Capítulo 74: Un trabajo a medida

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Neal estaba asqueado de su trabajo en el comedor social

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Neal estaba asqueado de su trabajo en el comedor social. Todavía le faltaban meses para terminar su condena y le parecía que habían pasado años. Pero sabía que debía cumplir, si no quería acabar en prisión.

Lo peor de todo era la humillación, mezclarse con clases sociales inferiores y tener que soportar su hedor. Detestaba mezclarse con aquella gentuza. Alguien tan superior como él, tener que rebajarse a hacer semejantes tareas no era algo que fuera a olvidar fácilmente.

"No estoy hecho para este tipo de trabajo. Tener que verme reducido a esto. ¡Yo, un Lagan!...", pensaba resentido todos los días, mientras se sentía una víctima inocente de las maquinaciones de Mc Bride.

Y lo peor era la actitud de su tía ¿Para qué había ido a Florida?

Solo para sacarlo a rastras de su casa, arrancarlo del abrigo protector de su familia y llevarlo de vuelta a Chicago a trompicones. Eliza había querido acompañarlos y él sospechaba que disfrutaba con su tormento.

Pero su tía había sido tajante, no se había compadecido de él ni mucho menos.

No como les había hecho creer a sus padres, más bien todo lo contrario. Tendría que doblegarse y tendría que devolver hasta el último céntimo el dinero que había ganado de sus negocios con Mc Bride. Pero ¿Cómo iba a poder? a penas le quedaba nada en los bolsillos.

-Es lo justo...y no aceptaré ninguna otra excusa. Harás lo que se te ha ordenado, Neal. Bastante paciencia ha tenido ya el pobre William con este asunto tan penoso.-Había dicho Elroy mientras leía el periódico de aquel día.

Sus padres estaban felices de que ella por fin hubiese accedido a venir de visita tras los últimos meses de angustioso silencio. Y anhelaban que el clan los perdonara tras haber sido expulsados.

Los negocios de su padre Raymond se habían visto seriamente perjudicados tras los últimos escándalos y estaban muy molestos con su hijo Neal quien seguía quejándose de su mala suerte. Y se arrastraba hasta el comedor social donde hacía el trabajo lo mejor que podía.

Si lo pensaba bien, Eliza tampoco había salido mejor parada.

Ella seguía obsesionada por vengarse de Candy a quien echaba la culpa de que William no quisiera tener nada que ver con ella.

No estaba dispuesta a hacer ningún tipo de autocrítica al respecto y se negaba a creer que alguien como ella no pudiera llegar a conseguir sus objetivos. Se miraba al espejo y se seguía viendo hermosa e irresistible para cualquier hombre.

Y la culpa era de otros, siempre lo era.

Le llegaban noticias de su hija quien estaba siendo criada por un matrimonio de mediana edad que no había podido tener hijos propios. Eran personas agradables, acomodadas, no tan ricas como los Lagan, pero podrían dar a su niña una buena educación y Eliza hervía de celos...celos que la consumían.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu suerte: mi destino  [Libro 3]Where stories live. Discover now