Capitulo 1: Mezcla de sensaciones

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Primera Parte: Los caídos del cielo.

Capítulo I: Mezcla de sensaciones

-Michael… - susurraba nuevamente mi nombre aquella voz gélida en sueños. 

            Un día raro, una forma de despertar distinta, y esto ya se hacía costumbre. Una voz, diferente a cualquier otra que había escuchado, fría como el hielo e insoportablemente seductora, me llamaba. Me levanté de pronto de mi cama. Noté que mi respiración era agitada y el miedo, que me invadía desde hacía una semana, se había apoderado de mí otra vez. Miré hacia la mesita de luz en donde se encontraba el reloj que marcaba en ese momento las 6.23 a.m., era aún muy temprano. Cerré los ojos e intenté recordar que es lo que había soñado, la pesadilla causante de mi temor. Pero solo mi mente recordaba esa voz tan fría. Por un instante, pensé que había sido eso lo que me había despertado. En ese momento, una sombra pasó a gran velocidad por afuera de la ventana.

            Me levanté temblando aún del susto y con gran temor, atravesé la habitación hasta la ventana. Como era de esperar, estaba oscuro afuera  y aún el sol no salía. “Debió haber sido algún gato jugueteando bajo la luna”, me dije.

             Volví hacia mi cama, pues tenía un gran día por delante. En unas cuantas horas tendría que ir a la capital para saber el resultado del examen de ingreso a la Universidad y necesitaba descansar. No supe cuantos minutos habré estado tirado pero no podía dormir. Había agudizado el oído por si volvía a escuchar aquella voz, o tal vez eran los nervios que hiciera que oyera mi nombre desde hacía una semana atrás en mi cabeza. No era nada productivo el hecho de pretender descansar por lo que me puse en acción. Me vestí el jean y me puse el chaleco arriba de la remera.

            Bajé hacia la cocina a desayunar. En la planta baja todo era silencio. Mi padre, Alexander Darrell, ya se había ido al trabajo.

            Yo, Michael Darrell, soy un chico de 18 años. Vivo en la provincia de Mendoza, Argentina; una zona seca, árida, aunque es un paraíso con respecto al desierto que la rodea. Vivo en un pequeño pueblo, a 65 km alejado de la capital, en un valle rodeado de las esplendorosas montañas nevadas de la cordillera. En éste pequeño pueblo, llamado Valle del Sol, viven aproximadamente 50 personas y todos nos conocemos. Es un pueblo tranquilo, la paz y el orden reinan en este lugar campestre y el poblado crece en armonía.

            Cada tanto, algunas personas iban  a la ciudad para buscar recursos y tecnología para que el pequeño Valle del Sol no se quedara atrás como un pueblo distante de la sociedad. Otras personas, como mi tío Daniel, encontraban en la capital un lugar mejor que Valle del Sol, y construían su vida allí. Otros se quedaban a trabajar en el pueblo como era el caso de Alex. Los jóvenes por lo general, encontraban una gran vida en Valle del Sol; pero los que tenían un espíritu aventurero y deseaban ir más allá de las montañas que los rodeaban, se preparaban mucho para ingresar a los mejores institutos y universidades de la ciudad, por lo que pocas veces volvían al valle para ver a sus familias. Ese año, Valle del Sol esperaba ansiosamente que alguno del grupo de jóvenes hubiese ingresado a la universidad. Muy pocos casos habían de jóvenes aventureros que querían conocer lo que el hermoso Valle del Sol no les había mostrado. Hace una semana atrás, en la universidad había rendido un exámen para ingresar éste año a estudiar Ingeniería Química .

            Sólo Alex y yo habitamos la casa en donde vivo. Mi madre, Cassandra, pero prefiero llamarla Cassie, dejó a mi padre hacía 9 años atrás por una serie de problemas referidos a mi hermano mellizo fallecido. Lo único que recordaba era escuchar gritos, más gritos y algo de porcelana que se rompía. La muerte de mi hermano provocó una gran conmoción en el pueblo y mi familia, sin haber superado aquella crisis, terminó por disolverse. A Cassie la visito todos los veranos, ella vive en la capital de Mendoza. Nunca entendí el motivo por el cual se fue un poco lejos. Me quedo mas tiempo con Alex ya que el no podría subsistir solo, apenas sabía cocinar. Además, yo me parecía mucho a él: a ambos nos gustaba la soledad y serenidad de la vida, el propio espacio y tiempo, nos molestaba mucho influir en la vida del otro. Por su parte, me gustaba la relación que teníamos. Alex es tranquilo, muy calmado y decisivo en lo que hace. Cabe aclarar que es el tipo de padre que muy poco influye en las decisiones de su hijo y más si tenía plena confianza en él. Cada uno aprendía algo del otro y eso era bueno.

"Norfragia: Luz y Oscuridad" [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora