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SPACELATINOS द्वारा

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Eleanor tiene que aprender muchas cosas pero sobre todo a como no morir por las tendencias suicidas de su sob... अधिक

introduction
graphics
prologue
━━━ act i
1. Eleanor Rigby
ii. Pésimas bienvenidas
iii. El niño que sobrevivió
iv. Momentos incómodos
v. Despedidas
vi. El corazón del dragón
vii. Cediendo
viii. Inesperado
ix. El perro negro
x. Investigación
xi. Mentiras
xii. La verdad siempre sale a la luz
xiii. Peter Pettigrew
xiv. El aullido del lobo
━━━ act ii
xv. Libertad
xvi. Juntos de nuevo
xvii. Pesadillas
xviii. El caos Weasley
xix. El campeonato de quidditch
xx. La marca tenebrosa
xxi. Alastor Moody
xxii. Bella durmiente
xxiii. Bertha Jorkins
xxiv. Ansiedad
xxv. Sospechas
xxvi. Cuando las mariposas aparecieron
xxvii. Cenas incómodas
xxviii. El apoyo
xxix. Enfermedad
xxx. Traidor
xxxi. Preguntas
xxxii. La maldición Potter
xxxiii. Impostor
xxxiv. Ha vuelto
xxxv. Priori incantatem
xxxvii. Número 12 de Grimmauld Place
xxxviii. Primera reunión y la misión de Eleanor
xxxix. El buen gancho de Eleanor
xl. Los celos están en el aire
xli. Rojo y azul
xlii. Fragilidad
xliii. Feminidad
xliv. La cita
xlv. Shell Cottage
xlvi. Confrontaciones
xlvii. Agridulce

xxxvi. La crueldad de un Crouch

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CAPÍTULO TREINTA Y SEIS;
LA CRUELDAD DE UN CROUCH





No durmió en lo que restó de la noche, se mantuvo velando los sueños de su sobrino en compañía de la señora Weasley que también se negaba a alejarse del azabache. Hermione y Ron tuvieron que regresar a la torre de Gryffindor a descansar un poco y arreglarse para estar presentes cuando el director Dumbledore se dirigiera al colegio. Cassiopeia no se separó ni un instante de su hermano mellizo, y Ares tampoco, desde donde estaban, no se escuchaba nada, más que los ronquidos de Alastor Moody en unas camas cerca de donde estaba Harry.

Por la mañana, Eleanor se distrajo con ayuda de la señora Weasley para darle de comer a Harry, el cuál no le gustaba que lo hicieran comer pero no dijo nada después de ver las ojeras debajo de los ojos rojizos de su tía. Estaba agradecido de que se mantuviera con él, cuidándolo, pero le estaba preocupando su propia salud. Eleanor estaba lejos de encontrarse bien.

Luego de que el azabache terminara su pastel de calabaza, Cassiopeia salió de las cortinas que rodeaban la cama de Alphard Black y se acercó hasta ellos. Le dirigió una sonrisa cansada a su mejor amigo y después miró a Eleanor con desconfianza.

—Mi hermano pregunta por ti —musitó Cassiopeia. La joven Potter hizo caso omiso a la nueva actitud que tomaba la melliza para con ella. Estaba agotada y no necesitaba añadirle los cambios de humor de la chica Black—, él quiere verte.

La joven Potter miró a su sobrino sin saber que hacer. Ella quería ver a Alphard, sí, llevaba horas preguntándose como estaría, pero la idea de alejarse aunque fuera un poco de Harry, en esos momentos, no le hizo sentir cómoda consigo misma, incluso cuando su propio sobrino le asintió con la cabeza indicando que estaba bien.

—Anda, cielo, yo me quedo aquí con él —la tranquilizó la señora Weasley con una sonrisa suave.

Con eso, Eleanor se levantó y siguió a Cassiopeia hasta el fondo de la enfermería, dentro de las cortinas donde descansaba el mellizo Black, con el torso desnudo y una venda rodeando su cintura, exactamente en donde había sido herido. El auror estaba sentado a su lado luciendo diez años más de lo que realmente tenía, si Eleanor se sentía cansada, él ya lo aparentaba por los dos. El día de ayer fue un infierno para la familia Crouch y su rostro gritaba todo lo que estaba conteniendo, sus ojos rojos recordándole las lágrimas que por primera vez, había visto que él derramaba al enterarse de la muerte de su padre y luego, la de su hermano menor.

—Estaré con Harry por si necesitas algo, Reggie —le dijo Cassie con dulzura, mientras le dejaba un beso en su mejilla y se alejaba viendo por última vez a Eleanor antes de salir.

El tutor de los chicos no dijo nada, sólo siguió a su sobrina, y Eleanor pudo sentir sus brazos tensarse cuando él la rozó al salir. Algo estaba cambiando entre ellos y al parecer, ya no era la única que lo notaba, Alphard frunció ligeramente el ceño al ver la escena, pero se reservó lo que fuera a decir al respecto.

Eleanor nunca antes había intercambiado palabras con el chico, además de la noche del mundial de quidditch cuando fueron juntos a buscar a su hermana pero fuera de eso, ellos no habían hablado realmente... Hasta ayer en la noche, cuando él fue atacado por su propio tío. El joven le recordaba mucho a la actitud de Ares pero con los ojos de Sirius, plateados y llenos de un brillo descarado que sólo veía en los Black. Lentamente, Eleanor se acercó hasta los pies de su cama, sin saber que acción tomar. ¿Qué podía hacer? Ella pensaba que no era del agrado de los mellizos o al menos el de Cassiopeia, tanto por su actitud o el cómo la miraba con desdén.

Para su sorpresa, Alphard fue el que habló.

—Gracias —dijo él con una pequeña mueca, no acostumbrado a decirlo seguido—. Me ha dicho Artie que por ti sigo aquí.

—No agradezcas nada, prácticamente te arrastré hasta aquí —respondió Eleanor, triste—. Debí reaccionar más rápido...

Él la interrumpió.

—No, yo debí confiar en ti... Es sólo que en todo el año, él me apoyó. Fingió interés en mi y se ofreció a enseñarme más sobre las artes oscuras. —confesó. El rencor era notable pero también lo era el dolor de la traición que representó Barty Crouch para él—, dijo que quería que yo fuera su aprendiz. Yo me sentí abandonado por todos, que le creí. Para los ojos de mi hermana, Sirius era todo lo importante y a mí me dejó de lado por no poder aceptarlo. Después, él que menos esperaba que me dejara solo era Ares, pero en verano él ya no me prestaba atención, tú eras en todo lo que él pensaba. De pronto, Sirius y tú parecieron ser más importantes que me quitaron mi familia y yo me quedé solo. —hizo una breve pausa y continuó—. Por eso, cuando te vi en el mapa del merodeador, sola en el despacho con Moody, creí que él también te iba a preferir a ti por ser su aprendiz, que ni siquiera me importó ver el nombre de Barty Crouch allí. Luego, vi cómo te iba a herir y sólo pude pensar en que si él te mataba sería toda mi culpa... —suspiró—. No iba a estar bien con eso. Perdón.

La joven no se esperó esa confesión del chico, nunca se le habría cruzado por la mente que Alphard Black se pudiera sentir amenazado por ella o por Sirius. Un sentimiento de protección y cariño le embargó al verlo parecer tan frío por fuera pero por dentro él seguía siendo un chico de quince años con miedo.

—¿Y se supone que tú eres el mellizo malvado? —sonrió Eleanor al ver una pequeña sonrisa ladina estiraba de las comisuras de los labios del menor—. Nunca fue mi intención que te sintieras así, Alphard. —añadió con sinceridad.

—Lo sé. —admitió él—. Tuve que estar a nada de morir para darme cuenta de eso.

Madame Pomfrey entró con una bandeja con vendajes y una taza que Eleanor imaginó se trataba de una poción de curación rápida. La nariz del mellizo se arrugo en disgusto al ver a la enfermera pero no pudo decir nada cuando ya lo estaba obligando a beberla toda. La tragó con una mueca de asco que a Eleanor le provocó una pequeña sonrisa. Era un digno hijo de Sirius Black aunque él lo negara.





