CAPITULO 3

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—¡¿Qué?! ¡No puedes estar hablando en serio!—grito Matías a través de la línea telefónica.

— ¿Ya no quieres viajar conmigo?—pregunto Julieta sintiéndose por primera vez preocupada por que Matías ya no quisiera estar con ella.

—No, no, Julieta no me malinterpretes, claro que quiero viajar, ir a la ciudad, vivir, y hasta hacerme viejito contigo... pero y ¿tus papas?

—Pues mis papas se van a quedar acá...

—Sabes a lo que me refiero Julieta—dijo Matías en tono serio.

—Matías, pero no me puedo quedar con ellos toda la vida, quedarme en este pueblo sacrificando mi felicidad por la de ellos ¿o sí?

—No, no estoy diciendo eso, mira por qué mejor no hablamos mañana con calma, ¿vamos a desayunar donde Betty?

—Eso sería genial—respondió Julieta, ella amaba ese lugar, unos waffles con nutella y fresas era lo que necesitaba para subir su ánimo.

—Bueno, mi vida, entonces te recojo a las ocho ¿vale?

—Sí, sale y vale.

—Te mando un beso y un abrazo gigante, te amo ¿oíste? Descansa por favor.

—Yo también te amo, tratare de hacerlo.

Después de colgar la llamada Julieta pensó que sería difícil quedarse dormida, pero al parecer tantos días en vela pensando y llorando estaban pasando su cuenta de cobro, y la llamada de Matías logro relajarla hasta tal punto de quedar profundamente dormida sin siquiera darse cuenta.

Cuando despertó, al día siguiente, descubrió que había dormido de largo toda la noche. Por su ventana se colaban pequeños rayos de sol, apenas iba a amanecer, recordando que había quedado con Matías para desayunar se levanto de la cama y entro en el baño a arreglarse para su cita matutina.

Apenas estuvo lista escucho de nuevo sonar su celular con la particular canción que lograba sacarle sonrisas de sus labios, contesto de inmediato.

—Alo.

—Hola mi vida, ya estoy afuera de tu casa.

—Bueno, ya bajo.

Colgó, miro la hora, eran las ocho en punto, sonrió, Matías era siempre tan puntual.

Salió de su casa sin hacer ruido, la situación con sus padres no había cambiado, seguía sin hablar con ellos y lo último que quería era encontrárselos en la mañana y tener que pasar de ellos, porque aunque aparentara estar molesta, le dolía mucho mantener esa actitud con sus padres y sabía que a ellos también.

Al ver a Matías, su rostro triste y preocupado cambio de inmediato a una sonrisa amplia y una mirada enamorada, se había ido una semana y lo había extrañado demasiado, ese sentimiento que embriago su corazón le confirmo su decisión, sería incapaz de dejarlo ir si ella no lo acompañaba.

Matías por su parte tenía una sonrisa amplia en su apuesto rostro, una pequeña barba castaña que apenas y se divisaba con la luz y sus ojos miel se veían pequeños gracias a la amplitud en la que sus apetecibles labios se curvaban.

Julieta se arrojó a sus brazos sin siquiera pensarlo y Matías la recibió entre ellos como si recibiera lo más bello del mundo, algo que había estado buscando y que, después de largo tiempo, por fin encontraba.

Después de los besos y abrazos, las bienvenidas y los cariños, se subieron al auto de Matías y partieron al restaurante de Betty. Al llegar ocuparon su mesa de siempre y Julieta pidió los waffles con nutella y fresa que tanto deseaba, estaban comiendo cuando Matías trajo a colación la conversación que tenían pendiente.

¿La Verdad o Mi Mentira?Where stories live. Discover now