Capítulo 39: Una sorpresa en New York II

226 31 11
                                    

Cecily se sentía cohibida al principio

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cecily se sentía cohibida al principio. No podía creerse que finalmente  lo tuviera allí delante tras haber suspirado por él durante tanto tiempo. Le daba vergüenza, pero ya no podía callar por más tiempo. 

—Y-yo...he venido a decirle...he venido a confesarle que ya no puedo más con esto, señor Ardlay. Aunque le debo lealtad a mi familia yo ya no puedo seguir viviendo con esta carga.—Confesó Cecily con lágrimas en los ojos.

Albert vio cómo la joven perdía el color en las mejillas y se alarmó.

—¿Qué quiere decir con eso? ¿Vanessa está bien?

La joven afirmó con la cabeza intentando dominar sus sentimientos.

—Ella está perfectamente. Me las he arreglado para convencerla de que me dejara venir a mi, no se preocupe.

— Pero ¿Por qué ha usted hecho esto? ...—Comentó extrañado mientras se servía una taza de exquisito té  inglés en una taza de porcelana finamente decorada.

La joven se aclaró la voz, intentando sacar valor para revelarle lo que sabía. Había viajado durante una larga jornada en tren desde Chicago y ahora que por fin estaba allí necesitaba hacerse entender.

 Era preciso.

—Créame si le digo que me esto me concierne más a mí y a usted de lo que cree. —Dijo tomando un largo trago de whisky. Luego suspiró y mirándolo fijamente añadió.—¿ Y si le dijera que mi padre es Oberon Mc Bride y que tengo pruebas que demuestran que él dio la orden de asesinar a la amante de mi hermano y a su padre, el señor William Clyde Ardlay?

William palideció dejando caer la taza que se rompió con estrépito contra el pulido suelo de baldosas hidráulicas. 

—¡No puedo creerla!—Exclamó levantándose de golpe.

Cecily ganó confianza y avanzó hacia él encarándosele. Ahora ya no había vuelta atrás.

—¿Desconfía de mi? No me extraña. Yo no puedo dormir por el peso de los remordimientos, señor Ardlay. Pero yo no soy como ellos y estoy dispuesta a llevarlos ante la justicia si usted me ayuda. —Dijo la joven conteniendo el temblor de sus manos mientras apuraba la generosa copa de whisky que ella le había pedido.—Sólo le pido una cosa a cambio...—Añadió bajando el tono de voz.

Albert recuperó el control de la situación. Aquella oportunidad era irrepetible y necesitaba todo lo que aquella joven pudiera aportarle.

—Dígame...—murmuró al fin.

—Quiero conocer a mi sobrina. Sé que usted se hizo cargo de su adopción. Quiero que ella me conozca. Ella tiene derecho a conocer a su verdadera familia, aunque sea alguien tan miserable como yo. Sé que Eliza Lagan es su madre porque mi hermano no fue muy discreto.—Sonrió Cecily con tristeza antes de volver su mirada hacia el suelo. Se sentía avergonzada.—¿Me lo promete?

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu suerte: mi destino  [Libro 3]Where stories live. Discover now