El Misterioso Visitante. (Che...

By midhiel

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─Dame una buena razón para que me quede, Charles. ─Estoy encinta. Siglo XVIII, Escocia. La vida de Lord Xavie... More

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III

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Dedicado a KiKaLoBe

III

Charles Xavier regresaba dentro de su carruaje, satisfecho por el viaje y aliviado de llegar a su casa. No había nada como el hogar y él sintió que el aire cambiaba cuando el coche apenas pasó el portal de Westchester. Todavía debía transitar un largo recorrido para arribar a la mansión pero ya casi estaba en ella. Se arregló el paño de seda blanco que rodeaba su cuello y se acomodó en el mullido asiento para observar el paisaje a través de la ventanilla. No se cansaba de admirarlo porque él adoraba su casa. Estaba orgulloso de encargarse de estas tierras, cuidar de su madre y proteger la herencia de sus ancestros. Su padre se había esforzado en alzar por lo alto el nombre de los Xavier y él seguiría su legado. Charles amaba su hogar, amaba su familia, pero no se decidía a conseguir una esposa para agrandarla. Ofertas le sobraban y él era todo un galán. Le gustaban las mujeres divertidas como Moira y algunos hombres, aquellos decididos que tenían en claro lo que deseaban de la vida. Charles se preguntaba por qué si Moira era su tipo de mujer, no la elegía como esposa. Se llevaba bien con el general MacTaggert, obviamente escondiendo su mutación, conocía su finca desde niño, pero ella, Moira, no lo convencía y él no entendía por qué. Su madre se culpaba argumentando que ella le había leído en la cuna las novelas románticas que tanto la fascinaban y que por eso Charles, siendo un bebé, se había formado una imagen idealizada de la persona con quien debía casarse. Todo era culpa de las novelas rosas y la adicción de su madre a ellas.

Charles reía. Solo a Sharon se le podía ocurrir una suposición tan ridícula. Tal vez se culpaba a sí misma para no culparlo a él por ser un indeciso, vaya uno a saber el motivo.

Pensó que quizás el problema no era Moira sino su padre, el general, encargado de la patrulla para cazar mutantes en Escocia. Recordó la plática que habían tenido esa mañana durante el desayuno en Edimburgo, antes de que Charles emprendiera el viaje de regreso. El militar estaba preocupado porque se comentaba que Magneto había sido visto cerca de la ciudad. Se creía que hacía ocho meses que había cruzado del continente a la isla y los asesinatos de los últimos tiempos eran prueba suficiente de que estaba en Gran Bretaña. MacTaggert estaba inquieto porque Magneto podía tener como próximo blanco a un amigo suyo que Charles no conocía, el doctor Bolivar Trask. Este científico, apasionado con el progreso de una forma que rozaba la locura, tenía fama de experimentar con los mutantes que la patrulla escocesa le proporcionaba, con métodos sádicos y perversos. Se contaba de muchos mutantes desaparecidos que podían haber llegado a su laboratorio. MacTaggert tenía fundadas razones para creer que Magneto merodeaba cerca de Edimburgo para cazarlo y cobrarse venganza.

Charles suspiró y trató de pensar en asuntos más placenteros como la fiesta de disfraces que iba a dar en un mes y a la que Moira estaba invitada. Si las cosas resultaban bien esa noche, podría plantearse proponerle matrimonio de una buena vez.

De repente, vio que su amigo Logan llegaba cabalgando a todo trote hacia el carruaje. El chofer detuvo el coche y Howlett se acercó sin descender del caballo hasta la ventanilla.

─Baja, Charles ─ susurró la orden ─. Tenemos que hablar.

Tanta discreción hizo que el duque lo estudiara. Sin embargo, Logan no estaba para exámenes.

─En serio, apúrate ─ ahora alzó la voz.

Charles bajó. Howlett desmontó y llevando al caballo de las riendas, guio a su amigo hacia unos árboles para alejarse del coche.

─ ¿Qué pasó que te tomas tanto trabajo para que el cochero no te escuche? ─ interrogó el duque ansioso.

─Mira, Charles, me equivoqué en grande. Tu madre está bien, mi hija está bien, la servidumbre está bien, pero Magneto está en la mansión.

Su amigo lo miró sin entender.

Logan prosiguió.

─Ayer Laura llegó de su cabalgata de la tarde acompañada de un extraño, que traía a su hijo, un jovencito encinta y sin su pareja. Ya recuerdas lo que Hank nos explicó una vez de la necesidad de la presencia de ambos progenitores para la gestación.

─Sí ─ interrumpió Charles ─. Después Hank se lo contó a mi madre cuando discutíamos de temas científicos una noche aquí en Westchester. También estabas tú en esa cena, ¿lo recuerdas?

─Sí, pero el asunto es que ese hombre era Magneto y me estaba buscando para que lo ayudara con su hijo. Sabía que yo estaba aquí y, lo peor, sabía que yo soy mutante y por eso trató de encontrarme.

Charles se preocupó.

─ ¿Qué hiciste? ─preguntó, angustiado.

─Todavía no sabía quién era. Mandé llamar a Hank, tu madre los recibió a él y a su hijo y les dio hospedaje, y cuando subí a su habitación, descubrí su anillo. Él había olvidado escondérselo por la desesperación. Quiso atacarme pero estaba tan angustiado por el joven que prefirió sosegarse. En la madrugada llegó Hank. Lamentablemente no se pudo hacer nada con el embarazo y el muchacho tuvo que abortar.

Charles se pasó la mano por la frente mientras procesaba toda la información. Su mutación lo volvía empático así que le dolía enormemente el padecimiento del jovencito. También pensó que aunque Magneto fuera un asesino, debía estar demasiado triste con lo que le había ocurrido a su hijo. También pensó en Lady Xavier.

─ ¿Qué pasó con mi madre? ─ inquirió, preocupado.

─Durmió en tu habitación con Laura porque es la que está más apartada de la que Magneto ocupó ─ informó Logan rápido ─. Están a salvo las dos y a tu madre la puse ayer al tanto de todo esto. Además, Hank se quedó desde anoche, no le dije que atendió al hijo de Magneto porque no sé cómo reaccionaría con ese carácter miedoso que tiene a veces. Pero ahora está con ella y con Laura, por eso aproveché para dejarlas y venir a buscarte.

El duque volteó en dirección a su carruaje. Se mordió el labio inferior pensando en la difícil situación que se había creado.

─Regresa cabalgando rápido a la casa y no te apartes de mi madre ni de Laura, que las dos estén juntas hasta que yo llegue y que salgan juntas a recibirme contigo.

Logan asintió. Montó de un brinco y salió cabalgando a todo trote.

Charles regresó a su coche para continuar el camino por su parte.

....................

La habitación donde estaba Erik se encontraba en el ala oeste de la casa y desde su ventana se podía vislumbrar lo que ocurría en el pórtico.

Una doncella entró a avisarle que el duque estaba llegando para que Erik bajara a saludarlo pero él se rehusó. Ella se ofreció a cuidar de Peter mientras lo hacía, y él volvió a rechazar la oferta. No dejaría a su hijo por nada del mundo. Peter podía despertar de un momento a otro y si no veía a su padre se angustiaría y reclamaría a su bebé. Su padre entendía que el trauma por la pérdida sería complicado para el muchacho para aumentarle innecesariamente el dolor con su ausencia cuando abriera los ojos.

La doncella se retiró.

Erik se acercó a la ventana para observar la llegada de su anfitrión. Vio que el carruaje se detenía y Logan con Sharon y Laura se acercaban a recibirlo. Hank también estaba con ellos pero se mantenía más alejado.

Lo primero que Charles hizo al bajar fue abrazar a su madre. Magneto notó que era apenas más alto que ella y vislumbró su traje azul y su cabello castaño ondulado. Estudió sus movimientos cuando saludaba a los demás y comprendió que Lord Xavier era un noble de pura cepa. Elegante, distinguido, de movimientos suaves y varoniles, todo un caballero británico. Se preguntó a modo de broma si también tendría ese carácter gélido pero la efusión con la que saludó a su madre y la sonrisa cuando cargó divertido a Laura en brazos, le indicaron lo contrario.

─Papá.

La voz somnolienta de Peter lo sacó de sus cavilaciones, sonaba igual a cuando era un niño y su esposa e hija vivían, y él lo sacudía cada mañana para despertarlo.

─Papá ─ repitió con tono de queja.

Erik se sentó a su lado y lo tomó de la mano para que sintiera su presencia. Ya más temprano, Hank había vuelto a examinarlo, dictaminó que se estaba recuperando pero que llevaría su tiempo, y que despertaría de un momento al otro.

─Peter, tranquilo ─ le pidió. Alzó un vaso para llevárselo a los labios. El joven trató de beber con los ojos cerrados y tosió. Erik lo ayudó con paciencia ─. Ya, despacio.

El jovencito fue recuperando los sentidos y abrió los ojos, solo que esta vez pudo enfocar la vista. Era una habitación extraña, una cama extraña y la mirada familiar de su padre.

─ ¿Ya no estás enojado? ─ la misma pregunta de la noche anterior. Erik se dio cuenta de que con la fiebre debía haber olvidado la breve plática.

─Ya no estoy más enojado contigo, Peter ─ le aseguró con calma.

El joven sonrió apenas y los hoyuelos se le dibujaron. La imagen le arrancó lágrimas a su padre, tanto había temido no volver a ver esa sonrisa. Le apretó más la mano.

Peter se acomodó un tanto incómodo. Ahora que iba recuperando la conciencia sintió dolor en los músculos del vientre por los masajes y empujones que había recibido. Se lo palpó esperando sentir a su hijo pero lo encontró deshinchado, con una pasta gomosa sobre la piel, y, lo peor, no podía percibir movimientos.

─ ¡El bebé! ─ exclamó, desesperado. Quiso incorporarse y Erik tuvo que abrazarlo rápido para que no lo hiciera ─. ¡Mi hijo! ¿Dónde está? ¿Qué pasó?

-Peter, tranquilo ─ pidió su padre, mientras se esforzaba por sujetarlo.

El muchacho comenzó a jadear, mirando desorientado hacia todos lados. Si no sentía a su hijo, ¿dónde estaba? ¿Dónde había una cuna? ¿Se lo habían robado? ¿Dónde estaba su bebé?

─ ¿Dónde está? ─ siguió reclamando a los gritos. Empujó vanamente a su padre para quitárselo de encima y quería llorar y aullar al mismo tiempo ─. ¿Qué pasó? ¿Dónde está? ¡Devuélvanmelo! ¡Por favor, papá, haz que me lo devuelvan!

Erik lo apretó con fuerza, sujetándole los brazos para que se calmara. Le masajeó la espalda y el pelo enmarañado. Se mordía el labio porque no se atrevía a darle la respuesta. Pero su hijo lloraba y exigía con desesperación, mientras trataba inútilmente de zafarse de su agarre.

─ ¡Déjame salir, padre! ¡Quiero buscarlo! ¿Dónde está? ¿Qué le ocurrió a mi bebé? ¡Me lo quitaron! ─ aulló con todas sus fuerzas.

Con el alma partida, Erik sintió que no le quedaba más opción que decirle la verdad.

─Perdiste el conocimiento durante tres días, hijo ─ explicó con la mayor calma. La voz le temblaba, también los brazos que sujetaban al joven, pero hizo el esfuerzo para continuar ─. Te traje a esta casa para que los mutantes te ayudaran y ellos te salvaron, Peter. Estabas grave porque tu preñez era complicada ─ hizo silencio. Podía oír los hipidos de Peter, sepultando el rostro contra su pecho, y sentir la humedad de sus lágrimas ─. Te salvaron la vida quitándote al bebé, que no tenía chances de sobrevivir.

El muchacho alzó la cabeza para mirar a su padre.

─ ¿Tú? ─ jadeó ─. ¿Tú se los permitiste?

─No se podía hacer otra cosa ─ respondió Erik con todo su dolor.

Peter luchó por liberarse y su padre lo soltó. Se miraron, los ojos del joven lanzaban chispas de odio.

─ ¡Tu ordenaste que lo mataran! ¡Fue tu culpa!

─ ¡Peter! ─ exclamó Erik y trató de abrazarlo, mientras su hijo sacudía los brazos, llorando de impotencia.

─ ¡Dejaste que me lo quitaran! ¡Fue tu culpa! ¡Tenías que haberlos detenido pero lo permitiste! ¡Te odio! ¡Nunca te lo perdonaré! ─ lloraba a mares ─. ¡Quiero a mi hijo! ¡Lo quiero sostener! ¡Lo quiero conocer! ¡Diles que me lo traigan!

A la angustia que sentía Erik por el sufrimiento de su hijo, se sumaba la cruda acusación. No era cierta, aunque se hubiera enfurecido al enterarse del estado de su hijo, jamás habría buscado la muerte de esa criatura porque era su nieto y porque entendía lo que debía significar para Peter, si había protegido su embarazo todos estos meses. Pero ahora era imposible hacerlo entrar en razón.

El joven siguió gritando, llorando y golpeando a su padre cuando trataba de atajarlo. Erik comenzó a preocuparse porque todavía estaba débil para luchar así.

Peter gritaba para desahogarse pero el dolor solo aumentaba, deseaba que su padre le jurara que era mentira, que su hijo estaba vivo, y se lo acercara para cargarlo. Sentía ganas de dormir eternamente para no enfrentar esta realidad brutal. De repente, se vio invadido por una paz que entraba por su mente y se metía en su pecho. Era placentera pero extraña entre tanta angustia. Comenzó a calmarse, a hipar con suavidad y dejó de gritar. Lloraba pero buscó el pecho de su padre para consolarse. Erik lo abrazó con fuerza y le estampó los labios contra el pelo.

"Tranquilo, Peter," era una voz desconocida pero grata, que resonó en su cabeza. "Tu padre no tiene la culpa, nadie la tiene, él solo quiso salvarte. Fue una desgracia lo que le ocurrió a tu hijo pero no había forma de que sobreviviera. Te lo quitaron para que tú pudieras vivir. Es difícil, es doloroso, pero estás abrazado a la persona que más te ama en el mundo."

Peter siguió llorando. Erik lo notó más tranquilo. De a poco, el joven fue cayendo en un letargo hasta que, acompañado de la voz sosegadora, se durmió. Su padre lo recostó en la cama, le acomodó la cabeza sobre la almohada y lo cubrió con la manta hasta el pecho.

"Erik, abre la puerta, por favor," ahora la voz sonó en su cabeza.

Magneto chasqueó los dedos y quitó el pestillo de metal sin levantarse del lado de su hijo. Charles entró.

Erik parpadeó, dándose cuenta de que le había abierto a un extraño. Brincó del colchón y se puso en alerta.

Charles le sonrió.

─Perdona el haberme tomado el atrevimiento de ordenarte que me abrieras. Soy Lord Xavier ─ se presentó y le extendió la mano.

Magneto había llevado la suya hacia el puñal pero, sin quitarlo del cinto, lo dejó allí y le extendió el brazo para saludarlo. Todavía seguía aturdido por la intromisión mental.

─ ¿Qué me hiciste?

Charles miró al joven, ya dormido, y a él.

─ Primero tranquilicé a tu hijo mentalmente y después te pedí que me dejaras entrar. Soy telépata, mutante como tú. Tú controlas el metal y yo controlo las mentes.

Erik se rascó la cabeza. Otro mutante como ellos y dueño de la casa. No podía aceptar que se hubiera colado en su cabeza pero le estaba agradecido por consolar a Peter.

─No vuelvas a hacerlo ─ contestó, hosco, y volvió a sentarse en el borde la cama.

─Lo siento ─ reconoció Charles, y lo observó. Como muchos, había esperado que Magneto fuera un monstruo deformado y amenazador, de esos que se inventan para asustar a los niños. No imaginó encontrarse con un hombre normal, desesperado por su hijo. Además era guapo y aunque tenía la piel curtida por la vida que había llevado, se notaba distinción en su postura. Tenía el cabello revuelto y la barba de varios días, pero Charles pensó que si se peinaba y afeitaba no se vería nada mal. Parpadeó, la vida disoluta de la Corte lo hacía pensar en un asesino como un hombre apuesto, y eso que solo había estado en Londres una semana.

Erik recogió un paño húmedo para limpiar la frente y el cabello de su hijo. Le tomó la temperatura con la mano y se dirigió hacia el hogar para avivar el fuego.

Charles estudiaba sus movimientos. Notó los restos del desayuno sobre la mesa, y los elementos de aseo, que ya Erik había usado.

─Ordenaré que te traigan más ropa, agua y jabón, si los necesitas.

─Está bien ─ contestó Magneto y se alejó del hogar para volver junto a Peter.

─ ¿Deseas comer algo?

─Solo cuando almuercen todos, gracias ─ respondió escuetamente, más concentrado en atender a su hijo que en seguir el hilo de las preguntas.

─Veo que no bajarás a comer, directamente no piensas dejar esta habitación ─ observó Charles.

