Capítulo 27

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—By. —Giro sobre mis talones, encontrándome con un Taylor con el torso descubierto y vistiendo un par de bermudas, no puedo evitar que mis ojos se detengan en su torso, simplemente puedo imaginar lo tonta que me veo, pero vale la pena.

—¿Qué pasa? —Pregunto, regresando mi vista a sus ojos, Taylor niega divertido mientras se acerca a mí, el reducido espacio que se hacía llamar baño, no era cabida para los dos, pero el simple hecho de tener el pecho de Taylor pegado a mi espalda, me hacia olvidar del resto.

Dejo el cepillo que había llevado conmigo sobre el pequeño lavamanos y apoyo mi cabeza en el pecho de Taylor, èl pelirrojo detrás de mi no tarda en colocar sus manos sobre mi estomago, para luego presionar un beso contra mi cuello.

—¿No iras a la playa? —Ladeo la cabeza algo confundida y lo observo a través del espejo frente a nosotros.

—Sí. —Suelto un suspiro y golpeo una de sus manos cuando intenta meterse bajo la camisa blanca que había tomado de su maleta—. No empieces, Acker.

Una nalgada es proporcionada a mi trasero y lo fulmino con la mirada cuando se aleja de mí, abandonando el pequeño baño.

—Si no sales en tres minutos vendré por ti, señora Acker. —No puedo evitar reír ante su vacía amenaza, suelto un suspiro, y con rapidez sujeto mi cabello en una coleta.

Hasta donde sabía los chicos habían regresado a la manada, Taylor y yo éramos los únicos que nos íbamos a quedar el fin de semana aquí, cosa que no me molestaba.

Necesitaba alejarme del asunto de los lobos por un momento.

Abandono el baño un minuto después, encontrándome con la toalla de Taylor sobre la cama, el había tomado la mía en lugar de la suya. Niego un poco divertida, tomando la toalla y colgándola en mi hombro.

La camisa blanca de Taylor cubría la mitad de mis muslos, cubriendo consigo el bikini que llevaba bajo del mismo. No sabía que reacción tendría Taylor, no éramos los únicos en la playa, pero tampoco tenía en mente cambiarme por él.

Encogiéndome de hombros tomo el protector solar y salgo de la habitación, cerrando la puerta detrás de mí.

El lugar que Taylor había escogido era una pequeña cabaña en construcción, una cabaña que pertenecía a sus padres y que él había prestado para esta ocasión.

Pero la construcción a la que se refería Taylor era al patio trasero, el cual era el único que faltaba.

Observo la sala de la cabaña, no era tan grande como la casa en la manada, pero tampoco era tan pequeña. Era perfecta para un familia de cinco. Cosa que me ponía algo nerviosa.

Niego con la cabeza, alejando aquellos pensamientos y me dirijo a la entrada principal, la mata de cabello rojizo entra en mi campo de visión, ofreciéndome una gran vista de la espalda de mi novio, ahora –prometido-, el cual se gira cuando siente mí presencia.

Sus ojos no se quedan en los míos por mucho tiempo, y no puedo evitar sentirme intimidada cuando el par de ojos verdes se detiene a la altura de mi pecho.

—¿Enserio iras con esa camisa? —Lanzo la toalla en su dirección, la cual termina siendo atrapada entre sus manos.

—Mis ojos están acá. —Recalco, señalando mis ojos con mis dedos—. Y si, aun eres joven para morir de un infarto.

—¿Tendré que golpear a alguien? —Taylor sonríe, tirando de mi cuerpo al suyo mientras se apoya en el pasamanos detrás de él, mi pecho se presiona contra el de él y sus labios buscan los míos, no tardando en entrar en contacto.

Green Eyes © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora