Keith había establecido una rutina en la universidad. Estudiar, quedar con sus amigos, soportar los regaños de su hermanastro y seguir con la mirada a Lance a todas partes. Así fue como terminó aquella noche en una fiesta en el bar The Wolf a las afueras del bosque. Los ataques de lobos salvajes eran de lo más común en su ciudad, pero eso no ayudó a tranquilizarlo cuando, al salir en la negrura de la madrugada del bar, sintió un par de ojos sobre si.