Su huésped no entendía a qué iba la observación y contestó con rudeza.

─Cuando mi hijo esté en condiciones de cabalgar, me marcharé de aquí. No fue mi intención ser una molestia y acudí a tu casa porque una persona de confianza me había platicado de Howlett. Si no fuera por la situación de mi hijo ─ señaló a Peter ─, ni siquiera nos habríamos cruzado.

─Está bien ─ replicó Charles con seriedad ─. Se te acercará el almuerzo y cuando el muchacho esté en condiciones, te marcharás. Solo trataba de ayudarte ─ distante, hizo una reverencia y se retiró.

Erik lo observó hasta que la puerta se cerró detrás del Duque. Recién se dio cuenta de que Charles solo se había preocupado por su bienestar como anfitrión de la casa y él había sido descortés con sus respuestas. Sin embargo, pensó que Peter lo necesitaba más que sus modales de huésped y se concentró en atender a su convaleciente hijo.

...................

Charles bajó y a los pies de la escalera lo aguardaba Logan. Hank estaba en su recámara, preparándose para regresar a Edimburgo después del almuerzo, y Sharon estaba entretenida leyendo con Laura en la biblioteca. Los dos amigos se dirigieron a una sala aledaña a la biblioteca para estar cerca de la señora y de la niña, y poder platicar a solas.

─ ¿Qué piensas, Charles? ─ inquirió Howlett, mientras el Duque cerraba la puerta para tener privacidad ─. ¿Pudiste leerlo?

─Entré para saludarlo y justo le estaba dando la noticia a su hijo ─ explicó Charles apenado ─. Tranquilicé al muchacho que estaba desesperado, y mantuve una breve charla con él ─ fue hasta la licorera para servir dos tragos de whisky. Howlett pasó saliva y bajó la mirada. Sin entender por qué, el hecho de que ese jovencito hubiera sufrido lo apenó muchísimo ─. Es un hombre angustiado por lo que le queda de su familia, Logan. No parece el asesino que cuentan por ahí.

Logan tomó el vaso que su amigo le extendía.

─Me prometió que abandonaría Westchester cuando el muchacho se reestableciera.

─También a mí ─ recordó el Duque ─. Lo invité a almorzar y se rehusó. No quiere abandonar al muchacho.

─Como padre lo comprendo.

Charles bebió un sorbo.

─No parece una mala persona, Logan. Entré en su mente para ordenarle que me abriera la puerta, fue un segundo así que no pude buscar mucho, pero vi a un hombre sufrido, que adora lo que le queda de su familia, entregado a lo que él considera su causa porque la cree justa. No es el criminal frío y temido del que tanto se habla.

─De igual manera, no estoy tranquilo con él en la casa ─ confesó Howlett. Bebió de un solo trago y dejó el vaso sobre una mesita ─. Si quieres, me quedaré por aquí el tiempo que él se quede. No podemos echarlo con su hijo en ese estado, tu madre le dio asilo y yo, conmovido con el muchacho, le prometí que te convencería de que lo dejaras quedarse todo el tiempo que hiciera falta.

Charles quedó pensativo. Apretó su vaso con ambas manos y miró en lontananza.

─Eso es lo increíble, Logan ─ suspiró con asombro ─. No le tengo miedo, al contrario, siento compasión por él.

Howlett rio.

─Esa es buena, Charles.

─No estoy bromeando ─ contestó el Duque con seriedad.

Logan se puso serio.

─Pues deberías.

Golpearon a la puerta. Logan abrió por encontrarse más cerca y se cruzó con su hija.

─El almuerzo se servirá en media hora ─ anunció la niña solemne. Esto de dar los recados que le enviaba Lady Xavier, la hacían sentirse importante.

─Gracias, lobita ─ le sonrió su padre.

La niña se marchó y Logan se despidió de su amigo para concluir unos asuntos antes de sentarse a comer.

Charles fue hasta un sillón para seguir disfrutando de ese trago. No podía sacarse de la cabeza a Erik y no sabía por qué lo apenaba que hubiera declinado su invitación al almuerzo.

.....................

Después de comer, Hank partió, no sin antes dar unas últimas indicaciones para la recuperación de Peter. Llevaría tiempo, repetía y cuando Logan le preguntó "cuánto", contestó que apenas podría salir del lecho y sentarse en una silla cercana recién después de un mes aproximadamente. Su cuerpo había quedado agotado por la cantidad inusual de energía que había consumido en esos tres días en que luchaba por aceptar el feto sin la presencia de su pareja. Howlett no contestó nada pero a Charles no se le pasó desapercibida su expresión de compasión.

