LA TRAICIÓN DE MI MADRE

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IIIX

LA TRAICIÓN DE MI MADRE

La relación entre mi madre y mi padre estaba quebrada, todos tomamos caminos distintos en el pensar. Cada quién en lo suyo, permitía cierta tranquilidad. No hablar del tema se volvió una ley en casa. 

Después de esa noche donde mi papá sacara a mi mamá del cuarto casi a patadas, cambiaron muchas cosas. Mi papá principalmente. Se volvió callado, temeroso y de mirada esquiva y agresiva. No hablaba con ninguno de sus hijos otra cosa que no fuera escarbar sobre la conducta de mi madre cuando él trabajaba. Le prohibió ir a cualquier lado y le quitó la llave, pero mi mamá nos pedía la nuestra. Teníamos que tener llave para ir a la escuela. Además mi mamá todavía nos llevaba.

Pobre de mi papá, no podía controlar la situación porque debía trabajar y como antes dije, ese trabajo era esclavizante. Ella seguía escapándose. A veces aprovechábamos y salíamos también a casa de las vecinas a jugar o a hablar estupideces. Se entretejió una cierta complicidad entre mi madre y yo. Mi papá últimamente estaba muy celoso y paranoico también conmigo. A ciencia cierta tenía motivación. Ya que a mi edad ya empezaba a gustarme los varones, en especial un catire que vivía por la casa. Esos ojos me hechizaron. Cuando mi papá se enteró, a causa del mismo bodeguero lengüetero, las cosas se pusieron peor para mí.  Me espiaba aún más y me prohibió más cosas.

Esta represión sobre mi provocó que buscara escape, así que inicié esa cierta complicidad con mi madre. La escuchaba como si fuera una confidente. Y así como cuando pequeña era confidente de mi papá y le escuchaba sus dolores y pasados oscuros, en pre adolescencia lo fui de mi madre. No por la misma motivación sino porque la veía como una amiga o un apoyo de libertad.

Solo tenía 12 años, y aunque pareciera que uno sabe mucho o es muy maduro, sigue siendo un niño. Más aun cuando te criaron encerrado y protegido del mundo. Lo que me ayudaba era mi mente objetiva que tuve desde niña. En verdad era un adulto encerrado en un niño, pero había ciertas cosas, ciertas respuestas en mí que recordaban mi corta edad. Como cuando asesiné a la vieja tiesa que supe lo que era miedo y terror, así.

El hecho que mi papá no me dejaba salir ni tener libertad no me permitía lograr ciertas cosas en la calle: divertirme, tener novio y matar.

Matar ara mí era una necesidad, después de haberlo hecho y haber pulgado el miedo y mi primera experiencia, como no podía hacerlo por mi encierro y falta de oportunidades, me desquitaba con animales, insectos y hasta con mis propias muñecas y juguetes. Para mi sorpresa, esa necesidad había menguado, una vez que descubrí el amor adolescente.

No sé si mi mente había cambiado o si estaba en otra etapa macabra. Lo cierto es que estaba viviendo tiempos de cambio.

Yo era un adulto encerrado en un niño pero mi madre era lo contrario. Me comentó un secreto a escondidas. Recuerdo que me llamó en silencio a su cuarto y me encerró con ella, me dijo su secreto. Estaba planeando dejar a mi padre, Yo no lo aprobé de primeras, pero me vendió un futuro lleno de libertad porque quería llevarme con ella. Imaginé mi vida sin restricciones de salir a vivir mi idilio y a tener más oportunidades de saciar mi sed de matar si se presentaba de nuevo.

Aunque siempre en mi mente, el amor por mi padre, motivaba mis ganas de seguir vengándome de la gente que le hizo daño, pensaba que ya no era un niño débil sino más bien, un adulto castrante. Pensé que era inmune a seguir sufriendo, pero para mi asombro, seguía siendo el niño abusado y necesitado de venganza. ¿Cómo lo supe? Me dí cuenta cuando lo vi llorar a escondidas por su infortunio amoroso. Por la traición de mi madre y por el miedo al futuro.

Cada vez que mi madre tenía oportunidad me recalcaba sus intenciones de fuga. Me prometió que cuándo tuviera donde vivir y trabajo seguro nos iríamos las dos. Era una situación confusa para mí. Mi cabeza daba vueltas y me volví una joven inconstante. Quería irme, pero el amor por mi padre me hacía sentir como un coleto de baño público. Sin embargo mi madre era tan convincente que me atrapó en su plan y la idea de vengar a mi padre me impulsó a aceptar la huida con ella, Así que la planeamos.

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