◇Crush◇

By SrtaMaylor

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Historias cortas sobre la obsesión que me pinte, hasta cuando me disculpo era solo de Ben Hardy y no los pie... More

~First Day~
~Supermarket's girl~ (1/3)
~Supermarket's girl~ (2/3)
~Supermarket's girl~ (3/3)
~Doctor~
~Lost~(1/?)
WOOO
~Lost~(2/?)
~Lost~(3/?)
~Lost~(4/?)
~Lost~(5/?)
KESTAPASANDA
Lost(6/?)
~Lost~(7/?)
~Lost~(8/?)
~Lost~(9/10)
~Lost~(10/10)
5K? tienes idea de lo loco que se oye eso?
~Sr. Hartright (1/?)~
~Sr. Hartright (2/?)~
~Late Valentine~
~Sr. Hartright (3/?)~
~Sr. Hartright (4/?)~
~Sr. Hartright (5/?)~
10K? como si esas cosas pasaran
~Work~
~The Run And Go~
~Work(2)~
~Come With Me~
Comunicado comunicativo comunicador de comunicaciones comunicativas
~Mardy Bum~
~That's My Choice~
~Oh God I Hate You~
~Luna de Miel~
How Dare You?
mEper d0nan¿
Gerard Way
Ben Mazzello, Joe Hardy
Frank Iero
Mikey Way
Anuncio parroquial de cuarentena
~I Hate Everything~
~Mine~

~Self Esteem~

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By SrtaMaylor

[Supongo que esta es una "segunda parte" del capítulo I Hate Everything.

WARNING se mencionan desordenes alimenticios, así que si les molesta o incomoda, no lean.

Un abrazo]

💐

Pasaron ya varias semanas desde que me fui del departamento. Ese que alquilaba él solo. Nunca me dejó pagar nada, según él por ser buen novio, qué sé yo... si hubiera trabajado antes, ahora no estaría en la casa de mamá, tratando de ahorrar algo para poder vivir sola.

—¿No tenías que trabajar?— me preguntó entrando en la cocina.

—No me sentía bien...

—¿Así te vas a mudar sola? ¿Haciendo nada todo el día?— no le dije nada, realmente no tenía fuerzas—... siempre fuiste así, y nunca me gustó— siguió, mientras yo trataba de terminar mi taza de café—. Seguro por eso ahora estas así. Sin trabajo, sin dinero, sin casa, sin pareja. Sin nada más que sobrepeso.

Asentí, me bebí lo que quedaba en la taza, y comencé a lavar los platos.

Nunca tuve la mejor relación con ella, siempre prefirió a otras chicas, a varias de mi amigas. Un comentario que tengo grabado es "deberías ser como...", eso me hizo llorar demasiado, me hacía sentir insuficiente.

Fui con un psicólogo en mi adolescencia, pero solo me provocaba mas problemas de los que ya tenía con mamá. La lastimaba que su única hija hablara mal de ella.

Al poco tiempo lo conocí, y entonces, todo fue diferente. Me hizo sentir la chica mas hermosa del mundo, como si nadie pudiera ocupar mi lugar. Reemplazó por completo la idea que tenía de mí misma. Me hizo sentir amada, especial.

Cuando comenzamos a salir, él estaba comenzando a tener éxito en su carrera, y yo comencé a sentirme insuficiente otra vez. Aunque me dijera todos los días lo mucho que me amaba, no podía creerlo.

Me obsesioné con ser perfecta para él, si podía llegar a un buen estado físico, lo demás se arreglaría solo.

Saqué cuentas de absolutamente todo, consulté con un nutricionista, y comencé con la dieta y el ejercicio. Según yo, lo tenía todo bajo control. Compré una báscula, debía controlar mi peso todas las semanas, pero de un momento a otro, lo controlaba varias veces al día.

Controlé mi peso todo lo que pude, siempre tratando de comer lo menos posible, lo que no tuviera grasa, lo que fuera bueno. Y todo eso, mas el ejercicio que hacía cada vez que podía, me llevaron a una gran pérdida de peso.

Ben se dio cuenta, trató de detener lo que estuviera pasando, pero ni él ni yo entendíamos bien qué me pasaba. A mi entender, yo estaba bajando de peso de manera sana, con dieta y ejercicio como me habían dicho.

Fue para su cumpleaños, que todo me cayó encima como un balde de agua helada. Le había preparado una pequeña fiesta, algunos amigos suyos me habían ayudado a decorar todo, a preparar la comida, y a recibir a los invitados.
Casi no comí durante toda la fiesta, sostuve el mismo vaso de gaseosa por varias horas, así —según yo— nadie notaría que no estaba comiendo. Entonces llegó el momento de cantar el Feliz Cumpleaños, de cortar el pastel... de comer...

¿No vas a comer?— me había preguntado, preocupado— No te vi comer en toda la noche.

