Capitulo 3.En la biblioteca

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Las siguientes horas de clase pasaron con rapidez, por lo que antes de darse cuenta el timbre que anunciaba el final de las clases por ese día sonó haciendo que todos los alumnos comenzasen a levantarse y a recoger sus cosas sin esperar si quiera a que el profesor terminase de hablar. Jose guardó los folios en el cartapacio y lo metió dentro de la mochila como pudo, luego puso ésta sobre su espalda preparado para irse. Miró hacia Nora y vio que aún estaba recogiendo sus cosas, se revolvió el pelo y caminó hacia ella, se colocó a su lado pero a una distancia prudencial y tosió con fuerza para llamar su atención. Nora se giró hacia él y colocó las manos en la cadera.

—¿Cómo vamos a hacer el trabajo de historia? — preguntó con voz firme, ella cogió sus libros.

—Esta tarde, a las cinco en la biblioteca — contestó Nora con frialdad comenzando a caminar hacia la puerta.

—¿Y si no puedo? — preguntó él desafiante, ¿de qué iba esa chica? ¿Quién se creía que era para darle órdenes y esperar que él las cumpliese sin rechistar?

—Lo haré sin ti y se lo diré a la profesora —dijo ella tranquilamente antes de salir del aula, tras ella salió Sonia corriendo y gritando que no se fuese sin ella.

Jose le pegó una patada a la mesa de Nora y salió de allí sin esperar a sus amigos. Estaba harto de esa chica y harto de ese instituto. Comenzó a caminar cada vez más rápido, se dirigió a la parada de autobús pero una vez  que llegó allí decidió que era mejor seguir andando hasta su casa. Pateó una lata y siguió caminando hacia su casa con las manos metidas en los bolsillos, echaba de menos su antiguo instituto, allí era popular y cada semana recibía una carta de alguna chica declarándose. Pero en Góngora era alguien insignificante que podía recibir una paliza de muerte solo por mirar a la persona equivocada, y no estaba siendo exagerado ya que uno de los chicos que fue transferido de su instituto miró de reojo a una chica que resultó ser el interés amoroso de otro chico, por lo que éste y sus amigos le dieron una paliza y le metieron la cabeza dentro de una de las canastas del patio, los profesores tardaron un buen rato en bajarlo.

Suspiró, ojala sus padres le hubieran dejado cambiarse a otro instituto. Pero ellos sólo le recriminaron que no debía quejarse ya que iba a ir al mismo instituto que sus dos mejores amigos, pensó en Evan y Cris. Ninguno de ellos había tenido problemas en adaptarse a Góngora, pero claro Cris era cinturón negro de karate y podía hacerle frente a los delincuentes que tenían por compañeros y Evan; bueno Evan era demasiado amistoso y extrovertido para llegar a tener problemas serios con alguien, todos lo adoraban. Pero que pasaba con él, nunca llegaría a ser tan extrovertido como Evan, y pese a que sabía defenderse tenía bastante claro que no podía hacer nada contra la gente de Góngora. En el fondo sabía que nunca llegaría a adaptarse, su lugar no estaba ahí.

Sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta, soltó la mochila en el recibidor y fue a la cocina, abrió la nevera y sacó una coca-cola, luego se puso a mirar a su alrededor buscando la comida.

—¡Papá! ¿Dónde está la comida? —gritó mientras miraba dentro del microondas donde no encontró nada. — ¡Papá!

—¡Voy, voy! ―gritó su padre apareciendo minutos después en la cocina. – Hoy has tardado más de lo habitual.

—Es que vine andando ―explicó Jose viendo como su padre se colocaba el delantal rosa y sacaba una sartén de uno de los armarios. Jose se sentó en la mesa y se puso a beber de su lata mientras veía como su padre se ponía a pelar patatas con ese ridículo delantal.― Un hombre de tu edad no debería ponerse esas cosas, me das vergüenza ajena.

Su padre se miró el delantal y luego miró a Jose con una gran sonrisa.

—Pues tu madre dice que me sienta bien.

Tienes que ser tú (TQST Libro #1)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora