Capítulo 89: Un baile en Almack's IV

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De pronto la vio aparecer como una visión perturbadora, sonriente del brazo de un joven vestido con el uniforme de gala de los oficiales del ejército del zar, ahora muerto junto a su familia tras su ejecución hacía a penas un año

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De pronto la vio aparecer como una visión perturbadora, sonriente del brazo de un joven vestido con el uniforme de gala de los oficiales del ejército del zar, ahora muerto junto a su familia tras su ejecución hacía a penas un año. Pero se sonreían parecían tenerse gran confianza y a su pesar captaron la atención de muchos de los asistentes.  Y más pronto que tarde los murmullos se propagaron como la pólvora.

—Es la nieta del conde de Argyll y su acompañante es un refugiado ruso...—Se oyó  decir a la esposa de Lord Russell. 

—¿Nieta? Creía que sus nietos eran aún unos niños. — Objetó la esposa del vizconde de Lisk quien la miró de arriba abajo ocultando su disgusto tras un abanico de nácar. 

—No, esta ha venido desde América. Dicen que James tuvo una hija natural con su ama de llaves.— Repuso otra que también, usaba su  abanico de seda pintado a mano para disimular sus nada halagüeños sentimientos. 

—¡Qué poca vergüenza...! Y supongo que la mujer que los acompaña vestida de esa forma tan extravagante es la madre. —Exclamó otra con descaro y malicia. 

Uno de los maridos de las allí reunidas no pudo evitar que le brillaran los ojos al imaginar los encantos que ocultaba el espectacular vestido de la joven que era objeto de las críticas de las mujeres. 

Mientras sus hijas, también en corrillo, hacían lo mismo que sus madres. Aunque, menos discretas que estas últimas, se habían quedado prendadas del oficial que acompañaba a aquella descarada. 

—Pues esa nietecita no está tan mal.  Debo admitir que la joven es una belleza.— Dijo riendo, mientras ignoraba la mirada de reproche de su esposa.—¿Qué sucede? Solo digo lo obvio, querida.— Afirmó intentando quitarle hierro al asunto. 

—Y ¿Qué me dices de su renta anual?— Inquirió Dorothea la esposa del vizconde de Lisk. 

La esposa de Lord Russell que estaba muy atenta a los últimos chismes y cotilleos se acercó a ellas mientras dirigía miradas furtivas a la joven pareja que se había detenido a tomar un refrigerio, antes del baile.  Estaba ansiosa por compartir lo que había averiguado al respecto. 

—Nadie lo sabe...aunque las malas lenguas la relacionan con la familia Ardlay. Al parecer, la tomaron bajo su protección en Estados Unidos, cuando aún nadie sabía de su existencia.— Afirmó mientras comía una rebanada de pan con mantequilla. 

Otra la tomó del brazo y susurró con emoción.

—Entonces su renta debe ser alta, sin duda. — Se atrevió a decir, mientras suspiraba por tener una cintura como la de aquella joven ninfa y un acompañante tan apuesto como aquel hombre. 

 

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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu suerte: mi destino  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora