El Inframundo De Raven. [En E...

By ladyspellman

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Raven era un misterio. No sabía mucho de su pasado, no sabía ni si quiera su fecha de nacimiento. Al mudarse... More

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Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Extra #1
Nueva Portada

Capítulo 5.

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By ladyspellman

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¬ Revelaciones ¬

Hades me sonreía desde su motocicleta.

-¿Vas a subir o no, Raven?

Asentí con una sonrisa.

La tarde de entretención había estado bastante agradable; James Adler tenía muy buenas ideas en cuanto a diversión se trataba.

Le había prometido a Hera que nos veríamos en su hogar hoy; habían cosas que quería conversar conmigo. Pero también le había prometido a Sarah que nos arreglaríamos juntas para la fiesta de Zoe.

"Deberías dejar de preocuparte." susurró telepáticamente Hades.

"Deberías dejar de escabullirte en mi mente."

Hades sonrió de medio lado.

"¿Estás preparada para el torbellino que es mi madre?" preguntó Hades.

Sentí la preocupación a través del vínculo que había establecido.

"Las chicas malas no le temen a nada." Contesté burlesca.

Hades soltó una carcajada.

"No eres lo que yo llamaría: chica mala, Raven. Eres más bien un algodón de azúcar." murmuró en mi cabeza.

Insertó una imagen mental de mi rodeada por algodón de azúcar rosado.

Sonreí.

"Si tu eres un malvavisco, puedo conformarme con ser un algodón de azúcar, Adler."

Hades sonrió telepáticamente y se sintió como una breve caricia.

"Quizá debería prepararte mentalmente. Sabes que hay lados, uhm, negativos de ser un gardien, ¿verdad?"

Negué.

"Creo que nadie ha tenido la oportunidad de explicármelo ya que hasta ayer creí que no existían las cosas como las ilusiones."

"Oh, es cierto." sonrió. "Se me olvida que eres nueva en esto."

Repentinamente detuvo la motocicleta con suavidad.

-Hemos llegado, Raven. — dijo mientras bajaba de la moto.

Sonreí. Su casa era hermosa. No había prestado mucha atención al camino así que no sabía qué tan lejos estábamos.

Hades extendió su mano sutilmente y luego, sin notar que yo lo había notado, la retiró con una mueca.

Su jardín era asombroso, muy bien cuidado, por lo demás. El auto de Poseidón estaba estacionado ahí.

Ingresamos lentamente, ya que me tomé el tiempo de observar las flores y plantas que ahí crecían.

-Mamá utiliza su don para cultivar nuestro jardín. — comentó expectante.

Parecía esperar que le ofreciera una opinión sobre su hogar, pero sencillamente me encontraba sin palabras.

-¡Raven, querida! — escuché decir a Hera desde la puerta de entrada.

Inmediatamente me acerqué a saludar.

-Hola, señora Adler. — contesté.

La señora hizo un gesto como restando importancia.

-Llamame Hera, por favor.

Asentí con una breve sonrisa.

La casa tenía dos pisos y un espacio gigantesco. En el jardín trasero, los muchachos tenían un sector para practicar sus deportes predilectos; según lo que Hera había dicho.

"Lo siento. Mi madre suele emocionarse más de la cuenta cuando vienen personas." susurró Hades.

Sonreí y le hice un gesto para que estuviera tranquilo mientras Hera terminaba de darme el recorrido.

Una vez dentro, me mostró los cuartos de los muchachos, su habitación y las habitaciones extra: Huéspedes, salón de música, recreacional.

Estaba realmente impresionada, era más una mansión que una casa. Ahora entendía en parte su sensación de superioridad, no la justificaba, pero al menos tenía una explicación.

Nos dirigimos al comedor y tomamos asiento.

-Supongo que debes tener muchas preguntas. — dijo con amabilidad mientras me servía té. 

Sonreí dubitativa.

-La verdad, Hades me ha explicado muchas cosas y me ha quedado bastante claro.

Hera observó a su hijo con perspicacia.

-Lo que aún no entiendo, es como entro yo en todo esto. — murmuré.

-Bueno, ser un gardien implica muchas cosas; somos raros dentro de la población normal, quizá uno de cada cien niños posee dones. Por eso debemos ser responsable con ello. Hay, uhm, un agregado.

Observé sin querer en su mente y pude ver que estábamos entrando en complicaciones. Los lados negativos de ser uno de ellos, Hades los había mencionado.

-Como somos distintos, debemos tener precaución de no resaltar por nuestros dones, hay científicos que han dedicado toda su vida a cazarnos.

-¿Cazarnos? — pregunté.

-Sí, Raven. Eres una de nosotros ahora; debes aprender a vivir con esto.

-Pero si ni siquiera tengo dones. — comenté.

-Estoy segura de que los tienes. Sólo que no los has aceptado. Soy una gran, mmm, telépata. Podría buscar dentro de tu mente la presencia de dones. — dijo dubitativa.

Hades parecía dispuesto a interrumpir en cualquier momento; podía ver en él los deseos de que dijera que no.

"¿Por qué no?" pregunté.

Evidentemente, estaba desconcertado de no haberme sentido en su mente.

-Dile el resto, madre. — murmuró.

Hera suspiró con pesadez.

Poseidón consultaba tu fecha de cumpleaños, ¿verdad?

Asentí insegura.

Hay una maldición que cae sobre nuestra gente, para personas nacidas en días impares.

-¿Maldición? —pregunté.

-Es más bien como algo de la naturaleza, Raven. No hay brujos, ni cosas así. — intervino Hades.

-Las personas nacidas en días impares están destinadas a ser consumidas por las sombras. No es que sea clara la profecía, pero eso es lo que dice.

-¿Alguno de ustedes nació en un día impar? — pregunté algo asustada.

Hades asintió.

-Yo. — respondió.

Para mí era difícil conocer eso, no sabía mi fecha exacta de cumpleaños.

-Hay algo más. — dijo Hera.

La miré esperando que considerara eso como una invitación para continuar.

-Una vez que un gardien se enamora; el vínculo es eterno. Tu corazón será de la otra persona por el resto de tus días. — murmuró. — James y yo nos enamoramos muy jóvenes, cuando aún no sabíamos que esto sucedía. Después de eso, nadie pudo aplacar mis sentimientos por el.

No me debía preocupar por eso. Yo no tenía pretendientes.

Sonreí de medio lado.

-Gracias, Hera. Ha sido una charla esclarecedora, pero sigo sin creer que yo sea parte de esto. — dije con suavidad.

Hera me sonrió gentilmente y asintió.

-Siento involucrarte en esto, pero nadie merece vivir en la ignorancia. — murmuró con nostalgia. — Cualquiera de mis hijos puede ver en tu cabeza para saber tus dones, por si sientes más confianza con ellos.

Sonreí y le di un cálido abrazo. Ella esperaba que yo reaccionara mal, pero decidí no hacerlo, después de todo, estas cosas eran las que ella vivía. Ella y su familia.

Hades me jaló la manga del abrigo y lo observé intrigada.

"Ven conmigo." murmuró despacio a través del vínculo telepático.

Asentí. Hera me sonrió como si ya estuviera al tanto de los planes de su hijo más joven.

"¿A dónde vamos, Hades?"

"A mi cuarto" dijo traviesamente.

Mis palmas comenzaron a sudar, pero sabía que debía ser una broma de mal gusto.

Subimos las escaleras y pude ver distintas fotos de los tres hermanos a lo largo de la casa.

Había una en el segundo piso de Hades sonriendo ampliamente con su labio hinchado y sangriento, pero con una enorme copa, estaba vestido con ropa deportiva, quizá jugaba basketball.

Cuando notó que me había detenido para observar la foto sonrió.

-Era mi primer campeonato de basketball y uno del equipo contrario me golpeó con su codo. Aún así no me detuve y anoté el último punto. — dijo sonriendo. — Luego de eso una fea cicatriz me quedó en el labio y decidí taparla con un piercing.

Abrí mis ojos con sorpresa.

-¿Qué edad tenías? — pregunté. 

Miró la foto perdiéndose en ella.

-Tenía 15 años. — dijo sonriendo.

Asentí brevemente. Las cosas malas parecían estar atraídas a los Adler. ¿O sólo era mi opinión?

Tomó mi chaleco y me arrastró a su cuarto.

-Y ahora que has dejado de curiosear. ¿Cómo te sientes? — preguntó dubitativamente.

Antes de que pudiera elaborar una sofisticada mentira sobre que todo estaba bien. Hades entró a mi mente.

"Está bien sentirse así. No es algo que te lo digan todos los días." susurró.

"¿Cómo lo llevas tú? El hecho de que estás destinado a la oscuridad o algo así." murmuré.

-La mayoría del tiempo es difícil. Siento que la vida continúa conspirando para hacerme quedar como el villano. Pero supongo que eventualmente aprenderé a vivir con eso. — murmuró en voz alta.

Se rascaba la cabeza nerviosamente y el aro de su labio daba vueltas atrapado en sus dientes.

Me senté en la cama y sostuve sus manos.

-No tiene porqué ser así, Hades. Eres un chico increíble; no tienes que ser parte de la oscuridad o algo así. — dije sonriendo.

Hades levantó la mirada buscando la mía y me devolvió la sonrisa.

-Antiguamente existían dos clanes que apoyaban esta teoría; eran algo parecido a las sectas, que acudían a reclamar a los gardiens nacidos en ciertos días. Uno de ellos eran los Alba, hijos de la luz. Cada vez que nacía un niño en un día par lo reclamaban como suyo a la edad de un año. — comentó.

-¿Y cómo se llamaba el otro clan? — pregunté con curiosidad.

-Los Nigrum. Reclamaban a los hijos de la oscuridad. — comentó algo inquieto. — Mis padres pertenecían al clan Alba. Se conocieron allí, pero cuando llegué yo y notaron que no era uno de ellos, se desligaron del resto de los gardiens. Dijeron que preferían criar a sus hijos sin creer en esas cosas y nos alejamos de ellos.

Sonreí.

-Suena a una secta de mal gusto. — dije bromeando.

Hades sonrió, pero veía la preocupación en su mirada.

-Sí. Supongo que es trágico llamarme como el Dios del Inframundo y los Muertos. — dijo con una mueca.

-Estás hablando con la chica cuervo. — contesté.

Ambos largamos a reír.

-¿Quieres hablar de tus dones? — preguntó.

Bufé.

-Deja de escabullirte en mi cabeza, Hades. — contesté arrojándole una almohada.

-Es que es entretenido hacerlo. — murmuró recostándose.

Sonreí pero rodé los ojos.

-Me imagino que debe serlo. — contesté burlona.

-La familia de mi mamá vendrá la próxima semana. — comentó haciendo un mohín.

-¿Eso es algo malo? — pregunté.

"Es que son algo luminosos." dijo telepáticamente.

"Nacidos en día par, ¿eh?"

Asintió.

"Mis primas son tediosas y mi tía Afrodita lo es aún más."

"¿Todos tienen nombres de dioses en tu familia?" pregunté con curiosidad.

"Sí. Mis primas son Deméter, Artemisa y Atenea. Aunque mi tío se llama Ralph." contestó divertido.

"Apuesto que no es tan malo que vengan." respondí.

Yo no tenía a nadie más que Eliza y Robert. No sabía lo que era tener primos tediosos.

"Lo siento." susurró cuando percibió mis pensamientos.

Extendió su mano y revolvió mi cabello.

Sonreí eliminando la nostalgia.

"Quizá podrías venir." comentó.

"¡Claro que no!" exclamé.

"Entonces podríamos hacer algo para que yo no estuviera acá." contestó.

Rodé mis ojos.

-¿Por qué no me habías dicho que hacías circo? — dijo luego de un rato.

-Creí que no era relevante. — contesté contrariada.

-Claro que lo es. Deberías unirte a las porristas. — dijo travieso.

Mi cara debe haber sido un poema, porque soltó una carcajada.

-Solo bromeaba. He visto como detestas su actitud de niñas bobas.

Le arrojé un cojín.

-Mamá se enfadará por el desorden y diré que fuiste tú. — contestó.

-Me debería ir, he quedado con Sarah. — dije pensativa.

-¿Quieres quedarte un rato más? — preguntó travieso.

Me pregunté en qué estaba pensando.

-Puedo hacer que el tiempo transcurra más lento para nosotros.— dijo sonriendo.

Lo consideré y asentí.

-Sólo 10 minutos más. — contesté.

-Puedo hacerlos una hora si deseas. — dijo alzando sus cejas.

Largué a reír.

-Haz un minuto diez minutos para nosotros. — dije sonriendo.

-Sus deseos son órdenes, mi lady. —dijo burlón.

