Capítulo 28: Una velada accidentada V

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Ben le dio un puñetazo a Seraphin que lo hizo perder el equilibrio y caer de espaldas  mientras este  se resistía  a abandonar Annandale, incapaz de asumir la responsabilidad de los hechos y no paraba de culpar a su esposa, entre hipidos y lloros

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Ben le dio un puñetazo a Seraphin que lo hizo perder el equilibrio y caer de espaldas  mientras este  se resistía  a abandonar Annandale, incapaz de asumir la responsabilidad de los hechos y no paraba de culpar a su esposa, entre hipidos y lloros. 

—Serás cobarde...

El heredero de Argyll sintió un profundo desdén. 

Los jóvenes boyardos no sin cierta reticencia por su parte,  le habían dejado a él la satisfacción de ponerlo en su lugar. Ellos también también habrían querido  darle una buena lección, pero sabían que se trataba de un asunto familiar y consideraron que a su cuñado le correspondía el dudoso honor de darle una lección.

Leticia temblando contempló la escena, mortificándose en silencio.  Se sentía culpable por intentar que su matrimonio  funcionara, por haber creído que alguna vez él cambiaría y les daría una vida decente a él y a sus dos hijos que dormían apaciblemente en el segundo piso. 

—No quiero volver a ver tu sucio trasero por aquí.— Espetó Benjamin Bruce, con la ira asomando a sus ojos turquesa.

—No puedes...— Gimió Seraphin mientras intentaba meterse la camisa en los pantalones. 

Le dolía la parte donde su espalda se había golpeado en el suelo. Le costaba trabajo levantarse y se movió con dificultad mientras miraba a su esposa con los ojos llorosos. 

El vientre flácido de Seraphin la hizo torcer el gesto con desagrado cuando logró reincorporarse del todo. 

Y supo lo que tenía que decirle.

—Oh...claro que puedo, miserable. — Afirmó cada vez más segura de sí misma.

—Y ¿Mis hijos?— Inquirió implorante intentando despertar su compasión

—Quiero la separación...Seraphin. — Dijo  sin vacilar.

Seraphin abrió los ojos incrédulo y se pasó nervioso la mano por el pelirrojo cabello que por el sudor se le había  pegado a su calva. 

Empezaba a preocuparse.

—¿¡Qué!? No sabes lo que dices, mujer...-—Balbuceó mientras intentaba recuperar la dignidad. Luego trató de aclarar la voz—Cambiaré, cariño. Te lo prometo.— Aseguró intentando acercarse a ella.

—¿No has escuchado a mi hermana? ¡Vete de aquí!— Exclamó Ben interponiéndose entre ambos.

—Vamos, Lety, querida...entra en razón. Tu no quieres esto.—Rogó Seraphin, con voz meliflua intentando convencerla.

Pero Leticia sentía  un profundo desprecio por el hombre que tanto daño le había hecho; solo tenía recuerdos de una vaga felicidad pero ya no podía seguir soportando más sus vicios y la mala vida que le estaba dando a ella y a sus hijos. 

—No, Seraphin. Se ha acabado. Lo nuestro ya está muerto desde hace mucho...—Sentenció ella.

—Pero ¿Y los niños?—Volvió a insistir lastimero intentando ablandar el corazón de su esposa.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu suerte: mi destino  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora