Cuando abro mis ojos me encuentro en una habitación, aún es de noche. No es mi habitación, y ahí es en donde me doy cuenta que no sé en donde estoy. Me encuentro acostada en una cama, con sabanas blancas y mi ropa ya no es la misma. Tengo una bata de dormir.
¿En dónde estoy?
El miedo comienza a recorrer cada parte de mi cuerpo. Veo a cualquier parte de la habitación en busca de mi bolsa o algún teléfono. Tenía que avisarle a alguien. Hago el esfuerzo por levantarme, hasta que lo consigo.
Mis pies tocan el piso, camino hasta la puerta de la habitación y trato de girar la perilla, está con llave, no puedo salir.
Pasan los minutos hasta que abren la puerta y un hombre vestido con un traje negro, entra.
Trae una bandeja de comida en las manos.
—Come algo—ordena.
Niego con la cabeza.
—¿E...en dón...dónde es...estoy?—digo al borde de las lágrimas.
—Esa información no se la pueda dar, señorita—dice.
—¿Por...por qué mmm....me se...secuestro?
—Yo no fui, señorita. Solo recibí ordenes—aclara.
Y con eso se va, dejándome con muchas preguntas.
Me acuesto en la cama y comienzo llorar, lloro por desesperación, por no saber quien me tiene aquí y sobre todo el por qué estoy aquí.
Estoy a punto de quedarme dormida, pero otra vez, alguien irrumpe en la habitación.
—Señorita—es el mismo hombre de hace un rato—, el jefe quiere verla.
¿Qué va a hacerme? ¿Va a torturarme?
El miedo se apodera de mí.
Niego repetitivamente con la cabeza.
—No...no...qui...quiero ver...verlo—espeto.
Pero de nada sirvió, porque él viene hacia a mí y con mucha facilidad toma mis manos.
Yo me resisto.
—¡Sonia, ven a ayudarme!—el hombre pide ayuda.
Rápidamente, una mujer alta y robusta, digna de ser guardaespaldas, entra.
Su fuerza es demasiada, así que ambas personas me amarran las manos y pies.
Sonia, me coloca una bolsa de tela en la cabeza, para que no vea nada.
Me rindo.
El hombre me carga como un costal de papas sobre su hombro.
Comienza a caminar en dirección desconocida.
Baja unas escaleras y a los segundos, abre una puerta.
El aire fresco se siente sobre mi piel. Como ya es de noche, se escucha el canto de los grillos y otras aves nocturnas. Sino estuviera secuestrada, estos sonidos me llevarían a un estado de relajación total.
Se escucha que abren una puerta.
Entramos y a los segundos estoy sentada en una silla. Me quitan las cuerdas de las manos, para luego acomodarlas detrás de la silla y otra vez, me las atan, aunque no están muy ajustadas.
Las lagrimas comienzan a caer nuevamente.
—¡Ya fue suficiente!—se escucha una voz grave y varonil que me hace sobresaltar, y por ende, llorar más
—. Déjenme a solas con ella.
No, no, no, ¿qué va a hacerme?
Estoy atemorizada.
El hombre me quita la bolsa de tela de mi rostro. No lo puedo ver, está detrás de mí, y mi campo de visión sólo duró segundos, porque una venda fue puesta en mis ojos, negándome la visión.
Comienzo a sollozar.
—Po...por fa...favor, sse...señor, no me las...lastime.
—No llores, dulce Maisie, que no me gusta verte así, mi amor.—su voz adquiere un tono muy dulce, agradable y lírico a mis oídos.
¿Amor? ¿qué está pasando? ¿Cómo sabe mi nombre?
—Mmm...mis pa...padres no ti...tienen mucho di...dinero pa...para el resca...rescate—digo temblando.
El hombre ríe como si yo hubiera contando un chiste.
—No, pequeña Maisie, no quiero dinero.
—¿En...enton...entonces?
—Fácil—su mano acaricia mi mejilla—, todo lo que quiero es a ti. Tú me perteneces, Maisie.
Sus palabras me dejan en shock, ¿me quiere a mí?
—Tranquila, dulce Maisie—su mano acaricia mi brazo—, prometo no hacerte daño, pequeña. Solo quiero que me obedezcas y estés a mi disposición en todo...pero por tu propia voluntad.