Por la tarde, Charles, su madre y Logan se encontraban pasando el tiempo en una de las salas que daban a los jardines, mientras que Laura los acompañaba repasando sus lecciones de Historia.

Sharon propuso una partida de cartas mientras esperaban a que fueran las cinco para el té. Mientras los dos adultos decidían su aceptar o no el ofrecimiento, Laura interrumpió feliz.

─Ya terminé ─ cerró los libros y brincó del asiento ─. Ahora saldré a cabalgar, ¿sí?

Su padre se puso de pie.

─No saldrás a cabalgar sola, lobita. Iremos juntos ─ mientras su hija lo miraba con la quijada casi hasta el suelo, Howlett enfiló hacia la puerta. Notó la expresión de asombro y decepción de la niña porque esas cabalgatas eran su momento especial para estar a solas, así que le propuso ─. El que llega primero a las caballerizas tiene doble ración de postre en la cena.

Laura no necesitó mejor incentivo y salió corriendo, loca de entusiasmo. Logan rio, despidió a madre e hijo, y se marchó para ver si le ganaba, algo imposible.

Sharon volvió a insistir con la partida y Charles aceptó sin muchas ganas, solo lo hizo por complacerla.

─En un mes será la gran fiesta ─ recordó la señora con una sonrisa. Imaginaba que su hijo seguía tan preocupado como ella por la presencia de Magneto y trataba de distender el ambiente ─. ¿Qué disfraz usarás?

─No lo pensé todavía, madre ─ contestó, alzando sus cartas ─. ¿Tú ya escogiste el tuyo?

─No quiero complicarme la vida, así que optaré por algún vestido elegante y una máscara veneciana. ¿Cómo crees que vendrá Moira vestida?

Charles rio.

─Así que toda esta plática era una introducción para hablar de Moira ─ la amonestó entre risas.

Sharon sacó un naipe del mazo con la mirada seria.

─Sabes lo que me preocupa, Charles. No tenemos parientes cercanos y si no produces un heredero legítimo.

─ ¿Tanto te molesta que de ser así estas tierras pasen a la Corona? ─ la regañó el Duque, frunciendo el ceño.

Su madre lo miró, severa.

─Tu padre dio años, su vida entera por conservar estas tierras para los Xavier ─ Charles se movió incómodo y volteó para no enfrentar su mirada ─. Tu abuelo, Lord Francis Xavier, también hizo lo mismo, tu bisabuelo, tatarabuelo, en fin, todos tus ancestros, Charles, cada acto que tuvieron estuvo pensado para el bienestar de la familia y su conservación de títulos y bienes ─ le apretó la mano para que la observara. Suavizó la voz ─. Eres un excelente duque, Charles, trabajas con esmero y honras la memoria de todos, pero solo debes tener un hijo, solo uno que te sobreviva, y Moira, esa joven, es ideal para que la conviertas en tu esposa.

Charles asintió y le retiró la mano para seguir jugando. Sharon lo estudió un rato, compasiva, antes de continuar, detestaba ser tan insistente pero era su deber velar por la descendencia de la familia.

Una doncella llegó apresurada. Madre e hijo voltearon hacia ella.

─El señor Erik reclama la presencia del Duque ─ avisó ─. Dice que lo necesita porque su hijo despertó.

Charles se puso de pie y se acomodó la chaqueta. Asintió a la joven y se apuró en partir. Su madre lo retuvo, tomándolo del brazo.

─Ten cuidado, Charles ─ suplicó, asustada.

─No temas, madre ─ la tranquilizó ─. No es más que un padre desesperado ─ y se marchó veloz.

..................

Erik estaba sujetando a Peter con fuerza, tratando de no lastimarlo porque el joven se sacudía entre gritos para zafarse del agarre. Ya no lo acusaba más pero reclamaba a su bebé y se negaba a aceptar que había muerto.

