A finales del siglo XIX, en el entonces pequeño municipio de Tunja, Boyacá, Ana María se enfrenta a la tragedia de perder a toda su familia a la edad de diecinueve años y a la decisión de contraer matrimonio con sus pretendientes pues se dice que quien se case con ella se hará rico. Para la joven, esto no es más que una maldición que no sólo le traerá problemas a ella sino, también, al pueblo quien la repudiará obligándola a tomar un camino sin regreso.