La habitación pareció ralentizarse, poco a poco perdió color y quedamos en un espacio en blanco y negro. Abrí mi boca con sorpresa.

Reí luego de observar todo sin color pero sentí la estela de su truco en mi cuerpo.

-¿Q-qué pasó con los colores? — murmuré sin aliento.

- Oh, es un efecto secundario de mi don. El lugar y las personas afectadas pierden los colores, porque estos son un fenómeno físico de la luz a distintas velocidades, como congelo el tiempo, la luz se ralentiza y sólo vemos el blanco y el negro. — trató de explicar.

Asentí ligeramente nerviosa y observé mis manos, también estaban en blanco.

-Así que... Samantha Davies. — susurré tratando de obviar el hecho de que parecíamos sacados de una foto antigua.

Hades se sentó en la cama y comenzó a rascarse la cabeza.

-Samantha llegó el año anterior a Concord, con la excusa de que venía a estudiar acá.

-Según Peter venía a hacer eso. — comenté yo.

-La verdad es que nosotros lo pensamos al principio también. Con el tiempo nos dimos cuenta que era una gardien, su don era el control mental y algunos, uhm, otros. — dijo algo incómodo.

Atisbé en sus pensamientos un par de besos con una chica rubia.

Me sonrojé inmediatamente por haber violado su privacidad de tal forma.

Hades vió mis pensamientos y se sonrojó también.

-Y-yo, eso. Uh. — dijo visiblemente incómodo.

-Ella era tu novia. Lo entiendo. — dije aparentando calma.

-¡NO! — chilló con nerviosismo. — Sam no era mi novia. Ella tenía el don de controlar mentes y de seducir hombres con su voz, era algo así como una sirena. — dijo incómodo.

-Oh, ya veo. — murmuré visiblemente incómoda.

Pasó un rato y la incomodidad no se iba.

-El caso es que Zeus, Seid y yo bajamos la guardia. Estábamos cegados por la promesa de amor eterno. — comentó.

¿Ella estuvo con los tres?

-¿Y que paso?

-Era una gardien oscura. — susurro. — Venía porque los Nigrum le habían dicho que había un chico Adler que reclutar y ella trataba de averiguar cuál. Por suerte, ninguno se enamoró, porque lo que ella hizo fue crear una ilusión de amor, no amor real.

-Como la amortentia. — contesté pensativa.

Hades soltó una risa pero asintió.

-Finalmente conversamos con papá y mamá y decidimos echarla del pueblo. Mamá entró a su cabeza y la convenció de que acá no había encontrado nada, que debía marcharse y jamás volver. — dijo. Luego se removió incómodo. — Pero algo falló.

Abrí mis ojos con sorpresa.

-¿Y qué hicieron con ella? —pregunté temiendo lo peor.

-Zeus, Seid y yo... Nos encargamos de ella. 

Esperaba misterio y oscuridad, pero esto iba muy lejos. ¿La habían asesinado?

El chico jugó con el aro de su labio incómodo.

-Está bien si ya no quieres hablar conmigo. — murmuró luego de un silencio incómodo.

En vez de molestarme e irme, me quedé quieta. Congelada en mi lugar.

Ahora si debíamos parecer una foto.

Hades cayó de espaldas en la cama y soltó un suspiro.

Finalmente solté aire exageradamente por la nariz y asentí más calmada. Yo no sabía lo que era estar en este mundo, no podía condenar sus acciones pero tampoco podía aceptarlas y ya.

Estiré la mano y alboroté su cabello.

-¿Eso significa que no me odias por completo? — preguntó con el atisbo de una sonrisa en sus labios, pero aún podía ver el arrepentimiento en sus ojos.

-Uhm. — dije haciéndome la pensativa. — Creo que no por completo. Sigues siendo un malvavisco, Adler.

El muchacho revolvió mi cabello y me sacó la lengua.

-Hades, me debo ir ya. — dije con una sonrisa tranquilizadora.

No quería que pensara que yo lo juzgaba. Ya tenía suficiente con su propio pensar.

El arrepentimiento crecía a grandes pasos en su pecho.

El menor de los Adler puso una mueca.