Después de salir, a petición de Madame Pomfrey, miro a su sobrino rodeado de Cassiopeia, Hermione, Ron y la señora Weasley, tratando de reanimarlo con cualquier anécdota que a sus amigos se les ocurriera, ella iba a acercarse pero se detuvo cuando notó a Ares cerca de la cama de Alastor Moody, quién seguía dormido. Indecisa sobre lo que hacer, sus piernas actuaron llevándola hasta el auror, que al notar su presencia se giro a verla. De cerca, se veía mucho peor a como lo había antes, las bolsas debajo de sus ojos eran más grandes que las suyas, y en sus ojos oscuros sólo había tristeza.

Él no dijo nada. Sólo la miró y ella sintió todo su dolor como si fuera el suyo.

—Habla conmigo, Ares —le pidió Eleanor en voz baja—. Entiendo lo que estás pasando y...

—¿Lo entiendes? —repitió Ares. Hablaba en voz baja para no alertar a los presentes, pero su tono de voz era frío y con ganas de herir, la tristeza se transformó en completa ira—. ¿Qué entiendes, Eleanor?

—Estás sufriendo por todo y...

—¿No estás contenta ahora? —inquirió con furia—. ¿Eso era lo que querías, no? Tener la razón. Mi familia está jodida. Y mi padre quería el poder sobre todas las cosas, él es el único culpable de que mi hermano quisiera demostrar que era mejor que Artemis o yo. No finjas que no te alegra. Sé que quieres regodearte sobre toda la razón que tenías. Hazlo, no me importa. Están muertos e hirieron muchos a su paso.

Mordió su labio y negó mientras contenía las lágrimas, estaba intentado ser fuerte por él. Él estaba buscando herirla para sacar un poco todo el dolor que él tenía, y ella no iba a caer en su juego. Ella sólo iba a apoyarlo.

—Sabes muy bien que no. —musitó Eleanor, vigilando por el rabillo del ojo que los demás no se dieran cuenta del estado del auror— Yo sólo trataba de entender que sucedía. Y tú también querías, me ayudaste.

—¿Y en qué me beneficio eso? —gruñó Ares—. ¿En qué?

—En qué ahora sabes la verdad y...

—Prefería mil veces no saberla antes de que me enterara de lo cruel que pueden ser los Crouch. ¿Has visto lo que le hizo Barty a su propio sobrino? Iba a matar a Alphard. Su sobrino. —sacudió la cabeza—. Y ni hablar de cómo mató a nuestro padre.

—Tu padre lo encerró y lo controló por años.

—¿Y por eso merecía morir a manos de su hijo menor?

—¡No! ¡Nunca dije eso! —chilló Eleanor—. No pongas palabras que no dije en mi boca. Sólo quiero que comprendas que no debes pasar todo esto solo. Sé lo que estás viviendo es un infierno. 

—No me entiendes, Eleanor. No sabes lo que estoy pasando. Y nunca lo sabrás porque no lo sufrirás jamás.

—Yo también perdí a mi hermano, Ares. —parpadeó Eleanor alejando las lágrimas—. Y sé lo que duele.

—Sí, tu hermano, James Potter. —gruñó con rencor—. Cuando eras pequeña. Ya me sé esa desgarradora historia. ¿Y sabes lo que opino de ella? No me importa. ¿Crees que eres la única que ha sufrido más que cualquiera? Lamentándote en cada esquina, llorando por él, pasándote por una pobre víctima. Mi familia es una mierda, Eleanor. Lo es. Pero al menos Artemis sigue viva, mi hermana está viva. No compares mi dolor con el tuyo porque solo has perdido a un hermano.

Retrocedió mirándolo con dolor al escucharlo.

—Estás triste y no querías decir eso realmente. —Eleanor se repitió a si misma, controlándose—. Estás diciendo esto porque estás herido y quieres desquitarte.

—No. Deja de engañarte, Eleanor. Es lo que siento y estoy hartándome de que trates de ver algo bueno en mí. Por no herir tus sentimientos de niña ilusa. —el rostro de Ares estaba acalorado por la rabia mientras que en el de Eleanor ya rodaban las lágrimas de lo humillada que se sentía. Él sintió el pincho de culpabilidad por verla así pero no se pudo detener, era más grande el sentimiento que necesitaba salir que no se calló aún cuando ya la había lastimado lo suficiente—. No entiendes lo que es una pérdida de verdad. Eras muy pequeña para comprenderlo. Mi madre se enfermó y murió sola en Azkaban por el amor que le tenía a su hijo, mi padre fue asesinado por mi hermano menor, luego a él le dieron el beso del dementor  y tuve que volver a pasar su muerte, después de que yo ya lo había hecho y finalmente, mi hermana... buena, inocente, tan ilusa como tú. Sin tener la culpa de nada, es la que más ha sufrido de los dos. —murmuró tan bajo que casi fue imposible escuchar. Casi—. Todas mis desgracias radican a partir de Voldemort y de tu familia. Te odio y decido culparte a ti por todo lo que ha sucedido con la mía. James Potter no era un santo. Es una pena que hayas tenido que presenciar su muerte tan pequeña. Pero perdóname por no sentir ni una pizca de lástima por ti y por tus pérdidas. No puedo hacerlo.

—Estás siendo injusto. —titubeó Eleanor, herida. No importaba que las miradas de los presentes ya estuvieran en ellos, en que Madame Pomfrey ya hubiera salido de las cortinas o el que Dumbledore que acababa de entrar lo estuviera viendo todo, mucho menos que sus propios sobrinos los escucharan. La furia del Crouch no acababa y la pena de Eleanor lo hizo sentir más aliviado mientras más sacaba lo que llevaba dentro.

—¡¿Y quién ha sido justo conmigo?! ¡Nadie! —Ares siguió alzando la voz—. Estoy cansado de sufrir por los que no están muertos. Y tú —la señaló—... has sido la peor. No importará cuántas veces te ponga por encima de todos, tú siempre buscarás a alguien más antes que a mí. Sé que tu sobrino es tu prioridad, pero sabes que no me refería a él.

Tío. —lo llamó Cassiopeia, tomándolo del brazo pero él seguía su mirada sobre la de Eleanor con una pena más profunda que todo el enojo acumulado en su corazón.

Ignorando a su sobrina, él terminó:

—Me lo has demostrado, que hoy cuando yo te necesitaba más, preferiste mantenerte cerca de Weasley. Aún cuando tú fuiste, eres y serás mi mayor prioridad.

Al terminar de decir esas últimas palabras, él no pudo sostenerla por más tiempo la mirada de la azabache y se soltó del agarre de su sobrina, abandonando la enfermería evitando a Dumbledore.

El pecho de Eleanor subía y bajaba como si ella hubiera corrido un maratón, las lágrimas empaparon sus mejillas y resbalan hasta perderse entre su cuello, ella las limpió con su muñeca, mientras respiraba tratando de detener su llanto. Las palabras de Ares Crouch la habían atravesado como dagas filosas en su corazón, dejándola con el peor sentimiento. Por mucho que en su mente tratara de justificar todas sus palabras, ella no pudo, él tenía razón.

Llorar se sintió tan mal que se obligó a tragarse su orgullo destrozado y aparentar que todo estaba bien. El picor en sus ojos siguió presente pero ella lo ignoró, levantando su mentón en alto aún bajo la intensa mirada del director. Pronto, Dumbledore les indicó a los chicos y a la señora Weasley que se retiraran para hablar con la azabache a solas, Harry que ya estaba esperando regresar a la torre Gryffindor no pareció dispuesto a hacerlo después de presenciar lo que el tío de su mejor amiga le había dicho a Eleanor. Él luchó un poco pero tras saber que no iba a ganar con el mandato del director, Harry obedeció, saliendo de la enfermería.

—Creo que es momento de tener una charla. —le dijo Dumbledore.



En el despacho del director las miradas de los retratos de siguieron a Eleanor mientras ella estaba cabizbaja repitiendo las palabras de Ares en su mente, una y otra vez. El director Dumbledore estaba del otro lado de su escritorio, sentado, analizando sus acciones sabiendo que se estaba martirizando con la discusión que tuvo hace unos momentos. Suspiró antes de romper el silencio.

—Puedes elegir creer en las palabras de un hombre herido por las decisiones que tomó su familia —dijo Dumbledore—, o tomar la sabia decisión de escuchar lo que tengo yo, un anciano que te ha visto crecer todo este tiempo, para decir.

El director sonrió brevemente al verla mirarlo con atención.

