Capítulo 54: Un encargo y un beso

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Vanessa miró la ancha espalda de su amigo alejarse entre las mesas de los clientes, hacia la puerta de entrada

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Vanessa miró la ancha espalda de su amigo alejarse entre las mesas de los clientes, hacia la puerta de entrada. Afuera, varios de sus hombres lo esperaban para escoltarlo y fue consciente de que la popularidad de William había ido en aumento.

Se compadeció de él.

Si lo conocía, el hecho de estar haciéndose famoso no lo estaba beneficiando en lo personal; hacía de él un blanco fácil para las habladurías y para los delincuentes. Su libertad, el bien preciado por el que tanto había luchado se veía amenazada por la fama inherente a la posición que ahora ocupaba en la alta sociedad de Chicago, tras haber sido revelada su verdadera identidad en los círculos empresariales y de la alta sociedad.

Se oían todo tipo de rumores al respecto de la vida personal de aquel atractivo hombre de negocios que había irrumpido con fuerza para quedarse.

No le sorprendió fijarse en que la persona que había estado haciéndoles un boceto también escondiera un cuaderno donde había tomado notas apresuradas para después de pagar su consumición, abandonar el local tras él.

La prensa sensacionalista, estaba ansiosa por saber más a cerca de la misteriosa figura que se encontraba detrás del joven magnate. El pobre Layard iba a ser objeto de la ambición de muchas de las familias con jóvenes casaderas, ansiosas por casar a sus hijas con un Ardlay. Con el heredero de una fortuna multimillonaria.

Por eso, quería apartarlo de Olivia. Sospechaba que era una de tantas pirañas que había olido la sangre de un animal herido, ansiosas por darse un festín. Aunque no creía que él fuera una presa fácil.

"No me gustaría estar en tu lugar, querido...", pensó mientras aguardaba con impaciencia por su caballero francés. Su otra mitad, aquel al que había alejado de ella para protegerlo de ella misma. Aquel que silenciosamente, con infinita paciencia y trato delicado había esperado por ella. Sin reproches, sin críticas, ni exigencias.

Georges apareció poco después, tras cruzar un breve saludo con el señor William. Y la vio allí sentada, espléndida, tomando una taza de té. El hombre, tras la fría máscara del autocontrol, sin poder evitarlo, sintió el familiar estremecimiento en la boca del estómago.

"Mon amour...", suspiró intentando acallar los ensordecedores latidos de su corazón. Porque aquella salvaje pelirroja hacía que todo su cuerpo se derritiera.

Ella levantó la mirada cuando lo reconoció y sus ojos avellana se dilataron, alegres, receptivos, ansiosos.

Y Georges supo que ella se alegraba de verlo.

-¿Cómo estás?- preguntó mientras le tomaba su mano enguantada y se la besaba.

Ella pestañeó con coquetería y ocultó con cierta turbación el rubor que había teñido sus mejillas, tal y como si fuera la primera vez .

-Querido Georges...-Murmuró intentando pensar con claridad.- Estoy bien. Y ahora que finalmente has acudido a nuestra cita, definitivamente estoy mucho mejor.-Añadió sonriente.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu suerte: mi destino  [Libro 3]Where stories live. Discover now