Capítulo 1

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Era un último día.

Odio los últimos días, pero no cualquier último día. Uno que marcaba un inicio y un maldito final.

El final de la vida como la conocía, el final que haría que me introdujera en un camino totalmente desconocido para mi.

No me imaginaba este revoltijo de sensaciones y presentimientos, pero la expectativa me estaba volviendo loca. ¿Y sí no resultaba como quería? ¿y sí me salía todo mal? ¿y sí no lograba cumplir mi propósito en la universidad?

Hoy era mi último día en casa.

Dicen por ahí que la universidad es la maldita jungla. Otros dicen que es la libertad es su máxima expresión. Libertad... ¡claro! cuando se dan cuenta de que todo eso se trata de su futuro, pierden toda la ilusión. Así que simplemente mantendré mis pies en la tierra y más me vale ser la reina de la jungla o me aplastarán como a un insecto.

-¡Mamá! -grité desde mi habitación-¡Madre!

Escuché unos pasos apresurados acercándose a mi futura antigua habitación, luego de una puerta abriéndose.

-¿Qué sucede?-dijo mi madre un poco agitada y con cara de preocupación.-Suenas como una vaca pariendo, Page.

Me reí, para luego dejar de buscar en los cajones de mi cómoda.

-Mamá, no encuentro mi máquina para depilar las piernas-hice cara de decepción-¡Voy a morir de calor en el verano! No quiero usar pantalones de vello natural, ya sabes.-moví las cejas.

-Madison, estás loca.-dijo mi madre haciendo cara de indignación y negando suavemente.-¡No puedes ser más exagerada!

-¡Rebecca! -dije con tono autoritario-me iré a mi departamento, que está a orillas de la playa; "casualmente" cerca de la universidad, no puedo dejar que los chicos me miren como sí fuera un grande y peludo oso pardo. Y sí, la verdad es que sí puedo serlo. No me tientes, má.

Mi madre se rió ante lo que dije, ya que ella misma sabía que no me importaba lo que los chicos pensaban sobre mí «O al menos eso hacía que todos creyeran». Sin mencionar que actualmente ya tenía un novio, Elliot. Estúpido Elliot.

Bueno, era algo así como un follamigo, o amigo con derecho a roce.

Desapareció por la puerta y al regresar tenía el pequeño aparatito en sus manos.

-Ten, pero sé que serías la osita más linda de la universidad.-dijo mi madre guiñándome el ojo.

Puse los ojos en blanco y seguí empacando mis cosas, esta vez poniendo el aparato en la valija.

Mis ojos recorrieron mi habitación, el azul de las paredes ahora era un poco más pálido por el desgaste. Viví en esta casa prácticamente toda mi adolescencia.

Mis ojos esta vez se detuvieron en mi biblioteca, donde tenía un par de fotos familiares y de unos cuantos amigos de infancia. Eran dos o tres, contados con los dedos de la mano.

Beth, Adam y Stewie. ¡Como los echaba de menos! ¡No! Los odiaba por haberme abandonado.

Al graduarnos, cada uno eligió su propio camino y se despidieron de sus costumbres, sus amigos, su ciudad y de sus propias familias...Todo totalmente para sentir que pertenecen a algo y seguir las normas sociales.

Estoy consciente de que el mundo da vueltas y me encontraré futuramente en una situación parecida a las que se encontraban ellos y espero poder tomar buenas decisiones. Así es el mundo. Nunca escupas hacia el cielo.

Muy dentro de mí [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora