Quizás no debas juzgar la cordura de un hombre. Todos los genios han estado tocados por la intrigante mano de la locura en menor o mayor medida. Cierto es, he de admitir, que esto puede resultar un arma de doble filo. El arte es la derivación inmediata de la locura, su estado natural, mientras que también lo es el crimen perfecto. Yo, desafortunadamente, no soy artista ni asesino. Sólo soy un enfermo más que espera el paso del tiempo con la certeza de una muerte placentera, justa y dulce. Mi camino ha sido difícil y doloroso. Mi destino: ambiguo y con demasiada frecuencia ajeno a su dueño. Sin embargo, aquí me hallo, inquieto e impaciente frente a la última gran puerta: Ego.
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