- Es por eso que cambié mi actitud. Solía ser muy buen alumno, popular, casi tanto como Zeus. Pero no pude salir adelante. Seid lo superó rápidamente, al igual que Zeus, ambos se convencieron de que era la única salida, pero yo no paro de pensar que ella sólo cometió el error de nacer en un día impar, era como yo. ¿Qué hace la diferencia entonces? ¿Por qué ella debió sufrir ese destino y yo estoy aquí? — susurró con una mueca de visible tristeza y arrepentimiento.

Suspiré. 

Esperaba misterio, sí. Pero estas cosas escapaban de mi comprensión. No sabía que decirle.

-Esa es la diferencia, Hades. — murmuré luego de un silencio. — Tú no quisiste hacerle daño. Ella venía con ese fin. Llámame loca o lo que quieras, pero lo que yo he visto de ti, de tus poderes, es asombroso, no veo rastros de maldad en ti y quizá la maldición no es cierta. No me parece que lo sea, al menos. Eres un buen chico, no te atormentes por lo que pasó, lo hiciste para protegerte. — dije tensándome.

Hacer cosas para protegerse era mi especialidad. Era un argumento bastante poco moral cuando lo empleabas para defender inmoralidades.

- ¿Qué quieres decir con eso? — susurró al atisbar mis pensamientos.

Tosí, pero el había sido honesto, debía saber con que clase de personas se estaba juntando.

- Cuando yo tenía quince... — comencé temblorosa. —  Yo estaba saliendo de mis talleres extracurriculares. Había sido un día agotador y lo único que deseaba era llegar a casa. No sé muy bien que fue lo que pasó, pero cuando desperté estaba en el consultorio de mis padres. Y-yo — tomé una pausa para respirar.— Un hombre me había interceptado en una de las calles y e-el quería más de mi. Comenzó una tormenta eléctrica y... Finalmente, encontraron su cadáver, un rayo le había caído. Yo estaba segura que había sido mi culpa, pero la psiquiatra O'Donell me ayudó a ver que no era así, que era imposible que yo hiciera algo así... aún tengo pesadillas. — confesé.

Hades abrió sus ojos con sorpresa.

-¿Estás segura de que fuiste tú? — preguntó con curiosidad.

Solté aire y una brisa se arremolinó en la habitación, pero eso era imposible, el tiempo estaba pausado o ralentizado.

Los ojos de Hades se habían abierto más de lo usual. 

- Creo que ya tengo una idea de cuales podrían ser tus dones. — murmuró pensativo.

Hice una mueca de confusión y negué rápidamente.

- Muchas emociones por un día. Digo, estamos en una habitación en blanco y negro. — largué con una sonora carcajada.

El chico a mi lado se unió a mi descontrolada risa y luego reanudó el tiempo.

El color poco a poco fue volviendo y un atisbo de sonrisa se asomó en mis labios.

-¿Quieres que pase por ti antes de la fiesta, Raven? — preguntó luego de un rato.

-Creo que podré encontrar el camino. Pero nos vemos allá, Malvavisco. — contesté tranquilamente.

Asintió brevemente. 

Entonces me levanté y súbitamente me mareé un poco.

- Es porque ha sido tu primera vez en un bucle de tiempo. — explicó sosteniendo mi brazo.

Alcé mi mirada y me encontré con esos orbes negros.

Sonrió y me guió hasta la entrada de la casa. 

No vi ni a Hera ni a Poseidón en el trayecto, debían estar ocupados o en sus habitaciones.

- Gracias, Hades. — murmuré algo avergonzada. 

Nadie conocía mi secreto, sólo mis padres y me habían llevado con una psiquiatra. 

Era progreso que no me hubiera tildado de loca. 

Largó una carcajda.

-Definitivamente eres distinta, Raven. —murmuró con una sonrisa. — Te aterra que yo te tilde de loca y tú escuchaste a mi madre decir que tenemos dones, que hay una maldición y viste una habitación en blanco y negro, pero... de alguna forma extraña temes que tú seas la loca.

Asentí dubitativa.

-Me alegra que te cause gracia. — comenté con una sonrisa ladina. — Nos vemos en la fiesta, Hades.

El asintió con una mueca que no supe descifrar y luego noté que no tenía como ir a casa.

Largó a reír. 

-Esperaba que te dieras cuenta pronto. — dijo burlón.

Resignada, me subí a su motocicleta.

El me observó con una ceja alzada.

-¿Vas a dejarme o qué? — pregunté con confianza.

Largó a reír una vez más. 

- Ya voy, jefa.

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