El Talismán de Luna

Jazael Hernández

El talismán

de Luna

1

Colegio de Magos Americano.

                Era el último día de clases y ya yo estaba deseoso por graduarme, estaba en clase de relaciones mágicas, ya que había decidido que trabajaría en el consejo de magos, mientras que Anne, seguro ya había salido de su clase de Sanación III, ya que ella quería trabajar en el Hospital de magos San Bernardino. Apenas sonó la campana fui a encontrarme con ella. Anne Blanc y yo, José Riva, éramos mejores amigos desde hace ya algunos años. Ella era blanca, como la nieve y la leche juntas, de una belleza incomparable,  yo por otra parte era de un color más tostado y mi cabello era totalmente negro, muy venezolano en realidad.

                ---José, ¿ya compraste la ropa que usarás en la graduación? ---preguntó Anne con su suave voz.

                ---No, pensaba hacerlo hoy mismo en la tarde ya mañana es la graduación y yo aun no he comprado nada...

                ---No te preocupes yo tampoco he tenido tiempo de hacerlo, pero mi papá y yo vamos hoy también y me dijo que te preguntara si querías ir con nosotros.

                ---Sabes que si quiero ---no hace falta que preguntes---, ¿a qué hora estoy en tu casa?

                ---A las dos en punto.

                ---A las dos en punto.

                Luego de eso hablamos de como habían sido nuestras últimas clases en el Colegio, que mas que clases en si, eran solo despedidas, en las que llevábamos comida y celebrábamos que finalmente nos habíamos graduado. Camino a casa (Anne vivía a una cuadra de mi casa) nos encontramos con un par de jóvenes que no parecían tener muy buenas intenciones, es decir, un par de ladrones, nosotros vivíamos en Barquisimeto, y esta situación era casi normal, para llegar a casa, primero teníamos que pasar por una calle un tanto solitaria y usualmente era allí donde se ocultaban todo tipo de maleantes, el Consejo de Magos nos permitía usar magia en contra de Normales (personas sin magia), siempre y cuando estuviésemos en peligro y cuando no hubiese curiosos cerca.

                Así que seguimos caminando y aquel par nos comenzó a seguir, podíamos casi sentir su alegría, dos jóvenes una chica y un chico no tan fornido, caminando solos por una calle solitaria como esa, eran una presa muy fácil. Cuando íbamos por la mitad de la calle aquellos dos apretaron el paso y se acercaron bastante a nosotros, en cuestión de segundos, para llamar nuestra atención comenzaron a hacer sonidos sibilantes, pero seguimos caminando sin voltear. Anne estaba reprimiendo la risa, sabía que a ese par les iba a ir mal ese día. Luego, se acercaron tanto que podían tocarnos solo alzando un poco sus brazos, incluso pude oir como uno de ellos cargaba su arma, los dos estaban vestidos con suéteres oscuros, con la capucha puesta y tenían lentes de sol tan oscuros como el carbón, el más alto fue el que hablo primero.

                ---Dale pues vieja dame todo, los bolsitos, las carteras, lo que tengas en los bolsillos, todo.

                ---Pero eso es rápido gafo y no voltees o te quiebro aquí mismo ---dijo el segundo que era más flaco que el primero.

                ---Calma, calma ---dije tranquilamente--- les daremos lo que se merecen.

                ---Déjate de estupideces --dijo el primero-- y tu dame ese collar --en ese instante extendió su mano para tocar el collar de plata que Anne siempre tenía puesto, desde el día que la conocí nunca la había visto sin ese collar. Era un collar valioso ya que tenía un dije con una esmeralda brillante en el centro.