tampoco ella)
Cada vez que cerraba sus ojos, obligándose a respirar (porque si no probablemente explotaría), podía sentir la rabia, ira y enojo rodeándola. Como una tormenta acechando.
Porque sí, estaba dentro de su propia tormenta con la impotencia (Maldita impotencia) de no poder controlarla, no poder controlarse. Todo se movía con brutalidad, golpeando y haciendo trizas los pocos momentos de paz, de sol, que tenía. La oscuridad la consumía a tal instancia que era capaz de borrar cualquier recuerdo que alguna vez estuvo hecho de luz.
Deseaba gritar, producir algún sonido que hiciera a alguien notar lo sola, abandonada y pérdida (Valga la redundancia) que estaba. 

 - ¡Ayúdame!-  parecía decir con cierta súplica - Cambiaré, sólo dame otra oportunidad-. 

Pero cuando abría la boca lo único que solía salir era silencio, silencio que era respondido por risas agudas, burlescas y ácidas que en vez de ayudarla solo la empujaban más a la oscuridad. No importaba si guardaba su dolor ni tampoco la constante máscara de ''felicidad'' que usaba para intentar no despertar a esas risas, ellas continuaban riendo al ritmo de la tempestad, de la gran tormenta.

Y de esa manera la ira de la muchacha crecía, apoderándose de cada rincón de su corazón. Ira por ellos quienes jamás podrían comprender el dolor que causaban cada vez que la miraban con decepción, desaprobación como si al dirigirle la palabra esperaran otra respuesta, otra persona, que nunca llegaría de la manera ideal. Rabia por esa chica del pasado que fue, quién intentó por tanto tiempo que aquellas risas la oyeran, descubrieran que la estaban destruyendo y se detuvieran. 

 - ¿Es qué no lo ven? Quiero ser como ustedes quieren que sea. Pero no puedo. Porque lo intento una y mil veces y vuelve a salir mal. Vuelven a estar mal conmigo. -

Odio por la chica que seguía siendo. Asustadiza, tímida, insegura, escondiendo todo detrás de una pared de enfado que seguía creciendo al pasar las horas. Odio por la chica en la que se convertiría: con un montón de sentimientos guardados.
La oscuridad decía quererla. Parecía pedirle que se rindiese, abrirle los brazos y demostrarle que el dolor era suficiente. Que el enfado sólo traería decepción. Nunca ellos vendrían a pedirle perdón ni la escucharían. Estaba sola. Su única esperanza era dejarse llevar por la tormenta, y si tenía suerte desaparecería. 

 - ¿Por qué no es eso lo que ustedes quieren? Si ya no me quieren estorbando, siendo una inmadura y altanera ¿Qué esperan para dispararme? Pues no sería la primera vez que lo hacen.-

Porque esas mismas risas que decían quererla, protegerla, eran quienes se burlaban de su sentir, pensar y actuar. Esas personas en las que debía confiar eran las mismas que con el tiempo le habían quitado cada parte de ella misma y la habían convertido en la muchacha pérdida. Y detestaba estarlo, detestaba haberse dejado hundir...Dado que no importaba cuanto la oscuridad le pidiera rendirse, ella ya lo había hecho desde la primera carcajada.

Cerró sus ojos y entonces explotó. Dejando de respirar, volviendo a gritar con todas sus fuerzas...Y nunca pudo descubrir si alguien la escuchó, pues ya era demasiado tarde.La tormenta se la había llevado.

Señorita anestesiaWhere stories live. Discover now