Estuve comiendo, no te preocupes le aseguré, le mentí.

¿Podrías comer aunque sea un pedacito? Esta delicioso.

Solo un pedacito...

Lloré en silencio mientras me bañaba, no debí haber comido eso. Había caído en la tentación, y estaba realmente enojada conmigo por eso... estaba muy nerviosa, muy estresada, y eso hizo que se me revolviera el estómago y vomitara lo poco que llegué a comer.

Para mi suerte, Ben me escuchó.

Me suplicó que viera a un médico, y lo hice, pero seguía sin creer que me pasara algo.

Estas enferma, y hasta que no lo aceptes, no vamos a progresar.

Yo no estoy enferma. Está equivocado.

Tuve que convencerme sola, porque nadie me daba la razón, y en un estallido de ira, le grité a Ben que lo que quería era engordarme para poder tirarme a la calle.

Si algo recuerdo de esos meses, es que nadie podía conmigo. Me descompensaba apenas tocaba una cama, estaba mareada todo el tiempo, no podía tener una conversación muy larga porque perdía el hilo, y por estar tan ida todo el tiempo, me despidieron y no volví a tener trabajo hasta ahora.

Mamá no iba a mantener a una inútil, así que me echó. Ben me dejó vivir con él a cambio de que me tomara enserio las terapias.

Estás enferma.
Anorexia.

Eso es lo único que recuerdo procesar bien. Lloré demasiado, pero lo había aceptado. Estaba enferma, pero con Ben, podía salir de ahí.

Yo te amo, y vamos a salir de esto juntos, ¿Si?

Sí...

Él me ayudó como nadie. Me dio el apoyo y la paciencia que necesitaba, me hacía sentir deseada, hermosa... aunque aumentara de peso a la velocidad de la luz.

Y cuando comenzamos a tener problemas, lo primero que se me ocurrió fue que el problema era mi físico.

No quería tener una recaída. Tener un trabajo después de tanto tiempo me había hecho muy bien, y el ejercicio me había traído seguridad.

Esa noche lo di todo, hice todo lo que pude, y no fue suficiente.

El confirmar que Ben ya no me quería hizo que casi me volviera loca. Él había sido el único que realmente me había hecho sentir amada, y ya no lo hacía.

Mamá me dejó vivir con ella por mi trabajo, nunca mantendría a una buena para nada.

—¿Vas a comer todo eso?

—S-sí.

Hizo un 'mmm' desaprobatorio, haciendo que dejara de servirme y comenzara a comer.

—Vas a tener que empezar a pagar lo que comas, porque comes mucho.

—Sí, mamá.

—Hoy vi a Sarah, la hija de Paula, solían ser amigas, ¿No?— asentí— Bueno, menos mal que ya no lo son, ¡Parece una vaca!— rió— Ay no... ¿Cómo sale así a la calle?

—¿Está gorda?

—No solo está gorda, es una ballena, enserio... por cierto, me olvidé de comprar algunas cosas, ¿Podrías ir mañana, después del trabajo?

—Sí.

Pan. Vino. Mayonesa. Pimienta blanca. Levadura fresca. Solo un par de cosas. Conduje tranquila, repasando lo que mamá me había pedido, sabiendo cómo se pondría si me olvidaba de algo.

El universo, o no me quiere, o no me quiere.

Benjamin está justo frente a mí.

Ben

No pasó mucho tiempo desde que se fue llorando, algo así como un mes. El mes mas asqueroso de mi vida.

Lo último que quise hacer fue lastimarla del modo en que lo hice, pero lo hecho, hecho está.

Creí que volvería, no sé por qué, pero solo esperaba que volviera. No se había llevado varias de sus cosas, cuando se fue se llevo tanta ropa como pudo y listo. A la semana, caí en cuenta de que no iba a volver. Entonces llamé a tanta gente como pude, preguntando qué debía hacer.

Algunos quisieron venir a mi casa a golpearme, en especial Joe, lo merecía. Así que me convencí de que debía dejarla irse, alejarse tanto de mí como pudiera. No la llamé ni una vez.

Después me llegó la noticia de que ahora vivía con su madre, esa mujer es horrenda. Nunca la vi hacer algo bueno por alguien que no fuera ella, ni siquiera por su hija.

Debí llamarla apenas me enteré, debí decirle que le dejaba el departamento, que yo me iría para que ella viviera tranquila... pero no lo hice.

Estuve todos estos días preguntándome si debía ir a verla, si debía preguntar por ella a alguien, y el pensar en qué le estaría diciendo esa mujer, me hacía temer que hiciera alguna estupidez o volviera a estar enferma.

Nunca dejé de amarla, pero sé que así la hice sentir.

Había estado tan estresado, tan cansado durante un tiempo, que no la traté como se merecía, y aún cuando todo eso pasó, yo me había acostumbrado.

