Sabía que me estaba mirando, lo había estado haciendo a intervalos desde que habíamos salido el estacionamiento, también estaba consciente de la abrumadora charla que me esperaría cuando llegásemos a casa, ¿cómo iba a explicarle el cómo había terminado en la estación de policía un miércoles por la noche cuando ella pensaba que estaba en mi habitación utilizando la preciosa computadora que finalmente había obtenido en mi cumpleaños 17 solo dos semanas atrás?, sabía que cuando llegásemos ya no ocuparía su lugar en mi escritorio, y sabia que me quedaría sin salir por lo menos dos meses, pero aun sabiendo todas y cada una de las cosas que me iba a decir no me sentía ni un poco arrepentida de haber saltado por la ventana. Una sonrisa se dibujo en mi rostro y entonces ella comenzó a enloquecer.