—Te he observado todos estos años, Eleanor. Cada persistencia, acción y elección que has hecho desde hace catorce años. La forma en que proteges a Harry, el amor que tienes para dar sin importar que sea mutuo. Es maravilloso, sorprendente y un poder que muchos menosprecian. —admitió el director con pena—. Esta noche vi la desesperación en tus ojos por salvar a el joven Black. Es la misma que he visto todos estos años. No cualquier persona tiene la furia de entrar a mi despacho a gritarme ni mucho menos amenazarme y tu lo has hecho. En más de una ocasión. El amor que le tienes a Harry a rebasado incluso lo que yo jamás había pensado. ¿Te das cuenta del poder que tienes, Eleanor?

—Yo sólo quiero protegerlo. —respondió en voz baja—. No me importa nada más.

El director asintió en comprensión.

—¿Te has preguntado como es que te hiciste ese corte esta noche? El mismo corte que tiene Harry.

Eleanor miró su brazo derecho donde yacía solo el corte ya curándose gracias a la revisión de Madame Pomfrey. Sin duda, ella no entendía como era posible tener al igual que su sobrino la misma herida. Le dolía la cabeza de todo lo que había tratado de pensar y pensar, sin hallar la respuesta sin éxito.

—Sí —contestó ella—, pero no lo sé. No me explico cómo sucedió... ¿Usted lo sabe?

La mirada cristalina del anciano se oscureció ligeramente al responder.

—Tengo mis sospechas pero tendré que confirmarlas antes de poder compartírtelas, Eleanor. —dijo Dumbledore—. Pero lo que quiero hacerte entender, es que a pesar de todo lo que has sufrido, el que hayas madurado tan pequeña, aún conservas la pureza de tu corazón. Y eso Eleanor, es de vital importancia para lo que te pediré ahora.

—¿Qué es lo que necesita?

—Ahora mismo el ministro buscará cualquier forma de desacreditar la verdad sobre el regreso de Lord Voldemort y todo lo sucedido en el torneo. —dijo Dumbledore con molestia—. Es por eso que necesitaré que estés lo más aliada posible a él. Necesito que él crea que te tiene en su poder, no puedes dejar el Ministerio por nada, Eleanor. Te necesito allí.

¿Que quiere que haga qué? —repitió Eleanor con los ojos abiertos en sorpresa.

—Necesito que el ministro crea que estás de su lado —concretó Dumbledore con la mirada fija en la suya—. Él no puede sacarte del Ministerio. Es de vital importancia que para Cornelius que tú parezcas indefensa. Y si es posible, parecer que lo apoyas.

—No creo que él se lo crea. —confesó Eleanor—. Lo que he dicho en la enfermería... No va a ser fácil ganármelo.

—Él te observará —le aseguró Dumbledore—. A sus ojos, debes parecer que no apoyas la idea de su regreso. Así es como él te va a tener cerca, es posible que te use para que todos sepan que la propia tía de Harry Potter sabe que no está bien.

—¿Pretender ante todos? —inquirió incrédula—. No sé si pueda hacerlo... Estaría traicionando a Harry.

—No, porque todos (los miembros de la orden del fénix) sabremos la razón del por qué actúas así. Debes hacerlo, Eleanor. Si no me temo, que serás la primera a la que el Ministro desechará por desconfianza. Él va a imaginar que estás trabajando para mí y no se arriesgará a tenerte allí siendo mis ojos y oídos.

—Pero...

—Recuerda que todo esto será para impedir que Voldemort llegue a la profecía.

—¿Qué...?

Él la interrumpió.

—Eleanor dime que lo harás. —le pidió con la mirada fija sobre la suya—. Por favor.

El destello de duda atravesó los chocolates de la joven pero luego se irguió y asintió firme.

—Está bien... Lo haré.

NOTA DE AUTORA:

No tengo palabras para agradecer el apoyo y los 5k votos. Estoy muda y llena de lágrimas mientras escribo esto. Todo empezó poco antes de cuarentena y ahora estamos cerca de la mitad de acabar Warrior. Yo sólo puedo decir: gracias. Muchas gracias.

¡Bienvenidxs a la orden del fénix!

Besos enormes,
Fer.

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