—No con...confi...confio en ti—niego con mi cabeza.
Con suma delicadeza, pasa su nariz por mi rostro, como si quisiera captar mi aroma.
—Aprenderás a hacerlo, dulce Maisie. Y yo aprenderé a confiar más en ti.
¡Mía! Se me había olvidado mi hermana. Que vil me siento al haberlo hecho, se supone que soy su hermana mayor, que tendría que protegerla.
—Mi her...hermana—comienzo a hablar—, ¿en dó...dónde ess...está?
—Tranquila, mi dulce Maisie—el desconocido roza sus labios en mi oído—, ella está bien.
No puedo evitar dejar salir un suspiro. Pero no confío en el desconocido.
—¿Estás seguro?
—No haría nada para lastimarte, pequeña—comienza a desatarme mis manos—, vamos a un lugar más cómodo.
Deja un beso en cada una de mis manos.
—Perdóname por tenerte así, pequeña Maisie—me comienza a desatar los pies—, pero no quiero correr el riesgo de que te vayas—su aliento choca en mi rostro, menta y alcohol—. Toma mi mano—pide.
Le obedezco, tomo su mano.
Mi mano es demasiado pequeña comparada con la suya, lo puedo sentir.
—Es como un sueño tenerte aquí, dulce Maisie.
—¿Qué...qui...quieres de mí?
—Todo, Maisie—detiene la marcha y me pega contra una pared—, quiero hacerte muchas cosas que en lo mundano son un pecado—sus manos toman mis muñecas y las coloca por encima de mi cabeza—. Quiero hacerte gemir, quiero que grites mi nombre, quiero que me pidas más de lo que yo quiero darte—asevera.
Sus palabras me cortan la respiración.
Me pide algo que yo no puedo darle. Aún soy una joven casta, una joven virgen anticuada, que en pleno siglo veintiuno, espera hasta el matrimonio. Como debe de ser.
No sé que responder.
—Tranquila, dulce Maisie—junta su frente con la mía—, sé que aún eres virgen, que no has dado tu primer beso. Sé muchas cosas de ti, pequeña.
—¿Qué sa...sabes so...sobre mí?
—Todo, Maisie Rose Wilde.
Sabe mi nombre completo, pero, ¿cómo?
—Hermana de Mía Lavanda Wilde, tus padres son María Olivia Wilde y Greg John Wilde—deja un pequeño beso en mi nariz—. Tienes una hermana, Mía Lavanda Wilde, tiene ocho años y tú siempre ibas a la escuela por ella, después de salir de la universidad. Te gusta mucho leer, tu genero literario favorito es la novela romántica. Deseas ser escritora después de graduarte de Leyes, ¿sigo?
Bueno, no sabía datos tan relevantes de mí, quizás toda esa información pudo haberla sacado de algún compañero universitario que dejó comprarse. Era lo básico. Tengo un punto a mi favor.
—Sa...sabes lo...ba...básico—trato de decir con un tono de seguridad.
—Tienes veinte años, cabello castaño oscuro, oscilando a negro. Piel morena, ojos marrones. Tus padres están en Inglaterra y, tú y tu hermana iban a irse de vacaciones con ellos, pero por problemas económicos solo iría tu hermana.
Eso me dejó en shock. Esa información nadie la sabia, a excepción de Eva y Kira, pero no creo que ellas hayan dado ese tipo de información.
—La noche es muy larga, Maisie, tengo todo el tiempo del mundo para que me hagas las preguntas que quieras.
—No...no me...vas a de...decir en dónde...está mi her...hermana, ¿ver..verdad?
—Estás en lo correcto, cariño. Solo te puede decir que ella está feliz en el lugar que está.
Eso me reconforta, no al punto de alborozar, porque estoy encerrada. Pero sí, me sentía un poco más feliz.
—Creo que es hora de que vayamos a cenar—avisa el desconocido.
Toma mi mano y me dejo guiar.
Este era su juego, y ahora yo estaba en él.
Hola, bellezas de wattpad, aquí otro capítulo de esta historia.
¿Quién será el hombre que la tiene secuestrada?
Gracias por leerme, no olviden votar, comentar y compartir la historia si así lo desean.
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