No había nada raro en sus versos. Escribía de la misma forma en que lo hacían miles de poetas y escritores. Tomaba su pluma, tinta y papel y se sentaba a solas, donde la concentración era perfecta y la inspiración hacía las palabras brotar. Pero era lo que hacían casi todos los escritores. Aun así, había algo en la manera en que él lo hacía. Cuando posicionaba el papel o mojaba la pluma en el tintero, cuando se detenía un segundo antes de comenzar a escribir, un segundo en el que todo quedaba en suspenso, y, luego, venía el movimiento. Trazos para nada perfectos, pero muy exactos. Lo hacía con gracia. Hasta la forma en que sonaba el papel al pasar la pluma era algo diferente, elegante. Pero, al final era como muchos lo hacían y nunca llegó a entender por qué la gente amó tanto lo que venía de sus manos. Te invito a que le des una oportunidad a mi obra y a las futuras
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