Charles abrió la puerta de un empujón y corrió junto a la cama. Magneto estaba sentado en la cabecera, apretando a su desbordado hijo. El Duque apoyó la mano sobre la sien del joven y cerró los ojos para concentrarse. Le envió sosiego y le pidió que se calmara, después buscó recuerdos que tuviera de su padre de niño, y vio a un Erik más joven jugando en el campo con él, de unos ocho años, y con Nina, un par de años menor; los tres reían y disfrutaban; en un momento Peter salió a correr pero tropezó y cayó en el barro. Su hermana llegó riendo a carcajadas, y lo llamaba "Torpe," en polaco. Erik se acercó a sus hijos, sonriendo con paternal orgullo. Extendió el brazo para ayudar a Peter a levantarse. Después cargó a Nina sobre su hombro, tomó la mano del niño, y los tres se alejaron cantando. Charles se emocionó con tal recuerdo y se lo mandó al joven. El muchacho suavizó la mirada y, de a poco, dejó de sacudirse.

Erik notó que se calmaba y comenzó a masajearle la espalda. Peter, agotado, volvió a dormir. Su padre lo acomodó de cuenta nueva sobre el colchón y lo cubrió con la manta. Después alzó la vista hacia el Duque.

─Gracias, Lord Xavier ─ murmuró.

Charles se pasó la mano por la frente. Había quedado anonadado con ese recuerdo de aquella familia sana y feliz.

─De nada y puedes llamarme Charles.

─Entonces, gracias, Charles ─ corrigió con una sonrisa.

El Duque se sintió hechizado. Sus labios elevados, enseñando una dentadura perfecta, le parecieron fascinantes. Atontado con el recuerdo y la sonrisa, fue a sentarse en una silla junto al hogar.

Erik revisó una vez más a su hijo y se levantó para acompañarlo. Se detuvo junto a la chimenea y ambos se observaron.

─No sé cómo lo consigues, es tu poder, pero gracias, Charles.

─Lo que hice fue tranquilizarlo con un recuerdo de su niñez ─ confesó el Duque ─. Me enseñó uno donde estaba jugando contigo y su hermana, cayó al barro, tú lo ayudaste a levantarse y se marcharon los tres cantando.

Erik se frotó la cara con ambas manos. Era extraño pero ese recuerdo se le presentó borroso como parte de un pasado que había dejado atrás. La mención de Nina lo sacudió y también ese Peter travieso, que se ensuciaba al dos por tres. Parpadeó para esconder las lágrimas.

Charles añadió.

─Fue un recuerdo maravilloso, Erik, y quiero agradecérselo a tu hijo por habérmelo mostrado cuando él pueda recibir mi agradecimiento.

Erik se inquietó.

─No sé si pueda algún día ─ miró a su hijo convaleciente ─. Todo lo que hago es tratar de sujetarlo para que no se lastime y tuviste que inducirlo al sueño para que dejara de sufrir ─ la voz se le quebró ─. ¡Este no es mi Peter! Quiero que esté sano, que vuelva a sonreír, que pueda despertar y ser feliz otra vez ─ y se apretó los párpados para cubrirse las lágrimas.

Charles quería consolarlo pero no sabía cómo. Optó por ponerse de pie y tocarle el hombro. Era una actitud osada ya que se trataba de Magneto pero, misteriosamente, no le temía. Al sentir su toque, Erik se movió. Estaba demasiado aturdido aun para ser consolado y es que llevaba años sin recibir el consuelo de nadie.

─Tu hijo mejorará pero le llevará su tiempo ─ explicó el Duque, alejando la mano ─. El médico habló de un mes aproximadamente para que pudiera recién salir del lecho. Hay que tenerle paciencia. De mi parte, tienes esta casa para vivir todo lo que necesiten.

Erik volteó hacia él y asintió, agradecido. Charles notó que el verde de sus ojos se había vuelto más metálico con el llanto. Sacudió la cabeza con asombro por las observaciones extrañas que hacía y propuso.

─Como no vas a abandonar a tu hijo, no voy a invitarte a bajar a tomar el té, pero puedo divertirte de otra manera.

Erik puso una expresión de extrañamiento.

Charles rio y agregó.

─Tú solo aguarda, Erik, y abre la puerta cuando toque.

Erik lo miró, más confundido todavía. El Duque salió y él regresó a la cama para velar el sueño de su hijo.

.........................

¡Hola! ¿Qué les pareció? Espero que les haya gustado el capítulo. Gracias por el apoyo a esta historia. Estaré actualizando el sábado o el domingo a más tardar.

Saludos y gracias.

Midhiel

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