Me mira de forma penetrante mientras remuevo la olla con la cuchara de madera. Me mira de tal manera que empiezo a dudar si realmente lo único que desea es lo que estoy cocinando. O tal vez eso es lo que a mí me gustaría. Solo sé que ni el me saca los ojos de encima en todo el día, ni yo puedo apartar mis pensamientos del mayordomo espadachín. A veces, cuando mira la cazuela por encima de mi hombro, su aliento me acaricia el cuello y...