En ese entonces ella comenzó a tratar de mejorar las cosas, pero yo tenía la cabeza en otro lado.

Nunca se me pasó por la cabeza estar con alguien más, pero era más como si no quisiera estar con nadie. No estaba del todo tranquilo, pero había dado por hecho que ella siempre estaría conmigo haga lo que haga, y no esperaba hacerla llegar a su límite de esa manera... ni siquiera esperaba que me dejara así.

La cosa es, que me había rendido por completo a la idea de volver a verla, y me aferré a la idea de que estaría bien con su madre, de que esa mujer habría cambiado y le daría apoyo y cariño.

Me aferré a esa idea hasta que la vi en el mercado.

La vi cuando llegó, yo ya estaba en la fila para pagar, ella no me vio, por suerte.
Estaba pálida y ojerosa, como enferma. Con ropa ancha y gris, yo bien sé que le representa esa ropa, la usa para cubrirse, la usa cuando enserio no quiere que nadie la vea.

Así se vistió durante el tiempo que estuvo enferma, ropa ancha y holgada, ropa que le cubriera el cuerpo.

Entonces entré en pánico.

Sabía a donde llevaría todo. Ella tendría una recaída, volvería a dejar de comer, al ejercicio excesivo, a las dietas que eran más agua que otra cosa, a los pensamientos autodestructivos... incluso podría llegar a suicidarse.

Fingí haberme olvidado de algo y me salí de la fila, comenzando a buscarla entre las distintas góndolas.

Parecía ansiosa, revisando cada cosa que agarraba de manera minuciosa. Solo quería ir y abrazarla, decirle lo mucho que la extrañaba y que estaba arrepentido de como la había tratado, pero no podía hacerle eso.

Solo puse un par de golosinas en el carrito y me propuse a volver a la fila.

Ya ahí, la vi dirigirse hacia donde estaba y la cobardía en mí comenzó a hacer acto de presencia, dejando sin lugar a nada más.

Corre. Deja todo. Le vas a hacer mal.

Nuestras miradas se encontraron.

Me quedé congelado.

Ambos estábamos sorprendidos, aunque ya la hubiera visto, no esperaba que me viera; la vi escanearme con la mirada, debía lucir horrible. Calmé mi respiración, y me acerqué a ella.

—Hola...

—Hey...

Esa conversación terminó como empezó, rápido.

—¿Cómo estás?

—¿Qué quieres?— dijo con molestia.

—Disculparme... p-perdona que todo terminara tan mal— comencé—. Enserio no quise lastimarte, ¿Podemos hablar en algún lugar?

No parecía convencida, se notaba la batalla interna que estaba teniendo. Con cada segundo que pasaba, me iba poniendo más nervioso.

—Porfavor— supliqué.

—Está bien— cedió—... ¿Dónde?

—¿Y si vamos a la cafetería de siempre? Yo invito— traté de sonreír. Asintió.

Pagamos por nuestras cosas, cada quien condujo hasta la cafetería, dándome tiempo de calmarme y preparar cuidadosamente lo que iba a decir.

No esperaba que volviéramos inmediatamente como en una película, me conformaría con que no me odiara.

—¿Qué me querías decir?

—Solo quiero que me perdones... sé que fui un novio terrible, que no te traté como mereces, y que te hice sentir horrible... y no espero que me ames devuelta, solo quiero que me perdones...

—¿Te haces una idea de cómo me sentí? Creí que me odiabas, que te daba asco, que no valía nada ante rus ojos... y no me demostrabas lo contrario. Me hiciste sentir que todo en mí estaba mal, y ni siquiera te disculpaste hasta ahora... ¿Qué se supone que haga?

—Y-yo... no sé... yo no me perdonaría— pensé en voz alta.

—¿Qué hiciste con mis cosas?— cambió de tema.

—Las guardé en cajas, puedo llevártelas...— dije bajando ligeramente la cabeza.

—Me gustaría eso... quiero perdonarte, pero no sé como, es como si no te conociera.

Nos quedamos en silencio unos segundos, hasta que se me ocurrió algo.

—Podríamos volver a conocernos— me miró confundida, comencé a arreglarme el pelo como podía con las manos.

Me giré en la silla, mirando hacia atrás, tomé aire, y volví a encararla, ahora con una sonrisa.

—Hola, soy Benjamin, es un placer conocerte— dije extendiendo una mano.

Rió como no lo había hecho en mucho tiempo, haciendo que mi corazón latiera con rapidez.

—Es un placer conocerlo, señor— dijo estrechando mi mano.

Todo mejoró desde entonces.

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Bueno eso fue lo más alegre que pude escribir y me costo un monton y encima ni se si esta bien lpm aparte ando re indignada con lo que paso con las minas de GRLwood

Nada che, no salgan si no es necesario y cuidense un montOn

Con amor, niñita

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